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El centroforward nació al amanecer

Juan de Dios Fernández conformó junto a Medardo Sosa, el Peto Flamant y Alfredo Quique Lucero un cuarteto atacante que brilló en el Atlético Argentino de 1959 coronándose campeón ante la Lepra mendocina

07 de junio, 2020 - 20:39

Entre exhaustos y exultantes, los muchachos del Atlético Argentino fueron los caporales de la diablada del Oruro sanjosino. Los objetos de culto de esa procesión festiva que retornaba triunfal desde la cancha de Gimnasia ese domingo de 1959. Las estatuas vivientes de la caravana feliz, que conectó por un buen rato los portones del parque con la calle Mitre. Parecía marzo vendimial, pero era noviembre 8. 

La simpatía por el humilde demonio que había puesto de rodillas a la poderosa Lepra en dos finales en el estadio del Lobo se hacía evidente al paso de esa rugiente multitud. “Academia, Academia”, cantaban los hinchas trepados a los autos, a los camiones, en Bici o a pata, ahí desde la Emilio Civit hasta el barrio Belgrano. “Dale campeón, dale campeón” y “Si, sí señores soy del Taladro”, repetían. Esa tarde había sido 1 a 1, pero una semana antes un 2 a 1 a favor.

El Taladro era el Atlético Argentino de 1959. Y lo era porque se había devorado a todos y solo había perdido dos partidos, uno de ellos justamente contra el equipo al que habían derrotado en la final: Independiente Rivadavia. La Academia era el campeón del torneo de la Liga Mendocina y puta, sino era para estar feliz.

Juan de Dios Fernández, el 9 de aquel equipo iba trepado junto a otros compañeros suyos a un Ford que encabezaba la caravana triunfal. En ese auto y en los otros venían todos los 23 héroes: Luis Iaconetti; Oscar Lucero, Italo Fernández; Salvador Cumaudo, Miguel Corral, Juan Orué, Roberto Puysegur, Héctor Flamant, Medardo Sosa, Mariano Chavez, Armando Palazetti, Aroldo Cortenova, Eduardo Beltrán, Ruben de la Fuente, Roberto Bustos, José Vitale, Juan Martínez, Carlos Rojas, Juan Yacomi, Daniel Cabrera, Ramón Casanovas y Francisco González. El DT era Armando Nocetti.

“Era impresionante. La hinchada venía acompañándonos desde el parque cantando “la Academia”. Me asomaba por la ventanilla del auto y miraba hacia atrás y era imposible decirte la cantidad de vehículos que nos acompañaron hasta la calle Mitre”, dice. “Hoy vivimos otra época”, asevera con sensatez y sentimientos.

“Y pensar que en el 58 terminamos en los últimos puestos. Para el 59’ se incorporaron el rosarino Puisegur y Chávez. El equipo lo armó con buena visión el presidente José Vega. Nos entrenábamos entre semana y una vez por semana nos juntábamos a comer. Perdimos solo dos partidos uno en cada rueda (ante Godoy Cruz e Independiente). La virtud que teníamos era que antes de los quince del primer tiempo ya nos poníamos en ventaja”, agrega.

El recuerdo de aquel gran equipo de 1959 es inalterable para Juan de Dios Fernández. "El cerebro era el Peto Flamant. Pero Medardo Sosa era un goleador formidable y el Quique Lucero era muy habilidoso. Otros que disfruté mucho fueron Oscar Lucero, mi hermano Italo que después se fue a Independiente, Rosendo, el Gringo Iaconetti (arquero) que cuando se te tiraba encima te lesionaba, se tiraba con todo”, rememora con una sonrisa.

-Esa final del 59 estaba para cualquiera de los dos ¿no?

-Sí, sí. Era cuestión de quien hacía el primer gol. Independiente tenía un gran equipo con cracks como Arbolito López, Gándola y Conejo Cortez. Llegar a esa cancha contra ellos que tenían la hinchada más grande y ganarles es uno de los recuerdos más hermosos de mi vida. En el campeonato ganamos y perdimos contra ellos. En Argentino le íbamos ganando 3 a 0 y nos empataron. Sobre la hora le hicimos el cuarto y ganamos ante una multitud.

-Hagamos memoria ¿en que año le tocó debutar?

- En 1953 contra Gutiérrez, con 16 años. Yo estaba en sexta división pero a veces venía a buscarme Luis Quiroga que dirigía en la quinta.

“Me acuerdo que para Gutiérrez jugaba Cerioni, un gran jugador que después se fue a México. Cuando disputábamos alguna pelota jugada él me alentaba. Veía que gambeteaba y me decía: ‘qué bien pibe, dale pibe’. 

“Hice mi primer gol en la segunda fecha contra Andes Talleres. Para ellos jugaba un jugador de apellido Fernández que hizo el primer gol y luego yo lo empaté. Ese día curiosamente, hubo goles de dos Fernández.

-¿Cómo fue aquel gol?

-Luis Iaconetti, pateó desde al arco y en la mitad de la cancha estaba el recordado Amábile que era alto. Saltó y la cabeceó para atrás. Yo corrí, la recibí y llegué hasta el área. Cuando me salió el arquero Weiner hasta la mitad, se la levanté y entró picando.

-¿Se acuerda de otros goles?

-Síiii. Una vez contra Gimnasia en nuestra cancha, me hacen un foul. Cuando el árbitro otorga el tiro libre, Viene Poroto Bustos y dice: ‘déjenselo patear al pibe’. Porque si no la agarraban Flamant o Medardo Sosa para patear. Le hacen caso a Poroto y me puse frente a la pelota. Veo que el arquero arma la barrera con 8 hombres, pero dejó un huequito entre dos de ellos. Yo veía uno de los palos y decía ‘si la paso por el medio hago el gol’. Le pegué, pasó por el huequito, pegó en el poste y fue gol. Al primero que abracé fue a Poroto”.

