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El centenario Colegio Nacional Agustín Álvarez

Creado en 1865 a instancias del entonces presidente Bartolomé Mitre, el prestigioso establecimiento lleva el nombre de uno de los más destacados personajes de nuestra provincia

08 de noviembre, 2021 - 08:02

El Colegio Nacional fue un ícono de la educación en Mendoza. Por allí pasaron alumnos que luego serían grandes personalidades de la política, las ciencias y el arte.

Su fundacion data de mediados del siglo XIX y actualmente sigue funcionando en su centenario edificio ubicado en la calle Chile, de la Ciudad.

 

Génesis centenaria

Corría 1865. Hacía muy poco tiempo que la ciudad de Mendoza lentamente se levantaba de aquel terrible terremoto que la destruyó el 20 de marzo de 1861 y la dejó sin sólidos establecimientos educativos de formación secundaria.

La tradición de estos estudios se inició en Mendoza a mediados del siglo XVIII, impartidos en el Colegio de los Jesuitas, y continuó en 1817 con el Colegio de la Santísima Trinidad.

En aquel año, por una iniciativa del entonces presidente Bartolomé Mitre, fue creado  en nuestra provincia el Colegio Nacional, cuyo programa de estudios estaba ajustado al de su similar de Buenos Aires.

Después de un tiempo, y como si fuese una paradoja del destino, el 20 de marzo de 1865 se iniciaron las clases en el Colegio Nacional de Mendoza, que se ubicó por aquellos años en la calle Belgrano, en donde hoy se encuentra el edificio que ocupa Aysam, ex Obras Sanitarias Mendoza.

El primer rector que tuvo ese colegio fue Manuel José Zapata, y entre los alumnos fundadores se encontraba quien años después fuera el distinguido doctor José Vicente Zapata, su sobrino. 

En sus flamantes aulas estudiaron los más destacados hombres que tuvo nuestra provincia en su historia, entre los que se encontraban Agustín Álvarez, Rodolfo Zapata, Lucio Funes, Guillermo Cano, Ricardo Videla y Julio Raffo de la Reta, entre otros.

 

Alumnos eran los de antes

Estudiar en aquel colegio no era muy fácil para los jóvenes que ingresaban, ya que los profesores eran exigentes al extremo y no dudaban en castigar al alumno que cometía alguna travesura, hacía alguna mueca o no entendía el tema.

Los estudiantes tenían varias materias, como Matemáticas, Lengua, Literatura, Química, Filosofía, Geografía e Historia, entre otras. Y según contaban algunos viejos alumnos de aquel entonces, debían estudiar todo de memoria.

Si llegaban a faltar o a hacerse la tradicional “sin cola”, al día siguiente los alumnos quedaban escrachados en el periódico de Los Andes, y si eran atrapados por la Policía o denunciado por algunos fuera del establecimiento y en el horario de clases, se tenía que atener a las más severas consecuencias, tanto del rectorado como de su padre, que seguramente le propinaba una brutal paliza. 

De todos modos siempre había algún escurridizo que hacía de las suyas aunque por supuesto en ese tiempo no había Facebook para “sincolearse” masivamente. 

Existía un estricto orden hasta en el vestir, generalmente a la moda de aquel entonces, con levita y moño. Y si hablamos de los profesores, eran en realidad personalidades públicas, como ministros de diferentes carteras en el gobierno provincial que a su vez ejercían la docencia, además de médicos, políticos, abogados o filósofos de gran renombre.

Al respecto podemos hacer mención de Julio Leónidas Aguirre, Ventura Gallego, Antonio Grilli, Rodolfo Zapata y Conrado Céspedes, entre otros. Muchos de ellos habían sido alumnos del establecimiento, así que lo conocían muy bien y era como su segunda casa. 

En el Colegio Nacional se ejercía la enseñanza del bachillerato pero también la de Agricultura, y en 1874 recibió desde Alemania equipamientos para el Departamento de Química y Minería, que formaba técnicos en esa especialidad.

 

Agustín Álvarez estudió en el colegio que lleva su nombre.

 

Ciento once años no es nada

La Ciudad creció a ritmo acelerado para aquella época, por lo que los directivos entendieron que era necesario tener un establecimiento de grandes dimensiones. Por eso en 1904 se dictó la ley N° 287 de escritura del terreno del proyectado establecimiento con el fin de facilitar la realización de un proyecto que afectaba el progreso educacional de la provincia. 

A través de esa norma se autorizaba al Poder Ejecutivo para escriturar a favor del gobierno nacional el terreno fiscal de 7.962 metros cuadrados identificado como manzana 45 del plano de la ciudad, ubicado entre las calles Rivadavia, 25 de Mayo, Sarmiento y Chile, con destino a la construcción del edificio. 

Tiempo después, la obra, diseñada según técnicas antisísmicas de vanguardia, fue pionera en el uso del hormigón armado en la provincia. Fue proyectada por la Dirección de Arquitectura de la Nación y los planos llevan la firma del ingeniero mendocino Juan Molina Civit, en tanto que la dirección estuvo a cargo del ingeniero francés Mario Gaillard.

La fachada del edificio, ubicado en Chile 1050, es de neto corte académico y sobria ornamentación, y se destaca por el pórtico de acceso. Por otra parte, la simétrica distribución interior es una sucesión de pabellones y patios perpendiculares a la fachada, que conservan sus características originales.

La inauguración tuvo lugar el 20 de marzo de 1910.

 

Fútbol, pasión de unos pocos

Tal vez nos parezca muy extraño que el Colegio Nacional fue pionero en un deporte inglés llamado fútbol, pero a fines del siglo XIX tuvo el honor de iniciar esta popular “pasión“ en suelo mendocino a través de su rector, el profesor Julio Leónidas Aguirre, quien apoyó la iniciativa con la compra de botines, camisetas y balones. 

Así se inició la práctica del fútbol mendocino con el equipo del establecimiento, que tiempo después tuvo su primera field– y por muchos años el equipo participó en campeonatos de Primera y luego de Segunda División.