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Vínculos con fecha de caducidad

Lo que esperamos de una amistad es solidez, certidumbre y confianza. Sin embargo abundan en exceso los vínculos frágiles que desaparecen de un día para otro como el agua que fluye y se escapa de nuestras manos

Por Redacción

21 de octubre, 2020 - 08:02

Hay amistades sin fecha de caducidad que nos dan la vida, la felicidad y el apoyo cotidiano. Sin embargo, abundan en exceso las amistades líquidas. Son personas que tal y como llegan, se van. Figuras cuya confianza se deshilacha, esas que se aparecen ante nosotros llenas de festivo entusiasmo, ruido y complicidad para ir desvaneciéndose poco a poco, hasta desaparecer.

Algo que la mayoría aprendemos con los años es que la amistad es, por lo general, dinámica. Suele cambiar con el tiempo. A medida que maduramos o cambian nuestros intereses, hay personas que vamos dejando atrás mientras aparecen unas nuevas. Ahora bien, no falta quien señala que este proceso se está acelerando en los últimos años: conocemos mucha más gente y desaparecen de nuestro lado muchas más.

Las propuestas para quedar, para pasar un buen rato dejan de hacerse. Los mensajes tardan más en responderse o sencillamente dejan de hacerlo de un día para otro. Esa persona con quien antes lo compartíamos todo, de pronto, deja de tener la llave de nuestra confianza porque ha pasado página, porque navega en otros intereses, entre otras personas.

Ya nos lo señaló el filósofo y sociólogo Zygmunt Bauman. Vivimos en una postmodernidad en la que lo duradero da paso a lo transitorio y la necesidad, a su vez, al deseo y el utilitarismo. Un amigo es para muchos a día de hoy como una aplicación del móvil, algo que utilizar mientras nos entretenga y nos sirva para un fin. Una vez nos aburre la desinstalamos y probamos otra nueva, porque las posibilidades son infinitas y los intereses, por supuesto, cambian.

 

Amistades líquidas ¿en qué consisten?

Decía Aristóteles que cultivar una amistad es una virtud. ¿Hemos dejado quizá de ser virtuosos, de recordar aquello de “quien tiene un amigo tiene un tesoro”? Tal vez sí, puede que ya no se valoren tanto los compromisos emocionales, prima lo volátil y las relaciones sin obligaciones en las que movernos según intereses y necesidades.

Para muchos esta dinámica es el reflejo de la sociedad en la que vivimos. En este mundo complejo, globalizado y temiblemente dinámico nada dura, todo puede cambiar de un segundo a otro. La tecnología, por ejemplo, está regida por la obsolescencia programada. El mercado laboral ya no tiene la estabilidad de las décadas pasadas. La mayoría intenta sobrevivir a duras penas acumulando una concatenación de contratos temporales.

Volatilidad, fragilidad, inestabilidad… Podríamos definir de muchas maneras el lienzo de nuestros escenarios sociales, un microuniverso hasta donde la información que recibimos se impregna de esa liquidez. Lo que hoy damos por cierto mañana podemos descubrir que es falso, aquello que hoy damos por válido en una semana puede caducar porque la realidad ya es otra. Las amistades líquidas son un elemento más de este peculiar caleidoscopio existencial.

 

Amistades que terminan en un solo click

Una parte de la población no recuerda cómo era el mundo antes de que Internet se afianzara en nuestras vidas. Todo cambió con la llegada de Skype, Facebook y WhatsApp… Quienes estaban lejos, por fin, estaban cerca. De pronto, nuestra pequeña ventana vital se ensanchó y empezamos a recibir información de manera continuada… Y lo que fue aún más interesante: teníamos la oportunidad de conocer gente nueva.

La tecnología nos permitió desde entonces establecer lazos de múltiples maneras. Pero eso sí, esos vínculos suelen ser lo bastante débiles como para desanudarse en cualquier momento. Podemos conocer a alguien en cualquier red social o aplicación, sin embargo, las amistades líquidas como los amores líquidos se definen por poder acabar ese vínculo con solo un click. Basta con borrarlos de nuestros contactos o simplemente bloquearlos.