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Domingo García, el cura que apaciguó la candente Revolución de Mayo en Mendoza

El religioso oriundo de nuestra provincia tuvo un papel fundamental en los días decisivos que siguieron a la formación de la Primera Junta, el primer gobierno autónomo de lo que sería la Argentina

23 de mayo, 2022 - 07:38

Fueron sus padres el maestre de campo del ejército Real don Francisco de García y Torres, natural de Burgos, España, y de la mendocina María Lorenza Lemos Carabajal y Ladrón de Guevara (1720-1770). Ambos contrajeron matrimonio en Mendoza en 1747 y Domingo fue el primero de los seis hijos que tuvieron.

Después de hacer sus estudios elementales y secundarios, partió hacia Chile para hacerse religioso, regresando a Mendoza a fines del siglo XVIII.

En 1802, por orden del entonces  obispo de Chile, monseñor Francisco Borjas José de Marán, ejecutó un censo de la población mendocina y además trazó un plano de la ciudad de Mendoza, documento que en la actualidad perdura en el Archivo General de la Nación.

En febrero de 1815, García y Lemos tuvo otro papel muy importante al apoyar al General San Martín ante el Cabildo para su continuidad como gobernador de Cuyo. También fue quien dio la noticia de la victoria de San Martín en los campos de Chacabuco el 12 de febrero de 1817.

Luego de una destacada actuación, falleció el 22 de febrero de 1820 y fue enterrado en el campo santo de la Iglesia Matriz de la ciudad de Mendoza.

Acta del Cabildo de Mendoza fechada en junio de 1810

 

Noticias desde el Atlántico

En el otoño de 1810, los mendocinos vivían tranquilos, sin sospechar que en Buenos Aires un grupo de vecinos se habían proclamado en contra de la llegada del virrey Baltazar Hidalgo de Cisneros para ocupar su cargo y de la formación de una Junta a favor del rey Fernando VII. Pero en la noche del 13 de junio, llegó desde la metrópoli el oficial Manuel Corvalán, quien informó al Cabildo acerca de la conformación de una ‘Junta Gubernativa’ instalada el 25 de mayo.

La noticia estremeció a las autoridades del ejecutivo local, quienes inmediatamente se reunieron y resolvieron convocar a los vecinos más representativos de la ciudad para una asamblea a realizarse en el Cabildo.

Así, los distinguidos ciudadanos concurrieron al edificio del Cabildo donde uno de los cabildantes leyó el acta del 25 de mayo, en la cual decía que había sido depuesto el virrey Cisneros y se conformaba una Junta a favor del rey Fernando VII. 

El documento manifestaba también la elección de un diputado para representar a Cuyo y los reunidos eligieron para este cargo a Bernardo Ortiz. Pero cuando parecía que todo se resolvería rápidamente a favor de la Revolución, llegó una correspondencia oficial desde Córdoba, en donde el gobierno mediterráneo manifestaba que estaba en contra de la ‘Junta’ y solicitaba a los representantes de Cuyo unirse con el envío de tropas.

Fue entonces que las autoridades, presididas por el subdelegado Faustino Ansay, Domingo de Torres y Joaquín Gómez de Liaño, suspendieron el viaje de Ortiz para ver qué pasaba ante esta delicada situación.

El vicario García y Lemos sugirió a los funcionarios mantenerse tranquilos y esperar hasta que arribaran nuevas noticias.

 

Entre el cielo y el infierno

Con el paso de los días y sin tener noticias, se formaron dos bandos que enfrentaban a las autoridades y a los vecinos. Entonces, a pedido del cura García y otros respetables ciudadanos se organizó un cabildo abierto para de una vez por todas definir la postura de Mendoza.

La reunión, realizada el 27 de junio, fue importante y concurrieron más de 45 representantes, quienes luego de discutir arduamente algunos se opusieron al gobierno recién creado. 

Varios asambleístas quedaron molestos por esta decisión y los dos alcaldes, temiendo una posible confrontación, exigieron al comandante Ansay que entregara las armas. De esta manera, durante la madrugada los fusiles y otros pertrechos quedaron en poder de los patriotas. 

 

Rebeldes con causa

Al día siguiente, Ansay, Torres, Gómez de Liaño y treinta vecinos, incluyendo a británicos y portugueses radicados en Mendoza asaltaron el cuartel para apoderarse de las armas. Después de la toma, los rebeldes salieron a las calles, en las que dispusieron algunos cañones y amenazaron a los vecinos que estaban a favor de la Junta de Buenos Aires.

A pesar de esta actitud, nadie disparó un solo tiro, ya que el presbítero García y Lemos llegó al lugar donde estaban los rebeldes de Ansay, habló con ellos y propuso que se celebrarse una reunión para el 1 de julio con la propuesta de llegar a un acuerdo entre las partes. 

 

Acuerdo celestial

El 1 de julio de 1810, el religioso y ambos grupos llegaron a la Sala Capitular para celebrar un pacto entre los que querían unirse a la Junta de Buenos Aires y lo que se negaban.

García elaboró un documento de seis artículos, entre los que se preveía la unión completa entre el Cabildo y el comandante de armas.

Además, en otro se manifestaba la declaración de conciliación sin variar la forma de gobierno actual.

El convenio celebrado ese día reconoció que era muy importante la adhesión a la causa del rey Fernando VII mediante la Junta porteña. 

 

El triunfo de los patriotas

Días después de firmar el convenio, el gobierno de Córdoba solicitó armas y tropas pero las autoridades provinciales negaron el envío expresando que había tenido lugar un acuerdo y que no podían socorrerlos.

En la mañana del 10 de julio, el coronel Bruno Morón llegó a la ciudad de Mendoza con la misión de reclutar tropas y reunir armas para la expedición militar contra Córdoba.

Esto precipitó el apoyo incondicional a Buenos Aires y la destitución del comandante Faustino Ansay, con lo cual la revolución triunfó en Mendoza gracias al cura mendocino Domingo García.