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El día que simpatizantes de los realistas atentaron contra la maestranza del Ejército de los Andes

Un incendio destruyó parte de las instalaciones en las que se fabricaban armas y pertrechos para las tropas pero no cambió los planes del General San Martín

29 de agosto, 2022 - 14:53

A fines de agosto de 1816, en plena preparación del Ejército de los Andes, se produjo un atentado en los galpones de la maestranza en la ciudad de Mendoza, por parte de un grupo de realistas que tenía como objetivo sabotear a las fuerzas patriotas.

El incidente conmocionó a toda la población y la noticia llegó hasta Buenos Aires, la capital de las entonces Provincias Unidas del Sud, donde fue publicada por la Gazeta de Buenos Ayres, vocero oficial de aquel gobierno.

Poco se sabe que este fue otro de los atentados que tuvo que soportar el flamante jefe del ejército, General José de San Martín, ya que 30 días antes una facción de la oficialidad patriota intentó asesinarlo mediante un complot que afortunadamente fue desactivado.

 

La maestranza del estado

La noche cayó sobre la aldea mendocina aquel 29 de agosto y el repiquetear de las campanas de los templos marcaba las 20. A esa hora, los obreros de la maestranza dejaban su trabajo, pero antes de marcharse, los capataces de las distintas secciones se aseguraban que las fraguas estuviesen apagadas.

El establecimiento se encontraba ubicado a dos cuadras al Sur de la Plaza Mayor (o principal) –hoy Pedro del Castillo– y lo formaban unos galpones de la casa que ocupaba los talleres.

En aquel lugar, todos los días, trabajaban unas treinta personas que estaban contratadas por el Estado, entre las cuales se destacaban carpinteros, hojalateros, talabarteros, rienderos y zapateros, y todos se encontraban a las órdenes del jefe de maestranza, capitán Luis Beltrán.

A pesar de estar cerradas las puertas, varios realistas aprovecharon la oscuridad de la noche para cumplir con su objetivo: incendiar la casa y los galpones lindantes en donde se encontraban varios quintales de pólvora, con el fin de obstaculizar la organización del ejército que se iba a dirigir a Chile.

La acción terrorista no impidió que el General san Martín cumpliera con su propósito de liberar a Chile y después a Perú

 

Se incendia la ciudad

A la medianoche comenzó el fuego en la casa de la maestranza y algunos vecinos vieron las llamas que salían desde el interior.

Inmediatamente se dio la voz de alarma y varias personas salieron con sus ropas de dormir para sofocar el fuego, que ya se extendía a otras dependencias. También las autoridades militares y civiles concurrieron a ver lo que ocurría.

El fuego era de tan grandes dimensiones que se creyó que se extendería a toda la ciudad.

Muchas familias comenzaron a evacuar sus casas de la cuadra en donde se encontraba la maestranza –actual calle Corrientes al 500– porque se corría el riesgo de que explotara el depósito de pólvora y eso causaría un grave daño a toda la manzana.

Vecinos, soldados y autoridades buscaron baldes de madera para sacar agua de las acequias, pero éstas estaban vacías, ya que los realistas habían cerrado las compuertas interrumpiendo el curso, por lo que se decidió tomar el líquido elemento de otro lugar.

Otra de las acciones que se ejecutaron fue la de cubrir el techo y las paredes del edificio con pieles de carnero, colchones, alfombras y frazadas empapadas en agua y con gran esfuerzo el siniestro fue sofocado.

Casi todo el vecindario de la ciudad salió a presenciar el extraordinario incendio, y gracias al accionar efectivo de los vecinos se pudo evitar una catástrofe y la pérdida de muchas vidas.

El capitán Luis Beltrán, cuando aún vestía hábitos religiosos

 

Un castigo particular

Días después, el gobierno realizó una exhaustiva investigación en la que se hizo declarar a los responsables del establecimiento, y en todos los casos los relatos fueron coherentes con las actividades realizadas antes del incendio.

Se descubrió que el atentado fue provocado en una de las fraguas que había sido prendida intencionalmente luego que los trabajadores se habían marchado.

El juez llamó a varios realistas para declarar y posteriormente se llegó a la conclusión de que el grupo de sospechosos había perpetrado el siniestro.

Por ese motivo, el gobernador San Martín impuso una pena consistente en un aporte de dinero para una parte de los españoles que estaban en contra de la causa americana, por lo que cada uno de ellos debió que pagar casi diez mil pesos, una cifra muy importante para ese momento.

El siniestro hizo que la maestranza estuviera inactiva un mes, pero eso no impidió que tiempo después el Ejército de los Andes pudiera partir y marchar por los pasos cordilleranos para liberar el territorio chileno.