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A 50 años del crimen del Padre Mugica, símbolo de una Iglesia cercana a los pobres

Aunque nació en una familia de Barrio Norte, el cura se dedicó a ayudar a los sectores más necesitados y dejó la vida militando a su favor

Por Redacción

10 de mayo, 2024 - 11:13

El Padre Mugica se convirtió en un referente de una Iglesia cercana a los sectores más necesitados y con una fuerte militancia política alineada con la izquierda peronista, que terminó de consolidarlo como símbolo tras su asesinato, del que este sábado se cumplen 50 años.

Hijo de la familia Mugica Echagüe, Carlos (Buenos Aires, 7 de octubre de 1930 - Villa Luro, Buenos Aires; 11 de mayo de 1974), el cura rubio, alto y de ojos azules, no pasaba desapercibido, no solo por sus rasgos físicos, sino por su vestimenta diferente a lo esperado para un miembro de la Iglesia y, especialmente, sus convicciones alineadas al peronismo.

Tras estudiar en el Colegio Nacional de Buenos Aires, se inscribió en la carrera de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, pero en 1951 abandonó los libros para agarrar la Biblia e ingresó en el Seminario Metropolitano de Buenos Aires. Fue ordenado sacerdote el 20 de diciembre de 1959.

Con una destacada formación teológica, el cura se vinculó desde temprano con los miembros de la Juventud Estudiantil Católica, en la que militaban algunos de los que más tarde formarían  la organización armada Montoneros: Mario Firmenich, Fernando Abal Medina y Gustavo Ramus.

Junto a estos y muchos otros jóvenes, en 1966, Mugica realizó una importante misión a Tartagal, en el Chaco salteño, para conocer en profundidad la situación de la población local  y brindar ayuda en un contexto de exclusión social extrema.

Dos años después, en su viaje de estudios a París, el joven sacerdote participó de las protestas callejeras del Mayo Francés. Desde allí se enteró del surgimiento del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, al que se sumaría tiempo después.

Fue durante ese viaje por Europa que conoció al exiliado expresidente Juan Domingo Perón en la residencia de Puerta de Hierro, en las afueras de Madrid.

Aunque desarrollaba  su tarea en la Villa 31, solía visitar otros barrios para relacionarse con sus pares y tejer lazos de colaboración. Desde la Capilla Cristo Obrero realizó una destacada tarea pastoral, enfocada en acercarse a los vecinos de ese barrio popular.

Por su compromiso social y su trabajo conjunto, su figura empezó a tomar relevancia tanto en el grupo de curas villeros, como en el Movimiento Peronista.

"Estoy dispuesto a morir, pero no a matar"

En medio del incremento de la violencia a comienzos de los años 70, Mugica se manifestó abiertamente en contra de la "opción armada" como modalidad para enfrentar a los gobiernos militares y concretar el retorno de Perón.

"Estoy dispuesto a morir, pero no a matar", fue la frase que lo identificó en ese contexto.

En septiembre de 1970, al encabezar la misa de despedida de los montoneros Fernando Abal Medina y Carlos Gustavo Ramus, Mugica pidió perdón y confesó que se sentía en parte responsable del camino que habían seguido aquellos jóvenes. Tras esto, fue detenido e incomunicado. Sin embargo, esto no lo frenó y continuó con su militancia.

El párroco estuvo en el avión de Alitalia que, el 17 de noviembre de 1972, aterrizó en Ezeiza para traer de regreso al país al líder peronista, Juan Domingo Perón, tras años de exilio. En las elecciones del año siguiente, estuvo entre los posibles candidatos a integrar la lista del FreJuLi como candidato a diputado nacional.

Una vez que Perón asumió el Gobierno, las diferencias internas se incrementaron y desde el ala derecha del peronismo se impulsó la creación de Alianza Anticomunista Argentina (AAA), que se encargó de perseguir y hasta asesinar a dirigentes de los sectores vinculados con la Tendencia Revolucionaria: políticos, artistas, intelectuales, militantes y curas.

Se convirtió en blanco de la Triple A

Renunciar a la asesoría que brindaba al Ministerio de Bienestar Social, a cargo de José López Rega, en medio de una multitudinaria asamblea villera  intensificó el enfrentamiento con los sectores reaccionarios del peronismo y se convirtió en blanco de la Triple A.

Lejos de los integrantes de la cúpula de Montoneros, Mugica sabía que su vida corría peligro.

"Nada ni nadie me impedirá servir a Jesucristo y su Iglesia, luchando junto a los pobres por su liberación. Si el Señor me concede el privilegio, que no merezco, de perder la vida en esta empresa, estoy a su disposición", expresó el Padre Carlos, luego de que una bomba estallara frente al edificio donde vivía su familia.

A 50 años del crimen 

Luego de varias amenazas en público y en privado, el asesinato del comprometido párroco ocurrió el 11 de mayo de 1974, cerca de las 20:30, cuando salía de dar su tradicional misa de sábados por la noche en la Iglesia San Francisco Solano, en el barrio porteño de Villa Luro, y se dirigía hacia su Renault 4L azul.

"Padre Carlos", lo llamó una persona que minutos antes había participado de la misa. Al darse vuelta el cura, vio que quien lo llamaba lo apuntaba con una ametralladora y soltó un fuerte grito: "¡Hijo de puta!".

La ráfaga impactó por completo el cuerpo del párroco, que cayó desplomado al suelo y se desangró  frente a la Iglesia, mientras los asesinos huían en una Chevy verde.

Una de las balas de aquella ametralladora hirió a Ricardo Capelli, uno de los amigos más cercanos de Mugica.

El auto de un vecino ofició de ambulancia, en donde subieron los heridos Mugica y Capelli , junto al padre Carlos Vernazza  y María del Carmen Artero, compañera de militancia del cura en  la Capilla Cristo Obrero, y se trasladaron al Hospital Salaberry.

"Fuerza, Ricardo, que salimos", le dijo Mugica a Capelli, estando juntos uno en cada camilla en el sanatorio.  La gran cantidad de disparos contra el párroco en el abdomen, tórax y el brazo izquierdo, hicieron que el Padre Carlos no saliera con vida del  hospital, pero comenzó a acrecentarse su figura que cinco décadas después aún permanece.

Condena al autor material del crimen

Tiempo después, Capelli daría a conocer el nombre del asesino de Mugica: el comisario Rodolfo Eduardo Almirón, custodio del ministro de Bienestar Social e integrante de la Triple A.

El autor material del asesinato estuvo escondido en España, hasta que en 2009 fue extraditado y alojado en el Penal de Ezeiza, donde murió el 11 de junio del 2009.

"Padre Carlos Mugica. 11 de mayo de 1974. Después de celebrar la misa, cayó aquí víctima de aquellos a quienes molestaba su ardiente palabra y acción impulsadas por la fuerza del Evangelio en favor de los humildes del pueblo. ´Señor, quiero estar con ellos a la hora de la luz...´", expresa la placa que recuerda al referente de los curas villeros en el lugar del crimen.  

Con información de NA