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Herramientas para sobrellevar mejor el encierro, el miedo y la frustración

Frente a la nueva etapa de confinamiento y ante la enorme carga que significa ya más de un año de pandemia, las disciplinas de la salud mental comienzan a jugar un papel preponderante

24 de mayo, 2021 - 07:46

El cansancio, el hartazgo, el miedo, la desesperación, la angustia, todos ellos son sentimientos conocidos, pero en estos tiempos se han vuelto predominantes, frente a una sociedad atribulada y descreída.

No hace falta ser un entendido para comprender que los ánimos están por el piso, y que las respuestas están muy lejos de satisfacer las preguntas, en un clamor social que se parece mucho al desasosiego.

Al respecto, entrevistado en CNN Radio Mendoza el psicólogo Fernando Nieva aportó miradas y definiciones que vale la pena repasar.

Acerca de cómo impacta el aislamiento, una de las situaciones desacostumbradas que enfrentamos, el profesional consideró que “impacta en lo que los analistas llamamos la realidad psíquica. Impacta porque nos hace encontrar con nosotros mismos. Estoy hablando propiamente del aislamiento, del encierro, y nos hace hacer como un racconto de quiénes somos, qué queremos, hacia dónde vamos”.

Nieva agregó que “por supuesto es una situación que engloba toda la sociedad, pero la cuestión individual no es menor, porque a vos y a mí nos puede pegar diferente. Por eso es importante hacernos la pregunta de qué tiene que ver esto que nos pasa con cada uno de nosotros, qué cuestiones se nos ponen en juego, hacia dónde queremos ir, a dónde pensamos que estamos yendo, y quizás eso no se está cumpliendo”, concluyendo con que “entonces el aislamiento nos acelera preguntas”.

El psicólogo Fernando Nieva.

Otro de los puntos en cuestión es qué cosas se ponen mayormente en juego, a lo que respondió: “Las relaciones personales, los vínculos”, porque “la cuestión de encontrarnos con nosotros mismos, e incluso con quien estamos, y el aislamiento lo que hace es potenciar el encuentro con el otro, y a la vez encontrarte con cuestiones del otro que quizás uno no conocía, o no esperaba, o no quería escuchar o no quería ver”. Y subrayó que en este caso los niños están muy afectados, debido a que necesitan estar en sociedad tanto como los adultos.

Yendo a los adultos específicamente, “también nos pega porque nosotros llegamos al mundo en función de otro. A nosotros nos configura la mirada de otro, el abrazo de otro”, y en ese marco, “lo que nos aísla viene a tocarnos esa fibra, la fibra de lo que se denomina como instinto gregario, que es la vida en sociedad, compartir experiencias en conjunto, abrazarnos”.

 

Las posibles secuelas

Consultado acerca de las secuelas que puede dejar sobre nuestra personalidad esta experiencia, explicó: “La verdad es que no las sabemos a ciencia cierta. Sí podemos hacer especulaciones, por ejemplo, la frustración, los proyectos que quedan truncos, las ambiciones perdidas, esos objetivos que uno tenía en la vida que con la pandemia están paralizados. Eso seguramente, porque lo escucho en mi actividad diaria, que queda paralizado”. Entonces, como uno de los caminos, sugiere que “hay que trabajar la cuestión del ideal, qué queríamos en nuestra vida y cómo esto nos hace confrontar que eso no es posible”.

Para Nieva, “si hay algo que está haciendo la pandemia es hacernos enterar que somos vulnerables. Nos está contando que nos vamos a morir, una cosa que todos sabemos pero nos cuesta aceptar; que no podemos todo en la vida, y nos está contando también que el ser humano tiene que aceptar las pérdidas, que es lo que más nos cuesta”.

En ese terreno, aclaró: “Por supuesto que eso va a estar configurado desde cada subjetividad, de la historia particular de vida, que no solo tiene que ver con la pandemia, sino con la historia personal de cada uno, de dónde vino, quiénes fueron sus padres, sus hermanos”.

 

Trabajar el optimismo

Consultado acerca de cómo mantener las esperanzas, subrayó que “el optimismo es el motor. A mí me gusta hablar más de optimismo que de esperanza, porque la esperanza puede hacer que no nos hagamos cargo y quitarnos un poco de responsabilidad sobre eso que queremos y lo que aplicamos en nuestra vida”. En cambio, “me gusta más el optimismo porque en una situación trágica como esta –donde nosotros no lo podemos controlar porque hay muchas cosas en las que nosotros no tenemos nada para hacer-, sirve tener una visión positiva, aferrarnos a nuestros vínculos, a las cosas buenas que nos pasan, construir una suerte de energía positiva”.

De todos modos esto debe ocurrir “haciéndonos cargo, haciéndonos preguntas, como ¿hasta acá como llegué, qué puedo hacer para mejorar? Por supuesto dentro de los límites, sin la omnipotencia o la arrogancia de ‘yo todo lo voy a hacer’. Entonces la esperanza –o el optimismo para mí– es una buena herramienta que sube las defensas, que nos ayuda a pararnos mejor ante esta realidad tan compleja, y que, por supuesto que la tenemos que tener a favor, porque los pensamientos a veces crean realidades y los pensamientos negativos nos pueden ayudar a caernos más”.

 

Por qué es peor esta segunda cuarentena

“En la primera cuarentena teníamos quizás un horizonte, por supuesto ficticio, o creado, pero ahora ya no tenemos horizonte”, explicó el psicólogo, resaltando que “da la sensación de que estamos en una calesita”.

 

—Entonces, ¿cómo puede afectar esta incertidumbre mayor?

—Va a afectar en que nos vamos a asustar más, en que nos falta una zanahoria, o una fecha que nos dé fuerza para poder enfrentar lo que viene”.

 

—¿Cómo se enfrenta esta sensación de incertidumbre total que tenemos?

—Yo siento que es a través de los vínculos personales de cada uno, de aferrarse a las cosas buenas que pasan y que nosotros hicimos, aferrarnos a cosas que nos hacen bien, y a jugar con cosas que nos hacen bien, a recrear sensaciones que hemos pasado muy bien.

Para ello, según Nieva, hay cosas útiles, como “intentar discriminar qué es lo tangible, por ejemplo lo real del virus; las consecuencias, los cuidados, con lo que ponemos nosotros. Y eso es lo que hace un psicólogo, por lo menos como lo entiendo yo en mi rol de analista: separar la realidad material –el virus, la cosa tangible- de lo que la persona pone en el virus”. Por ejemplo, “vos y yo ante el virus nos podemos comportar o lo podemos tomar de forma diferente. Seguramente va a tener que ver con nuestras historias, con quiénes fuimos, con qué niño fuimos, qué padres somos”.

En esa disyuntiva, vale “intentar desmenuzar nuestra propia historia, nuestros componentes, para ir en búsqueda de la realidad y tomarla de la mejor manera posible, porque no debemos caer en la alienación; el miedo es real, y cuanto mejor trabajadas tengamos nuestras herramientas, mejor lo vamos a poder enfrentar”, aseguró Nievas.