Con 'Glass', Shyamalan cayó en la tentación
Comentario libre de spoilers sobre el gran estreno del cine mundial de enero
El pasado jueves se estrenó Glass (Cristal en el Argentina), la esperadísima película de M. Night Shyamalan que venía a unir a los personajes de El Protegido (2000) y Fragmentado (2017) y, de esta manera, completar una trilogía casi de culto.
Aunque el filme logra cerrar de una forma entretenida y coherente cada una de las historias de los protagonistas, Shyamalan cae en la tentación y termina transformando a Glass en una película algo más ‘tradicional’ de superhéroes, más cercanas a las superproducciones de Marvel o DC Comics que a sus precuelas.
En esta entrega, David Dunn (Bruce Willis) ya no reniega de sus poderes ni los siente como una carga, sino que los acepta e incluso los utiliza para defender a la ciudad, ¡Y hasta tiene un traje!, como un Superman o un Spiderman cualquiera.
Por el otro lado, Kevin (James McAvoy) y Elijah (Samuel L. Jackson) se muestran decididamente como los incomprendidos villanos. Y también tienen algo así como trajes.
A pesar de caer en ciertas estructuras, el filme presenta giros argumentales y planteamientos psicológicos dignos de El Protegido o Fragmentado, pero con mucha acción... una buena para Glass que, sin llegar a ser deslumbrante, concluye una de las grandes sagas cinematográficas del siglo XXI.