|06/12/21 08:26 AM

Cuatro presidentes argentinos enfermaron y murieron cuando estaban en el poder

Manuel de la Quintana, Roque Sáenz Peña, Roberto Ortiz y Juan Perón fueron víctimas de afecciones que no les permitieron cumplir su mandato

06 de diciembre, 2021 - 08:26

Poco se conoce que algunos mandatarios de la República Argentina sufrieron durante su periodo de gobierno algunas enfermedades, por lo que tuvieron que ser reemplazados por sus vice por un tiempo hasta recuperar su salud, o bien en forma permanente al fallecer.

En esta lista figuran Manuel de la Quintana, Roque Sáenz Peña, Roberto Ortiz y el mismísimo Juan Domingo Perón.

Es interesante destacar que ningún presidente de nuestro país fue asesinado en un atentado, aunque varios de ellos pasaron por esa circunstancia, como Sarmiento, Roca, de la Quintana e Yrigoyen, pero la suerte estuvo de su lado y las agresiones no llegaron a mayores.

 

De la Quintana, un presidente muy estresado

Entre los presidentes que tuvieron problemas de salud durante su mandato, el primero que ocupó la lista fue el doctor Manuel Pedro Quintana.

Este mandatario había nacido en la ciudad de Buenos Aires el 19 de octubre de 1835, hijo de Eladio de la Quintana y Uzín y de doña María Manuela Sáenz de Gaona.

Estudió derecho y se recibió de abogado en la Universidad de Buenos Aires.

Era sobrino nieto del general Hilarión de la Quintana y también tenía parentesco con María de los Remedios Escalada de San Martín.

De muy joven se involucró en la política y ocupó varios cargos legislativos a nivel provincial y nacional. Fue rector de la Universidad de Buenos Aires y posteriormente ocupó el ministerio del Interior durante el gobierno de Luis Sáenz Peña.

 

Manuel de la Quintana.

 

Fue electo presidente de la Nación en las elecciones de 1904 y asumió como tal el 12 de octubre.

El doctor Manuel de la Quintana tuvo que afrontar el alzamiento armado encabezado por Irigoyen en febrero de 1905 y, el 11 de agosto de ese mismo año, sufrió un atentado a manos del anarquista catalán Salvador Planas y Virella, quien intentó acabar con su vida muy cerca de la plaza San Martín en pleno barrio de Retiro en Buenos Aires.

El gran estrés que sufrió el presidente durante este conflicto y su posterior atentado, lo afectó gravemente. A raíz de esto, los médicos le recomendaron que redujera su actividad laboral, pero a pesar de esta advertencia, su salud comenzó a deteriorarse rápidamente.

El estrés y otros males que lo aquejaban por su edad –ya que había cumplido exactamente 70 años– habían profundizado su enfermedad que continuó empeorando, por lo que el vicepresidente José Figueroa Alcorta se hizo cargo permanentemente de la presidencia el 25 de enero de 1906.

El doctor Manuel de la Quintana, renunció como presidente de los argentinos y se retiró a su quinta en el barrio de Belgrano donde falleció el 12 de marzo de 1906 víctima de una congestión pulmonar que se diseminó por el torrente circulatorio (septicemia) y agravó la insuficiencia renal y el colapso circulatorio que sufría. Sus restos fueron sepultados en el Cementerio del Norte, más conocido como La Recoleta. 

 

Con licencia hasta la muerte

Luego del Centenario de la Revolución de Mayo se realizaron las elecciones que dieron como ganador al doctor Roque Sáenz Peña, quien a pocos días de regresar de Europa juró como presidente de los argentinos el 12 de octubre de 1910.

Al tomar el cargo no se encontraba con buena salud –según lo que se sabe había contraído una enfermedad venérea– pero por tres años pudo llevar la conducción del país.

Había nacido en Buenos Aires el 19 de marzo de 1851. Fue abogado, militar y político y ocupó el Ministerio de Relaciones Exteriores y también la banca de diputado  nacional. Se casó con una mendocina, doña Rosa Isidora González Delgado, hija del destacado abogado y ministro de Relaciones Exteriores José Lucas González Pinto y de Rosa Delgado.