“En otro partido Aroldo Cortenova me tira un centro y yo la mato (a la pelota) en el área chica con la izquierda, no sé porque el arquero no me salió. Se me elevó un poquito y le doy; salió alta y entró pegadita al travesaño. Estaba casi abajo del poste”. 

-Y una vez hizo siete goles en un partido. 

- Sí, a Chacras de Coria. Ellos habían subido de categoría, formaron un lindo equipo, pero bueno, nosotros éramos superiores. Cada vez que encarábamos al arco metíamos peligro. Flamant cuando llegaba al área, en vez de patear se daba vuelta y me la tiraba para que yo convirtiera. Ganamos 8 a 1, el otro lo hizo Medardo.”

“Lo gracioso es que una jugada me la centran y pateo desde afuera del área y da en el travesaño. Me agarraba la cabeza ‘¿Cómo me pude perder ese gol?’ Ni me acordaba que íbamos goleando (risas)”.

-Y estuvo con ellos dos (Medardo y Flamant) en la selección mendocina…

-Sí, con ellos y el Victor Legrotaglie también. Aprovecho para mandarle un gran saludo a él. 

-¿Cómo era el Juan de Dios Fernández jugador?

-Yo era un nueve que le gustaba bajar algunos metros a buscarla y aprovechar el pique corto y la rapidez en los espacios chicos. Llegaba al área y amagaba a la derecha o izquierda y si el defensor se movía un poquito lo sacaba de su posición. Esquivaba y pateaba rápido.

-¿Cómo es que usted llega a Argentino?

-Es que nací en Argentino, literalmente. Porque mi papá era el canchero del club y vivía en el club. Le daban una casa y ahí vivía con mis papás y 4 hermanos; al poquito tiempo nos mudamos cerca de la cancha e iba a entrenar y a jugar.

“Me acuerdo que antes de que se hiciera la cancha de Argentino había un baldío que la familia García, que vivía al lado, usaban para cortar ladrillos. Teníamos que bajar tres o cuatro escalones porque había quedado adentro de un pozo.

“Mi mamá tenía la cantina del club. Los días de partido hacía empanadas en el horno, que mi papá había levantado".

-Y además conoció a su esposa en el club ¿no?

-Sí. Mis suegros eran fanáticos de Argentino. Iban a vernos a todos lados. De hecho a ellos le regalé la camiseta de la final del 59. Un día la madre de mi esposa (Olga Casé), le dice: ‘Te voy a presentar a Juan de Dios’. Ella no quería saber nada, porque no le gustaba el fútbol.  En un baile de carnaval en la pista de Basquet del club, fue a tocar una orquesta y un cuerpo de ballet en el que bailaba Olga.

“Mi hermano Italo, le decía a mi otro hermano: ‘flaco mirá que linda esa chica’, lo decía por mi señora para hacerme rabiar. Nos pusimos de novios con Olga y al tiempito nos casamos. Tuvimos cinco hijos y once nietos”

-¿Conoció a dos Luis Serra, quien fue el que donó los terrenos para el club?

-Síiii, claro. Tengo una anécdota linda con él. Yo tenía unos 15 años y con el desparpajo de cualquier niño le dije: “Oiga señor ¿usted no me podría comprar unos zapatos de fútbol?”. Serra me miró y me contestó: “Cuándo usted aprenda a jugar al fútbol, se los vos a comprar”. 

-¿Qué es Argentino para usted?

-Y (piensa y se le entrecorta la voz) Es mi club, es mi infancia y mi familia. Yo le debo mucho a Argentino. A veces voy a la cancha y me siento en la platea y recuerdo tantas cosas bonitas vividas con tantos compañeros. Algunos que están como Quique Lucero y Corral y otros que ya se fueron. 

Juan de Dios Fernández cierra la nota, vía telefónica con una anécdota graciosa de estos tiempos: “Hace poco, íbamos con mi nieto más chiquito, de cinco caminando para el almacén y me pregunta serio: “abuelo ¿vos jugaste con Messi?. No, nene cuando yo jugaba no nacían ni sus padres (risas).

Las dos finales

31 de octubre

Cancha: Gimnasia 

Atlético Argentino 2: L.Iaconetti; O.Lucero, I.Fernández; S.Cumaudo, M.Corral, R.Puysregur; J.C.Orué, H.Flamant, J.D.Fernández, M.Sosa, A.Lucero.

Independiente Rivadavia 1: R.González; D.De Micheli, A.Gándola; P.Romero, A.Barbieri, M.Santos; P.Jofré, O.Bracconi, R.López, G.Barbosa, O.Gómez.

Goles: 15’  Medardo Sosa (AA)15, 63 Oscar Lucero (AA) en contra; 75’ Alfredo Lucero(AA)

Arbitro: G.Puebla.

8 de noviembre

Atlético Argentino 1: L.Iaconetti; O.Lucero, I.Fernández; S.Cumaudo, M.Corral, A.Palazzetti; J.C.Orué, H.Flamant, J.D.Fernández, M.Sosa, A.Lucero.

Independiente Rivadavia 1: R.González; A.Merlo, A.Gándola; B.Sánchez, L.Cortez, M.Santos; P.Jofré, O.Bracconi, R.López, G.Barbosa, O.Gómez.

Goles: 39’ A.Lucero (AA); P.Gómez (IR)

Arbitro: J.L.López.