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El potente valor social del periodismo histórico

Pensar soluciones buscando similitudes en el pasado es el concepto que plantea analizar problemas actuales.

09 de diciembre, 2020 - 09:22

La humanidad y su evolución desde antaño viene observando que a lo largo de la historia se cumplen ciclos. Son sobre hechos o sucesos que bien podrían ser tomados en cuenta para solucionar problemas actuales.

Sin embargo, eso requerirá de un ejercicio de pensamiento con el cual las personas de cualquier comunidad puedan enriquecerse de las experiencias pasadas con el fin de buscar soluciones a inconvenientes actuales.

Ese es el concepto que abona desde hace un tiempo el historiador Walter Burriguini (47), quien explica que “simplemente se trata de buscar un hecho pasado similar a un hecho contemporáneo y analizarlos, siempre tratando de ver qué se hizo mal o qué se hizo bien”.

Pero el mendocino considera que “los hechos del pasado no se pueden repetir”. Que “pueden ser parecidos a los actuales”. Y que “sirven desde un hecho verosímil para aplicarlo sobre un hecho real. Esto es muy útil para aprender a pensar los problemas más que para resolverlos en lo inmediato. Con este método no se puede esperar encontrar una solución rápida, pero si se logra mucho mejor”, manifiesta.

“Hay muchos ejemplos de ello. La Primera Guerra Mundial se vino incubando por unos 50 años. Se esperaba durante ese tiempo que la desencadenara un hecho grave. No se esperaba que fuera por algo menos complicado como el asunto de los Balcanes. En realidad inició porque había mucha tensión acumulada”, recuerda.

Volviendo al plano actual el licenciado en historia compara lo que está ocurriendo desde hace tiempo entre Estados Unidos y China: “Hay que estar muy atentos a todo lo que está sucediendo. Esto también es un conflicto que se viene complejizando hace mucho tiempo y que se ha repartido por todo el Mundo, incluso en Latinoamérica, donde el país oriental viene tratando de ganar mercados”.

“En el caso de Estados Unidos podemos ver que se está expandiendo demasiado y eso lo está debilitando. En el sentido del periodismo histórico o historiográfico este último ejemplo se podría comparar con lo que le sucedió al Imperio Romano”, aclara.

Siguiendo en la misma línea de la comparación Burriguini apunta: “Al dictador rumano Ceausescu y a su caso se lo podría comparar con lo que está pasando en Venezuela con Maduro. Lo que pasó es que a Ceausescu se le fue todo de las manos por el tema económico y la gran pregunta es: ¿Le pasará lo mismo a Maduro?”.

“Si bien el paralelismo no es tan directo sirve para pensar en el caso Maduro. Claro, observando lo que sucedió en Rumania cuyo dictador y su esposa fueron ejecutados acusados de genocidio”, analiza.

También advierte que “extrañamente no hay ningún medio hoy que esté analizando esto y que es muy potente para pensar. Esto del periodismo histórico se enmarca en analizar si la historia es útil o no. Lo que sucede además es que poner la mirada más en lo local o lo regional es más difícil porque existen millones de regiones alrededor del mundo”.

Enfocado en el plano nacional marca que se podría reflexionar en el hecho de “¿por qué no funcionó la esclavitud en Buenos Aires? O que nunca desapareció lo que hoy se identifica como la grieta en la Argentina. A muchos les gusta pensar que es algo nacional pero no es así, aunque podemos recordar la grieta que hubo entre unitarios y federales”.

También propone que se podría pensar respecto a lo que sucedió a partir de la Ley Sáenz Peña de 1912. “Muchos siguen creyendo que fue para incluir a las clases más desvalidas a través del sufragio universal en la Argentina. En realidad fue pensada para neutralizar a las clases populares porque estaban convencidos de que esa gente no estaba preparada. En ese momento la idea era tratar a los violentos como civilizados porque de esa forma creían que no sabrían qué hacer, cómo actuar y sin embargo el efecto fue distinto”, analiza. Y agrega: “Porque desde ese momento empezó un movimiento que terminó en el peronismo, alentando el germen de un proceso hacia los movimientos populares”.

“Fue un proceso muy largo como lo que ocurrió con la Revolución Francesa que no surgió de la nada. Con este tipo de observación podemos identificar procesos por los que tal vez no estamos atentos y se nos pasan de largo. A partir de eso se nos pueden presentar oportunidades para identificarlos”, manifiesta.

“En el caso de la Ley Sáenz Peña identificaron el proceso mal. Para eso sirve el periodismo historiográfico. Porque si la gente piensa más hay más posibilidades de encontrar soluciones. Es como un músculo que se entrena para desarrollarlo. En nuestro caso sería el cerebro. Es una gimnasia mental”, reconoce.

El hombre apuesta a que “analizar de esta manera nuestra realidad le abriría el apetito a la gente, para estudiar procesos, identificándolos primero. Pero generalmente la gente piensa más en el día a día, que no está mal, pero sería más útil incorporar ese ejercicio”.

“Por eso no basta con conocer la historia. Para resolver nuestros problemas comunes habría que sumarle que se aprenda a interpretar los distintos momentos. Que se tengan algunas nociones para avanzar sobre esa interpretación. Es más o menos como lo que pasó con el luteranismo que proponía que la gente tuviera contacto directo con la Biblia, no a través de los sacerdotes. El divulgador tiene que ayudar a interpretar y no darles lo que se tiene que ver como interesante. Brindando las nociones básicas para interpretarla”, añade.

Burriguini confiesa: “A mí me gusta que la gente piense, no que solo acumule datos. Hoy eso es muy fácil en un Mundo donde se puede consultar mucha información a través de los medios digitales y actualmente lo más difícil es pensar, que es lo que no está sucediendo en muchos casos”.

Siempre enfocado en el concepto que promociona critica que “eso no lo podés encontrar en Wikipedia, que está muy bien solo para el acopio de datos, pero no nos ofrece las conexiones, las relaciones para que pensemos los problemas con el fin de alcanzar soluciones”.