En 1913, una vieja afección comenzó a deteriorar rápidamente su cuerpo, solicitando en varias oportunidades licencia por enfermedad.  Al profundizarse su mal estado de salud, tuvo que delegar el mando presidencial a su vicepresidente, Victorino de la Plaza.

Sáenz Peña falleció el 9 de agosto de 1914, dos años antes de terminar su mandato.

 

Enfermedad con escándalos

El doctor Roberto Marcelino Ortiz nació en la ciudad de Buenos Aires el 24 de setiembre de 1886. Era hijo de inmigrantes españoles que se establecieron en Argentina en 1870.

Desde muy joven se involucró en la política y ocupó una banca de diputado nacional y también fue ministro de Hacienda y de Obras Públicas de la Nación.

En septiembre de 1937 se realizaron las elecciones presidenciales en donde la fórmula Ortiz-Castillo fue la triunfadora ante Alvear - Mosca.

El 20 de febrero de 1938, Ortiz asumió como presidente de la Nación. Poco tiempo después, en la ciudad de Resistencia (Chaco) sufrió un desmayo en medio de un discurso. El médico Pedro Escudero le diagnosticó diabetes y estableció el tratamiento de aplicarle una inyección cada dos días y un régimen alimenticio estricto.

Como consecuencia de esta grave enfermedad, solicitó licencia al frente del Poder Ejecutivo, y entonces tomó el mando el vicepresidente Ramón Castillo.

A pesar de su enfermedad, Ortiz siguió alternativamente conduciendo el país que estaba sumido en una profunda crisis política. Inclusive en 1940 fue salpicado por hechos de corrupción en su gobierno, lo que le agudizó aún más su dolencia. 

Un año después perdió la visión quedando completamente ciego, lo que originó su renuncia indeclinable como primer mandatario el 27 de junio de 1942, y en menos de un mes falleció.

Castillo se convirtió luego en el nuevo presidente y fue posteriormente derrocado por un golpe militar el 4 de junio de 1943.

 

La misteriosa muerte del general Perón

El 12 de octubre de 1973, el general Juan Domingo Perón inició su tercera y última presidencia, esta vez junto a su esposa, María Estela Martínez (Isabelita), quien fue electa vice.

La situación política y económica en aquel momento era muy crítica y durante su mandato, Perón tuvo que enfrentar en lo económico una altísima inflación, huelgas y el terrorismo que se acrecentaba día a día.

El 11 de junio de 1974, el popular líder salió por última vez al balcón de la Casa Rosada con un discurso para apoyar su difícil gestión.

Días después, su salud comenzó a deteriorarse rápidamente. Su esposa y vicepresidente estaba en Europa realizando gestiones oficiales.

Se cree que Perón se enfermó al tener que soportar una intensa lluvia el 6 de junio, en Paraguay, cuando viajó para firmar junto al presidente Stroessner un convenio de cooperación.

Los días pasaron sin que nadie supiera que la enfermedad del general era muy grave. Los medios de comunicación, por aquel momento, no informaban acerca de su complicado estado de salud y recién el 27 de junio dieron a conocer que padecía una gripe y el presidente optó por atender a sus ministros en la residencia de Olivos.

El hermetismo se mantuvo hasta el 30 de junio, día en que María Estela Martínez asumió como presidente de la Nación, mientras se mantuvo una gran expectativa respecto de la enfermedad de Perón. Hasta que el 1 de julio la entonces presidente anunció finalmente el fallecimiento del “líder de los trabajadores”.

El cuerpo de Perón fue velado en el Congreso y luego trasladado a la Quinta de Olivos, donde se proyectó la construcción de una cripta en donde también se depositaría el féretro de su anterior esposa, Eva Duarte.

Previo a la caída del gobierno de Isabel Perón, el proyecto quedó trunco y al tomar el poder los militares en 1976, el féretro del expresidente fue depositado en un mausoleo del Cementerio de la Chacarita y desde 2006 descansa en la Quinta de San Vicente.