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Alejandro Castro Santander: la nueva ley de educación "parece un queso gruyere"

El reconocido especialista analizó el polémico proyecto de la nueva ley de educación de la provincia desde una perspectiva absolutamente crítica

28 de septiembre, 2020 - 07:06

Mendoza transita por una gran polémica, a partir del impulso dado por la Dirección General de Escuelas a un proyecto de reforma de las normativas vigentes, que ha cosechado críticas de los diversos sectores involucrados en el tema, y en algunos casos más que críticas un rechazo de plano.

Alejandro Castro Santander es uno de los especialistas más importantes en el área, persona de consulta en nuestro país y en el mundo, y analizó el proyecto y también los climas de debate en diálogo con CNN Radio Mendoza. En principio, al preguntarle sobre si había sido consultado para contribuir al proyecto, explicó: “Recibí una comunicación muy informal del director general de Escuelas invitándome a participar en el debate, y una invitación a participar exponiendo en el congreso que piensan hacer”, aunque aclaró que no tuvo ninguna participación en el armado del proyecto en cuestión.

Además, agregó: “Tuve la oportunidad de leer la ley, y voy a ser muy sincero. Lo primero es que necesitamos una ley, eso seguro, porque tenemos una muy vieja, del 2002. Hubo amagues en que muchos nos sentamos a pensar cómo se podía contribuir, aunque no pasó absolutamente nada. Te convocan, te preguntan, pero ya está todo definido, entonces a la hora de aplicar lo consultado se ve poco y nada”. Y a ello sumó: “Lo segundo, esto de preguntarle a todo el mundo, me parece que no está del todo bien. Yo haría una diferencia, si no suena muy demagógico. Son temas muy concretos, que hacen a política, a todo lo que sabemos y conocemos sobre la pedagogía, entonces escuchar a todo el mundo es muy relativo. Creo que hay que escuchar, porque te mide una temperatura social general, pero después tiene que haber equipos de expertos trabajando”.

 

El queso gruyere

Entonces, el especialista señaló: “En realidad debería haber sido al revés: un equipo de expertos trabajando, algo un poco más razonable y pensado, y recién empezar a hablar de un proyecto de ley”, y recalcó: “Esto es un gruyere, tiene mucho de la ley federal, tiene mucho de la ley nacional, engaña porque habla de la tecnología, pero tampoco dice nada cuando organismos internacionales, hasta el propio coordinador de las pruebas PISA, pone en duda lo que tiene que ver con la inclusión que se está haciendo de la tecnología, y dice en un texto: “Aquellos países que han invertido en tecnología lo han hecho tan mal que fue peor, bajó la calidad educativa”. Yo hubiera hecho un documento más pensado y no largar un borrador donde todo el mundo va a encontrar peros”.

Castro Santander resaltó que en el tema “tenemos urgencias, dentro de ellas lo que estamos viviendo en pandemia”, pero también extendió sus críticas hacia otros sectores que participan de este debate. “Tampoco estoy de acuerdo con las consideraciones de los sindicatos, del SUTE”, agregó, destacando que “hay temas que son hasta errores metodológicos de lo que sabemos de las ciencias de la educación. Hay consideraciones que son retrocesos: la educación basada en competencias o capacidades vuelve para atrás, si bien engaña con la palabra saberes”.

 

Qué pretende modificar

Además, al responder sobre los cambios profundos, mantuvo el tono crítico: “Leyéndola es muy poco, no hay grandes modificaciones. Sí hay posturas que son inoportunas y otras que son hasta medio temerarias, que son cambios sustanciales”, entre los que destacó el tema del Estatuto del Docente.

“Hay modificaciones que causan irritación, como lo artístico, que la empresa tenga algún tipo de intervención en lo educativo. Hay que ver el justo medio en todo esto, empezar a pensar desde ahí”, aseveró.

Otro de los ejes de su crítica pasa por la concepción de la educación especial: “Hoy se sigue diciendo lo que se dijo siempre, la educación especial es para los chicos con discapacidad. Pero hoy en el mundo se habla, dentro de la educación especial, de los chicos con discapacidad y de los chicos talentosos también, porque es una fortaleza que tienen muchas veces los países, y es un área de la educación donde estos chicos existen y no se los trata como se debe”.

Amplió diciendo que “hay aspectos de dificultades en el aprendizaje donde los chicos donde no están de un lado ni del otro: chicos con autismo, con déficit de atención, disgrafías, disortografías, que son muy marcados y cuesta mucho incluirlos en la escolaridad común. Bueno, de eso no hay ni una palabra”.

Otra de las notorias ausencias en el proyecto, es uno de los que más ha desarrollado a través de su trabajo académico, es el de la convivencia escolar, sobre el cual afirmó: “Tenemos ya desde hace mucho tiempo la convicción de que el clima escolar condiciona absolutamente la calidad educativa, entonces se habla por un lado de calidad y no hay una coma con respecto a la convivencia. Estamos hablando, en una normativa nueva, de una mirada vieja, muy vieja…”.

 

La familia

Finalmente, sobre el rol de la familia en la educación, respondió que “es un tema central”. Castro Santander señaló: “No quiero parecer romántico, pero parece que a la ley le falta corazón en definitiva. Está muy cargada de aspectos administrativos y en realidad el cambio de paradigma pasa por situarse desde otro lado, justamente del sentido de la educación, el sentido de la escuela, hablar de valores, hablar de habilidades blandas, que es el gran déficit”.

Al respecto, amplió señalando: “Hay muchos aspectos que el mundo está revisando: en la nueva agenda de desarrollo sostenible se habla de 17 objetivos, de los cuales uno condiciona a todos los otros: hablar de educación como primero de familia y después de escuela, donde la escuela acompaña y no al revés, no es que la familia acompañe a la escuela”, y concluyó que “lo que realmente hace cambiar el mundo es lo que pasa dentro de la familia, que es lo que no vemos”.

Lamentó que esas cosas no estén contempladas: “Es una cosa fría la ley, donde describen un montón de cosas en las que podemos más o menos estar de acuerdo, pero no estamos yendo al centro del problema”, y concluyó expresando: “Si hoy tuviéramos que hacer un muy buen proyecto educativo, que incluya a la familia, que incluya a la escuela, que incluya a la sociedad –por eso hoy hablamos de ciudades educadoras– es un proyecto que tendría que comenzar en la neurociencia, cómo se aprende, y finalizar en la ética. el problema lo sabemos, es un problema moral, pero eso tiene que atravesar la educación”.

¿Para qué?: “Para cambiar el mundo”.