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Melitón Arroyo, el gobernador al que eligió la Legislatura y fue depuesto por la revolución de ‘los colorados’

Oriundo de Buenos Aires, llegó a nuestra provincia cuando tenía 20 años y aquí se destacó por sus actividades sociales, comerciales y políticas

10 de abril, 2023 - 07:39

Hace 156 años, la provincia de Mendoza estaba sumida en una sangrienta revolución denominada ‘de los colorados’, que meses atrás había destituido al gobernador don Melitón Arroyo, un personaje muy respetado en el ámbito político, el comercial y la sociedad local.

Aquel mandatario prometía para los mendocinos una gestión de prosperidad, pacificación y progreso luego del terremoto que había pulverizado la ciudad con un costo alto de víctimas.

Conozcamos la historia de aquel hombre que fue elegido gobernador y tuvo un mandato de pocos meses en aquellos días turbulentos que vivía el país.

 

Arroyo, el forastero

Su nombre completo fue José Melitón Arroyo y Juárez, nació el 9 de marzo de 1801 en la ciudad de Buenos Aires, era hijo de Diego Estanislao de Arroyo y Paulina Juárez y fue bautizado en el templo de Nuestra Señora de Monserrat.

Llegó a Mendoza cuando tenía más de 20 años y aquí contrajo matrimonio el 2 de mayo de 1835 con Trinidad Godoy y Sáez, hija de Francisco de Borjas Godoy y de Antonia Sáez, quienes descendían de una familia de abolengo de la provincia. La boda se celebró en la Iglesia de San Nicolás de Tolentino.

A pesar de los momentos políticos turbulentos que vivía la provincia, José Melitón estaba abocado a sus negocios. Mientras tanto, en 1836 nacía su primer hijo, José Gabriel, el 24 de marzo. Luego la familia Arroyo tuvo muchos hijos más, de los cuales algunos fallecieron siendo muy pequeños y otros sobrevivieron, como es el caso de Clementina, quien se casó con Nicanor González y se destacó como una de las damas más importantes de la sociedad mendocina de fines del siglo XIX.

Con el tiempo, Melitón –como le llamaban– se involucró en la política y a partir de 1850 formó parte de una comisión legislativa designada por el entonces gobernador de la provincia, Alejo Mallea.

En la noche del 20 de marzo de 1861, un terremoto de gran magnitud azotó a la provincia de Mendoza, cuyo epicentro estuvo muy cerca de la ciudad. Sólo bastaron unos minutos para que la fuerza del sismo destruyera casi por completo la vieja ciudad fundada 300 años antes, dejando más de 4.800 muertos. En ese duro trance Arroyo acudió inmediatamente a socorrer a los sobrevivientes del trágico siniestro y fue nombrado miembro de la llamada ‘Comisión de auxilio a las víctimas’.

Estas acciones lo llevaron a ser reconocido por gran parte del pueblo y de sus amigos de la política, quienes debido a su gran trayectoria le nombraron presidente de la Legislatura provincial en 1862, y cuatro años después ocupó la gobernación local.

 

Un gobernador en problemas

Melitón Arroyo fue elegido por la Legislatura el 1 de noviembre de 1866, y compartieron con él las tareas administrativas como ministros de gobierno don Francisco Civit, hasta el 22 de mayo de 1867, y don Adriano Gómez luego, por renuncia del precedente.

A los ocho días de ocupar el cargo, se sublevaron en la ciudad las milicias, a las que se unieron 280 hombres del batallón que estaba pronto a marchar hacia el litoral como refuerzo del Ejército Argentino, que a su vez estaba en conflicto armado contra el ejército del Paraguay en la denominada guerra de la Triple Alianza.

Los jefes insurgentes, a través de sus subordinados dieron orden de abrir las puertas de la cárcel y dejar libes a todos los presos, que sumaban 60 y armarlos para salir en contra del gobernador.

El primer mandatario se enteró de la noticia durante la madrugada, cuando se encontraba acompañado por su ministro Civit en una reunión en casa de don Ramón Contreras.

El movimiento revolucionario se propagó entre la población y parte de ella se adhirió a la sublevación.

La noticia puso en alerta al jefe de Estado local quien, asustado, huyó a pie precipitadamente junto a sus ministros y otros miembros del gobierno hasta una quinta cercana a la ciudad. Allí reunió a sus funcionarios y algunos simpatizantes leales y todos partieron a refugiarse en el fuerte de San Rafael.

En ese lugar se encontraba el comandante Irrazábal, en quien Arroyo delegó el mando autorizándolo a adoptar las medidas del caso para su reposición.

Con la fuga de Arroyo, el gobierno provincial quedo acéfalo y los revolucionarios –que usaban un cintillo punzó y se proclamaban federales– tomaron el poder.

Ante la situación, el gobierno nacional envió tropas para sofocar la rebelión que surgió en Mendoza y pronto se extendió a otras provincias, lo que dio origen a numerosos combates y derramamiento de sangre, los que tuvieron lugar desde el 11 de noviembre 1866 hasta el 11 de abril de 1867.

Estos hechos hicieron que el presidente Bartolomé Mitre le ordenara al general Wenceslao Paunero que reorganizara sus tropas en la provincia de Córdoba y marchara hacia Cuyo. Con él venían fuerzas veteranas a las órdenes del general José M. Arredondo.

El 1 de abril de 1867 tuvo lugar un choque de fuerzas en San Ignacio, localidad situada entre San Luis y Villa Mercedes, donde las tropas revolucionarias fueron derrotadas y sus jefes tomaron el camino de huida hacia Chile

El triunfo de los nacionales le permitió a Paunero restablecer a Arroyo en el gobierno de Mendoza.

 

Restablecimiento y renuncia

Desde la Nación se solicitó la intervención nacional y el 22 de noviembre el general Paunero ocupó ese cargo a efectos de restituir definitivamente a Melitón Arroyo.

Habiéndose operado un cambio radical en lo político por medio de una revolución, preparada y combinada de antemano, surgió una nueva autoridad, ante la cual Arroyo presentó su renuncia. Sin embargo, continuó en ejercicio del gobierno hasta el 11 de julio, momento en que lo sucedió interinamente el presidente de la Legislatura.

Los gastos de guerra por los levantamientos producidos durante su gestión se solventaron con un crédito de 8.000 pesos al que debió recurrir la Provincia.

 

Los últimos años de Melitón

Después de estos lamentables acontecimientos que dejaron a don Melitón sin la posibilidad de gobernar como él pensaba, se retiró de la vida política para seguir dirigiendo sus emprendimientos privados

Arroyo falleció el 28 de abril de 1875 en la ciudad de Mendoza y fue enterrado en el entonces cementerio General de la Provincia – hoy cementerio de la Ciudad de Mendoza– y su defunción fue asentada en los libros de la iglesia San Nicolás de Tolentino ese mismo día.