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Juan Bautista Alberdi, el padre de nuestra Constitución

Antes de ser un político apasionado por su patria y un firme opositor a Rosas –por lo que debió exiliarse– el destacado jurista fue músico y literato

02 de octubre, 2023 - 09:33

Fue uno de los pensadores más importantes de la historia argentina, y por ende, el padre de nuestra Constitución Nacional que dio lugar a la creación de la República Argentina.

Músico, escritor, filósofo, jurista, economista, y sobre todas las cosas idealista, así fue Juan Bautista Alberdi quien con su compromiso y determinación se forjó desde una edad temprana.

Nacido en Tucumán en 1810 en el seno de una familia que se adhirió con fervor a los hechos de Mayo, creció en un ambiente impregnado de pasión por la independencia y la política. Su padre, Salvador Cayetano Alberdi Egaña, mantenía una gran amistad con el ilustre general Manuel Belgrano, quien en ese entonces lideraba el Ejército del Norte.

Sin embargo, la vida de Alberdi tomó un giro significativo cuando su padre falleció en 1822, dejándolo al cuidado de sus hermanos mayores.

 

Educación y juventud

El futuro padre de la Constitución se trasladó siendo muy joven a la ciudad de Buenos Aires, donde recibió una beca de estudio otorgada por la provincia de Buenos Aires, lo que le permitió ingresar al prestigioso Colegio de Ciencias Morales.

Aunque inició con entusiasmo sus estudios, los abandonó prematuramente en 1824 debido a las dificultades que enfrentó en la enseñanza. Fue en esta etapa que comenzó a desarrollar su amor por la música, un interés que lo acompañaría a lo largo de toda su vida.

Posteriormente, trabajó como ayudante de comercio en la casa de Juan B. Moldes, un colaborador de su difunto padre, cuyo negocio se encontraba frente a su colegio. Sin embargo, la vista diaria de sus compañeros de colegio lo llevó a reconsiderar su decisión, y así retornó al estudio.

Continuó su formación en jurisprudencia en la Universidad de Buenos Aires y luego en la Universidad de Córdoba. No completó sus estudios en esta época, pero posteriormente los retomaría en 1840, obteniendo finalmente su título de doctor en jurisprudencia durante su estancia en Chile.

Mientras residía en Buenos Aires, Alberdi también se dedicó a la música y compuso obras clásicas para piano, guitarra y flauta, que compartía con sus amigos. En 1832, escribió su primer libro, El espíritu de la música.

El jurista argentino dejó un importante legado a las generaciones que lo sucedieron

Idealismo de un apasionado

Alberdi viajó en 1834 a su provincia natal y después rindió exámenes en Córdoba, obteniendo el título de bachiller en Leyes. Sin embargo, este título no le permitía ejercer la profesión legal, por lo que debió cursar dos años adicionales en la Academia de Práctica Forense y rendir un examen ante la Cámara de Apelaciones.

Durante su tiempo en Tucumán, colaboró estrechamente con el gobernador Alejandro Heredia y dedicó un folleto a la descripción de esa provincia, titulado ‘Memoria descriptiva de Tucumán’.

A pesar de la oferta de Heredia de habilitarlo por decreto para ejercer la abogacía y de integrarlo en la Legislatura provincial, Alberdi se negó argumentando que aún no era abogado y que tenía la intención de doctorarse en Buenos Aires.

En 1837 Alberdi se unió al influyente Salón Literario de Buenos Aires, una librería que inició sus actividades en la calle Reconquista 64, aunque después funcionó en diferentes lugares. Perteneciente a Marcos Sastre, en la trastienda se reunían para exponer las ideas del romanticismo y del liberalismo.

En ese espacio entabló amistad con figuras intelectuales notables de la Generación del 37, como Juan María Gutiérrez, José Mármol, Esteban Echeverría y Miguel Cané (padre), entre otros. El grupo compartía la visión de una democracia liberal y abogaba por una organización mixta del país como solución a las tensiones entre federales y unitarios.

