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COVID-19: desinformante global

La primera pandemia de la globalización desnuda el complejo e inestable sistema internacional a través de un entramado de opiniones especulativas

08 de mayo, 2020 - 18:02

Ante una intensa necesidad humana de conseguir respuestas rápidamente,  una crisis humanitaria que por su durabilidad en el tiempo está tornándose cada vez más mega-económica; la obligación de residir en donde sea que desde mediados de marzo estemos, el encierro y una sociedad que juega a las escondidas con un minúsculo virus, se ha generado un acelerador de  opiniones y suposiciones que quieren proveer respuestas a donde solo hay preguntas.

Bajo esta realidad, y debido a que es ’la manera’ de no quedar  totalmente aislados de un mundo que resulta ser completamente virtual, hemos transformado la forma en la que interactuamos pasando gran cantidad de horas del día conectados a alguna red social o simplemente buscando información de actualidad online.

En los últimos tiempos hemos sido testigos de la creación de rumores sobre el origen del coronavirus. Desde hace algunos días ronda la idea de la creación del mismo en un laboratorio chino como  parte de una guerra bacteriológica entre los EE.UU. y el gigante asiático. En la carrera hacia el 5G y cuestiones de ciberseguridad en estos días todos los caminos conducen a China.

Como si fuera poco, hemos visto a un presidente dar curas inexistentes y promover falsas afirmaciones cargadas de irresponsabilidad. Ideas por demás peligrosas, compatibles con su discurso sobre el rumbo que hubiera tomado su vida si no se hubiera dedicado a la política, afirmando que hubiera estudiado ciencia y medicina.

También, han sido reales en esta globalización de información actos xenófobos hacia la comunidad asiática, italiana y española. Las naciones más afectadas por el virus, han sido víctimas de la ignorancia y el miedo que ha producido esta pandemia.

La sensación de desamparo e incertidumbre que genera el hecho de no saber cuándo terminará todo…para volver a la vida que se tenía antes que un virus tomara el control de la humanidad, impulsa la creación de relatos que buscan dar sentido a la situación o simplemente generalizar el caos.  

En sintonía  con el COVID-19, estamos frente a una nueva pandemia global, reconocida por la OMS como ‘infodemia masiva’, la cual aparece en un momento en que la confianza  en los gobiernos y la ciencia está llegando a su punto crítico; generando así un caldo de cultivo para esta epidemia de la desinformación.

¿Qué pueden tener en común quienes niegan la llegada del hombre a la Luna con aquellos que descreen que Hitler se haya suicidado, también quienes aseguran que  Shakespeare era el nombre bajo el cual firmaban sus trabajos diferentes escritores, o los que están convencidos de que si se reproduce al revés 'Stairway to heaven', de Led Zeppelin, se escucha un mensaje satánico?

El descreimiento del negacionismo infundado y el no saber que pasara. La lucha con la circulación de excesiva información que irrumpe más velozmente que el virus en las vidas de las personas, hará que las teorías más disparatadas aparezcan una y otra vez, jerarquizando el “culto a la desinformación” que prospera en el concierto internacional consiguiendo, consecuentemente,  multitudes de adeptos. De esta manera, el minúsculo virus que resultaba algo extraño y desconocido,  que a principios de año afectaba solo al gigante asiático, no solo está erosionando la salud de millones de ciudadanos del mundo sino también el pensamiento crítico de muchos de ellos, resultado de la imposibilidad humana de sostener preguntas sin respuestas.