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Bienes personales: otro impuesto provisorio que se quedó para siempre

Finalmente, se impuso la postura del oficialismo en el cálculo de la base imponible del tributo, que alcanzará a patrimonios que están muy lejos de poder considerarse fortunas

23 de diciembre, 2021 - 07:30

La Argentina se distingue como uno de los países con mayor presión tributaria del mundo, situación que explica en parte la desinversión y la falta de competitividad de su economía. Pero, lejos de trabajarse para aliviar esa presión, posibilitando ahorro interno e inversión, el gigantesco déficit fiscal hace que la presión vaya en aumento, en un sistema donde se acercan a 170 los impuestos que se aplican.

En muchos casos, además, se trata de impuestos que se sancionaron para una acotada permanencia en el tiempo, y quedaron para siempre. Bienes Personales es uno de ellos, creado en 1991 y solo por esa década, 30 años después sigue vigente.

César Litvin, el prestigioso tributarista, explicó esto en diálogo con la 91.7: “Cuando nació en 1991, se lo llamó impuesto a la riqueza porque estaba pensado para las grandes fortunas, porque el mínimo no imponible era en ese momento, pesos-dólares, 102.300, durante la convertibilidad. Lo que ha sucedido después, vía la inflación y la manipulación de los mínimos no imponibles, se llegó a que cada vez más personas de clase media, y después de clase media baja, empiezan a hacer contribuyentes de este impuesto”.

 

Las nuevas bases

Con el resultado de la sesión de Diputados puesto, el especialista consideró: “Lo que fue aprobado ayer, un aumento incuestionable en el mínimo no imponible, que era de $2 millones –que es un mínimo que viene desde el 2019 totalmente pulverizado y totalmente evaporado por la inflación–, se lo aumenta a $6 millones, que si ustedes me preguntan para mí sigue siendo bajo”.

El proyecto de origen del Senado consideraba un mínimo de $8 millones, y también aumenta el valor de la casa habitación para ser exenta, que era de $18 millones y pasó a ser $30 millones. “Esa parte puede ser insuficiente, pero, por lo menos, está bueno que lo hayan hecho, e incorporan algo que desde la doctrina venimos pidiendo desde la creación del impuesto, y es que todos estos montos en pesos se vas a ir actualizando de forma automática”.

A la hora de las críticas, indicó Litvin: “La parte más indigerible de este proyecto es que vuelven a aumentar el impuesto para los patrimonios medios y altos, porque establecen dos escalones adicionales, teniendo en cuenta que para los bienes en la Argentina las alícuota máxima era del 1,25% y ahora paso a ser del 1,75, en un aumento importante y sorpresivo, nadie se esperaba esto, con lo cual van a van a aumentar los impuestos para una determinada cantidad de contribuyentes”.

Por otro lado, algo que ratificaron en el proyecto es la sobrealícuota que hay sobre los bienes en el exterior, que nació para el año 2019-2020, y terminaba en el 2020, “pero los temporarios en la Argentina, en materia impositiva, se hace permanente, y ayer se aprobó la inclusión nuevamente de esa sobrealícuota que llega al 2,25, y que tiene un peligro teniendo en cuenta que hoy el rendimiento de los bienes, no es muy importantes, y el peligro es que ese impuesto se convierta en confiscatorio, eso está afectando un derecho constitucional, el de la propiedad privada”.

 

Opiniones coincidentes

Otra de las voces consultadas por El Ciudadano fue Claudia Lacalamita, abogada tributarista, quien señaló: “El impuesto corre sobre el patrimonio de las personas, sobre todo, los bienes no incorporados al proceso productivo. La verdad es que arrancó teniendo una buena idea, como para que en ese momento se recaudara un poco más, ahora el sistema tributario es voraz y como que no tiene freno. Hay 167 impuestos en la Argentina, nosotros tenemos fisco en tres niveles: nacional, provincial y municipal y todos ellos suman 167”.

La especialista remarcó: “La gente que tributaba era la que tenía más de cien mil dólares, el problema es que los impuestos se prorrogan porque se ve que recaudan. En el 2019 tenía que dejar de existir y sigue estando”. Además, como agravante, sostuvo: “Grava todo lo que no está incorporado a la producción, y ahora las personas que pagan personales son las que tienen patrimonio de más de 10 mil dólares, que a nivel patrimonial es la nada misma, de 100 mil se fue a 10 mil. No es que la gente tenga más patrimonio, sino que esto es por la inflación. Por eso hay un montón de gente que entra a pagar bienes personales”.

En otro tramo fue consultada sobre lo que específicamente se consideran bienes incluidos en el impuesto: “El patrimonio es lo que una persona tiene menos lo que debe. Ni siquiera se tomaban las deudas en momento. Ahora, si sacás una hipoteca de la casa, se puede restar esa deuda, sino pagarías por el activo. Patrimonio es una casa, un auto. Caja de ahorros y plazos fijos están exentos, ahora si tenés ahorro en efectivo va gravado por bienes personales, si tenés un ahorro en un fondo común de inversión va gravado por bienes personales. Todo lo que sea de tu propiedad es de tu patrimonio, pero hay dos exenciones: caja de ahorro y plazo fijo”.

Sobre la vivienda familiar única, que no tributa en este gravamen, indicó: “En realidad tiene un mínimo no imponible que era de $18 millones, y ahora la llevaron a $30 millones. También por lo que explicaba, el efecto de la inflación. Hay todo un tema por verse, que no sé cómo quedará en Senadores, que son los bienes que los argentinos tienen en el exterior. Eso va a ser un problema para que el Senado se agarre de los cabellos, porque esta ley benefició a 500 mil personas, pero perjudica a 16 mil. El problema es que la frazada es corta, entonces la realidad es que no alcanza”.

Finalmente, consultada sobre la posibilidad de establecer un sistema de actualización automática para evitar que la inflación determine que el impuesto a la riqueza lo terminen pagando familias trabajadoras, indicó: “Uno de los temas que toca la ley es que sea actualización automática, modificada por el Índice de Precios al Consumidor (IPC), informado mensualmente por el INDEC, con eso más o menos andaríamos bien”, aunque cerró con una salvedad: “Hay que ver que sea un IPC transparente, que tenga en cuenta la inflación, porque es el impuesto que más nos cascotea a todos, sobre todo a los más vulnerables”.