Ese mismo año, siendo todavía estudiante, Alberdi publicó lo que consideraba su tesis doctoral, el ‘Fragmento Preliminar al Estudio del Derecho’. Esta obra sentó las bases del historicismo jurídico argentino, una doctrina que concebía el sistema jurídico como un elemento dinámico y en constante evolución en la sociedad.

También se destacó como escritor y editor al fundar el periódico La moda, que exploraba la evolución de la moda en Europa y enriquecía el panorama cultural de la época con el apodo de Figarillo.

Juramento de la Constitución Nacional de 1853

El exilio tan temido

Alberdi fue uno de los opositores más destacados del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas. En noviembre de 1838, se negó a prestar juramento al régimen rosista y se enfrentó al gobierno, lo que lo llevó a ser perseguido por la Mazorca –una organización parapolicial al servicio de Juan Manuel de Rosas para reprimir a sus opositores–, siendo acosados la mayoría de los miembros del Salón Literario de Buenos Aires, por lo que este se disolvió. Luego, Alberdi formó parte de la logia masónica denominada ‘La joven Argentina’.

La persecución de Rosas forzó al exilio a la mayoría de sus miembros, incluido Alberdi, que se refugió en Montevideo. Durante su ostracismo dejó atrás a su amante y a su hijo recién nacido, llamado Manuel, a quien nunca reconoció oficialmente. 

 

Dos paladines de la libertad

Alberdi estaba en París en casa de su amigo Manuel J. de Guerrico esperando asistir a un funeral en el cementerio de Montmartre, cuando compartió un sorpresivo encuentro con el general José de San Martín, cuando este hizo su entrada en la morada.

La sorpresa fue que el Libertador era diferente a las descripciones exageradas que Alberdi había escuchado: no era muy alto, tenía un tono de piel moreno y parecía delgado. Y aunque se decía que su salud estaba en mal estado, lucía más joven y ágil de lo esperado.

Este encuentro también marcó el primer viaje en tren de Alberdi, ya que posteriormente se dirigieron con su amigo a la casa del vencedor de Maipú, ubicada en Grand Bourg, rodeada de hermosos jardines y plantas bien cuidadas.

La hija del general, la señora Balcarce, había dotado a la casa de un ambiente de buen gusto y elegancia. Alberdi visitó el gabinete de San Martín, donde vio su famoso sable y las pistolas que lo habían acompañado durante toda la campaña independentista.

La importante reunión ofreció a Alberdi una visión íntima de la personalidad y la modestia del gran Capitán, quien, a pesar de sus hazañas, no hacía alarde de sus logros. Fue un día que Alberdi recordaría con admiración y asombro toda su vida.

 

Aporte para una Nación

Tras la derrota de Juan Manuel de Rosas en la batalla de Caseros, en 1852, Alberdi regresó a la Argentina. Su contribución más destacada fue la redacción de ‘Bases y Puntos de Partida para la Organización Política de la República Argentina’, la obra que estableció los principios fundamentales de la Constitución Argentina de 1853. En ella abogó por la libertad individual, la promoción de la inmigración europea y el liberalismo económico como factores clave para el progreso del país.

Después de su destacada contribución, Alberdi continuó su carrera como diplomático en Europa, donde desempeñó un papel fundamental para obtener el reconocimiento internacional para la Confederación Argentina.

En 1878 regresó nuevamente al país y fue elegido diputado por Tucumán al Congreso Nacional. En esta etapa se reconcilió con Domingo Faustino Sarmiento, otro destacado intelectual argentino con quien había tenido diferencias ideológicas en el pasado.

 

Últimos años y su legado

Alberdi falleció en Neuillysur- Seine, un suburbio de París, el 19 de junio de 1884, a la edad de 73 años. Sus restos, después de un proceso de repatriación, finalmente encontraron su descanso final en nuestro país en un mausoleo en el cementerio de la Recoleta, de la ciudad de Buenos Aires.

A lo largo de su vida, Alberdi dejó una huella indeleble en la historia argentina y en el pensamiento político y económico de su país. Sus ideas sobre la libertad individual, la inmigración y el liberalismo económico siguen siendo relevantes y continúan influyendo en la Argentina moderna.

Así, su legado perdura como un recordatorio del hombre que ayudó a moldear el destino de la nación en un momento crucial de la historia.