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El incomprensible desperdicio de alimentos en el mundo

Un 40% de los alimentos que se producen nunca se consume, comida que podría servir para 3 mil millones de personas.

11 de abril, 2021 - 10:56

La capacidad de asombro en los últimos meses ha venido siendo puesta a prueba alrededor del mundo casi exclusivamente por el caro asunto de la pandemia de coronavirus que aún sigue siendo el gran tema global.

Sin embargo, muchos otros asuntos siguen siendo de principal interés para la humanidad, como el crecimiento exponencial de la población mundial y la escasez de recursos para su supervivencia, donde no solamente el agua dulce está entre los primeros puestos de este ranking, sino también los alimentos que para su producción dependen del líquido vital.

En este mar inconmensurable de temas importantes que nos desvelan todo el tiempo, ahora se agrega la casi incomprensible noticia respecto del desperdicio de comida que, según un reciente informe, nos actualiza sobre que se calcula que casi un 40% de los alimentos que se producen en el mundo nunca se consume. A pesar de la pobreza, que es bien conocida en el planeta y que en la Argentina trepó a un 42% y afecta a cerca de 19 millones de personas en el país. También que hace mella en un 56% de los niños argentinos.

 

 

La tremenda noticia ahora es que se  nos pone ante la situación de que si la humanidad no se prepara bien para los próximos 30 años, ese desperdicio de alimentos nos afectará gravemente. Más aún cuando vemos que la comida que no se consume podría servir para la subsistencia de 3 mil millones de personas.

Según se calculó, para 2050 se espera que la población mundial supere los 9 mil millones de habitantes. Esto es, unos 2 mil millones más de lo que somos hoy. Y una de las cifras más alarmantes es que la cantidad de alimentos que vamos a necesitar durante los próximos 30 años va a ser igual a la cantidad de alimentos que se produjeron durante los últimos ocho mil años.

El planeta no sólo tendrá que proveer los recursos para la población, sino que a su vez absorber los desechos que se producen.

Que un 40% de la comida que se produce nunca llega a una mesa para ser consumida quiere decir que se produce, se transporta, se distribuye, llega a los puntos de venta minorista pero nunca se consume.

Esta producción de alimentos es suficiente como para alimentar a la población que está creciendo alrededor del mundo, pero la desperdiciamos. Claro está que la mayoría de los alimentos que no se consumen se desechan.

 

 

En América Latina, por ejemplo, un 20% del desperdicio de alimentos de venta al por menor se debe al deterioro. Mientras que, en Asia, se pierden hasta un 30% de cereales entre el productor y el mercado. El desperdicio no es un tema menor, un 40% de las frutas y verduras que se producen no se consumen, también sucede con los productos de consumo diario como la leche.

Dentro del desperdicio de comida no hay que dejar de lado el desperdicio de recursos para la producción de esos alimentos, el 40% -de esos recursos- también se desperdicia. Para ponerlo en ejemplos, en Estados Unidos un 90% del consumo de agua es para la agricultura y de eso, un 40% es desperdiciado. Lo mismo ocurre con el suelo, la electricidad, la distribución.

El transporte de los alimentos es también un punto importante debido a que las personas se mudan a espacios desconectados de donde se produce la comida y para que puedan acceder a sus alimentos deben viajar hacia allí. El mundo urbanizado también es un sistema complejo.

 

 

Según el trabajo “Desperdicio de alimentos en supermercados y autoservicios de Argentina: causas y estimaciones”, realizado por We Team, Consumer Goods Forum, GS1 Argentina en febrero de 2021, durante el 2019 en supermercados y autoservicios del país hubo una merma operativa de 4,76%, lo que equivale a unas 123.434 toneladas y a un impacto económico muy importante. 

Esto indica que, durante ese año, por cada $100 vendidos en este segmento, se dejaron de recibir $4,76. Las principales causas que generaron esta merma operativa en 2019 fueron devoluciones, desperdicios, vencimientos, roturas y robo identificado, entre otras.

Los artículos más afectados fueron principalmente pollo, bananas, tomate redondo, carne vacuna y productos lácteos, y aunque hubo un porcentaje de donaciones, no alcanzó a cubrir el total. 

Los envases de alimentos que se producen extienden la vida de los alimentos en un gran porcentaje. Por ejemplo, un corte de carne que dura tres días se puede extender hasta a tres semanas con un material de envasado adecuado, con barrera al oxígeno y sellos seguros. Este es un beneficio para la cadena de suministro, ya que se le otorga tiempo a la distribución, a la venta y también al consumo para el que adquiere el producto”, explicó Mariano Iocco, director de Marketing de Sealed Air para América Latina. La compañía es una de las que se mostraron muy preocupadas por la mala noticia sobre el desperdicio de alimentos.

 

 

Los desarrollos de Sealed Air para la industria “extienden la vida de los alimentos y esta es una manera de evitar el desperdicio de comida. Sus materiales sirven para aislar el oxígeno, darle un sellado al paquete y que pueda ser transportado más fácilmente. En ese sentido y como parte del Compromiso de Sustentabilidad 2025 de la compañía, se está trabajando en la reducción del plástico en los empaques”, aseguró Iocco. 

“Así se ofrecen soluciones más delgadas pero que conservan la integridad del producto y su vida útil. Otro beneficio a futuro que se observará es que el envase de alimentos estará conectado directamente a la información. Digitalizar la información de la cadena de producción de cada alimento permitirá que el consumidor pueda acceder a ella, así como hoy sucede, por ejemplo, cuando hacemos una compra por online”, añadió.

Una enseñanza que brinda esto es que “quien quiera hacer algo bueno por la sociedad o por el planeta, tiene que buscar la manera de prevenir el desperdicio de alimentos”, finalizó Iocco, aludiendo al compromiso que todos debemos asumir cuando nos mostramos preocupados por asuntos como la pobreza, la desnutrición infantil o, simplemente, por la supervivencia sana de la humanidad.