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¿Y la banca para cuándo?

Los gigantes financieros de nuestro sistema bancario están frente a un dilema: o se adaptan o serán devorados por enjambres de Mercado Libre, Amazon o Alibaba

07 de marzo, 2021 - 09:39

Ya no le cabe duda a nadie que el tristemente famoso 2020 ha sido un año bisagra. No porque aparecieran muchas cosas nuevas, que aparecieron, sino porque muchas que estaban latentes se aceleraron hasta alcanzar su cumplimiento.

Podemos pensar, por ejemplo, en el teletrabajo o en la educación a distancia, o en el uso intensivo de los distintos sistemas de delivery, entre otras muchas cosas.

Hay otros cambios que van tomando forma a un ritmo más lento, tales como la forma de viajar, tanto en el modo de transporte a emplear como en el hasta dónde poder hacerlo, ya que no será más posible ni práctico el turismo intercontinental, dado su alto costo y a otras restricciones. Por el contrario, se ha puesto de moda el vacacionar o visitar lugares cercanos, a lo sumo regionales, lo que ha tomado el lugar de los destinos exóticos.

Pero hay cambios que pese a los anuncios se vienen demorando. Nos referimos, concretamente, a nuestro sistema financiero. Tanto en su forma administrativa-bancaria como en sus patrones monetarios.

De estos últimos ya hemos hablado. Nos toca ahora tratar el tema de los sistemas bancarios.

Su historia nos cuenta que a partir del siglo XIII el metálico, en forma de monedas de oro y de plata, comenzó a ser reemplazado por papeles denominados letras de cambio, cuando los peregrinos cristianos a Tierra Santa no desean viajar cargados con tan peligrosa carga. ¿Qué hacían? Lo depositaban en un monasterio de la Orden de los Templarios en Europa y recibían a cambio un “papel”. Y contra su presentación en su lugar de destino, haya sido este Chipre, Acre o Jerusalem, recuperaban sus monedas.

Este expediente sencillo dio origen a la banca y produjo dos consecuencias importantes, a saber:

  1. Se impuso la necesidad de facilitar los medios de pago y de cobro a los clientes, especialmente cuando dejaban sus lugares de residencia habituales.
  2. Las entidades dedicadas a esta tarea, y por la que cobraban una “pequeña” comisión por el servicio, se hicieron inmensamente ricas.

 

A partir de allí, la evolución de la banca es una historia conocida por todos. En el siglo XVII grandes corporaciones comerciales introdujeron el bono como medio de ahorro y de pago, mientras que en el siglo siguiente surgieron las compañías aseguradoras y los fondos de pensión. Pero fue a partir de finales del siglo XX que todos estos beneficios se combinaron en carteras de inversión.

Pero antes de seguir, permítanos el lector una digresión interesante. Como hemos dicho, la Orden de los Templarios se hizo inmensamente rica. Tanto que comenzó a prestar el dinero que se acumulaba en sus fortalezas europeas y de Tierra Santa a quienes necesitaban financiarse.

Todo iba magníficamente bien, hasta que decidieron hacerle varios préstamos a Felipe el Hermoso, a la sazón rey de Francia y de Navarra. Con el tiempo, el monarca se vio imposibilitado de honrar su deuda en tiempo y forma, por lo que no tuvo mejor idea que acusar a los templarios de delitos aberrantes, encarcelarlos, torturarlos y quemarlos en la hoguera.

Este recuerdo histórico es al solo efecto de tener presente que tanto las personas como las organizaciones deben adaptarse para sobrevivir, especialmente cuando les cae encima una tormenta como la de la pandemia.

Pero, como pasa en tantas otras ocasiones, hay siempre quienes se aferran al pasado y se niegan a cambiar. Muchas veces hasta que es demasiado tarde.

Y nuestro sistema bancario es un claro ejemplo. No solo por las amenazas que se ciernen sobre él frente al desafío cada vez más acuciante que le plantan las criptomonedas y las monedas digitales. Se suma, en el caso de la banca argentina, el surgimiento de pequeñas compañías que los están empezando a reemplazar.

Nos referimos, por ejemplo, a la conocida Mercado Libre, una empresa argentina creada por Marcos Galperin en 1999 y dedicada al comercio electrónico, pero que ya cuenta con operaciones sólidas, no solo en la Argentina, sino también en Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.

A dos años de su lanzamiento, firmó un acuerdo con eBay, un gigante global de las ventas por Internet. En el 2005 adquirió las operaciones de DeRemate.com, de Brasil, y que operaba en toda Sudamérica. En 2007 comenzó a cotizar sus acciones en el Nasdaq y en 2008 adquirió a CMG, una operadora de avisos clasificados en línea dedicada a la venta de automóviles.

Fruto de este meteórico ascenso, en 2011 ya facturaba US$ 216 M por año y disponía de una cartera de 52 M de usuarios registrados. Para 2017, superaba, por ejemplo, a YPF y a la red social Twitter y sus acciones en el Nasdaq excedían los US$ 12.700 M.

Pero más allá de esta cadena de éxitos comerciales, lo que nos interesa resaltar es su función de Mercado Pago, que, como veremos, amenaza con quitarle clientes y funciones al sistema bancario tradicional.

Se trata de un sistema por el que sus afiliados pueden pagar con tarjetas de crédito, con transferencia bancaria e incluso en efectivo. La cuenta de Mercado Pago funciona como una billetera virtual que permite, también, resolver todo tipo de pagos evitando trámites y ahorrando tiempo.

Frente a las crecientes regulaciones y costos bancarios, vemos que mucha gente está migrando a Mercado Pago para realizar sus operaciones bancarias rutinarias; no sólo por el simple hecho de que es más fácil y barato que hacerlo por la banca tradicional, sino también porque puede pagar sus compras en Internet y que le llegan por correo, las que vienen reemplazando –pandemia mediante- a las presenciales.

Tal como nos lo explican varias ciencias, los dinosaurios se extinguieron porque no se adaptaron lo suficientemente rápido a las nuevas condiciones de vida del Cretáceo tras la caída de un meteorito en la Península de Yucatán y que produjo un cambio climático catastrófico.

De hecho, fueron reemplazados por pequeños mamíferos que ya no necesitaban toneladas de comida para sobrevivir, ya que eran omnívoros y se contentaban con unos pocos kilos de ella.

Lo mismo pasa con las instituciones económico-financieras que viven en un mundo tan competitivo como el de una selva tropical, en el que el grande se come al chico. Pero en el que también un enjambre de chicos organizados bien pueden devorarse a un grande.

La competencia en ese entorno no ha estado exenta de acciones poco convencionales. Por ejemplo, Marcelo Galperin, quien debió mudarse al Uruguay tras varias peleas con el poderoso gremio de camioneros. O, peor aún, lo que le ocurrió a Jack Ma, el CEO del gigante global de ventas en línea AliBaba (una compañía valuada en US$ 25 billones), quien desapareció –no se sabe si fue en forma forzada- de la visión pública tras criticar al sistema bancario chino en octubre de 2020.

Sea como sea, los gigantes financieros de nuestro sistema bancario, al igual que un Tiranosaurio Rex, están frente a un dilema: o se adaptan o serán devorados por enjambres de Mercado Libre o Alibaba.

 

El Doctor Emilio Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.