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Juegos de poder en la pareja

En muchos casos, el resultado de estos determina la satisfacción que cada persona siente con la relación. Igual que en toda negociación es positivo cuando ninguna de las partes queda anulada o sometida

Por Redacción

12 de octubre, 2020 - 09:13

Los juegos de poder empiezan con la relación. Sin embargo, su importancia es decisiva cuando esta se consolida. Al principio, en la etapa de enamoramiento, los esfuerzos no se miden. Entonces, cualquier sacrificio parece asumible e incluso parece una locura la posibilidad de descartar esa idea descabellada que se nos ha ocurrido para sorprender y agradar al otro. Nuestros pensamientos los ocupan él o ella y los principales objetivo son pasar más tiempo juntos y conferirle solidez al vínculo.

Si no hay coincidencias o espacios comunes, no hay problema; se crean. Si a uno de los dos le encanta esquiar, no hay enfrentamiento; uno aprende y el otro enseña (mientras en su torpeza lo ve tan atractivo…). Además, el pupilo interpreta esta concesión como una fortuna: ha enriquecido su cajón de habilidades y además ha pasado tiempo con la persona que lo quiere pasar. ¿Qué más da el contexto?

Además, si para satisfacer los deseos del otro, el tiempo se lo tenemos que robar a nuestras obligaciones o aficiones, no nos duele. Sentimos que realmente estamos donde queremos y estar y haciendo lo que realmente queremos hacer. Pero, ¿qué pasa cuando dejamos atrás esta etapa?

 

Juegos de poder en el crecimiento de la pareja

La etapa de enamoramiento tiene un principio, pero también suele tener un final. En parte porque el desgaste que deja esta montaña rusa emocional es grande. Las alarmas de esas demandas de otras facetas de nuestra vida que hemos dejado en un segundo plano empiezan a sonar demasiado alto. Definitivamente, el enamoramiento no es un limbo en el que podamos permanecer durante mucho tiempo. Si distendemos nuestras relaciones de amistad, estas se romperán; si estamos despistados en el trabajo, probablemente la empresa buscará la manera de sustituirnos.

Así, ceder o hacer lo que dice el otro, en las primeras fases de la relación, no causa conflictos. Sin embargo, a medida que pasan los meses o los años y hay que realizar ajustes para generar una situación de equilibrio en lo referente a las demandas, aparece o se intensifica esta lucha por el poder. A uno le apetece un plan y a otro le apetece otro y la lucha o la negociación comienza. En estos momentos, cada persona puede utilizar una estrategia diferente.

Alguien puede pensar en plegarse a los deseos del otro, pero imponiendo determinadas condiciones. También puede optar por defender su opción, dejando que el otro imponga algunos requisitos, como no prolongar demasiado la actividad. Pero seamos un poco más retorcidos porque los juegos de poder, en general, no son tan sencillos o se juegan con las cartas descubiertas.

 

Juegos no saludables

Por supuesto, hay situaciones en los que este tipo de juegos de poder en la pareja se convierten en peligrosos. De hecho, esta es una de las razones por las que más recelamos cuando se forma una pareja en la que uno de los miembros es muy joven y otro muy mayor. Asumimos que uno ha jugado mucho y por lo tanto ha ganado habilidad, mientras que el otro no lo ha hecho. Así, tememos que el poder quede concentrado en una de las dos personas, quedando la otra sometida.

Algunas personas, como aquellas que tienen tendencia los celos, suelen pelear de manera intensa por este poder. Entienden que el control sobre el otro evitará que se vaya con otra persona; así, no les importa utilizar cualquier medio, como el chantaje emocional o dañar la autoestima del otro con tal de conseguir lo que quieren. De esta manera, no dudan en cruzar determinadas líneas rojas para conseguir su propósito.

Estas líneas rojas tienen que ver con involucrar a terceras personas, como pueden ser los hijos. También con forzar aspectos en los que la libertad individual es primordial, como pueden ser las relaciones sexuales. Por supuesto, el uso de la violencia, tanto física como verbal.

Por otro lado, en un juego de poder difícilmente trascenderemos estos límites cuando tenemos en cuenta al otro. Cuando no nos preocupamos solo de defender nuestros deseos, sino que también cuidamos del otro en esta defensa; de reojo, no perdemos de vista sus deseos o intereses. Al contrario de lo que hablábamos para referirnos al lado negativo, esta lucha por el poder es positiva cuando sí tenemos en cuenta los medios que empleamos para conseguir más espacio para nuestros deseos o gustos.

Los datos nos dicen que en una relación saludable existen juegos de poder. Lo que protege al vínculo de su filo es que se mueven dentro de unos límites que los dos reconocen como aceptables y que en ningún momento someten de manera sistemática al otro. Dicho de otra manera, gane quien gane en cada conflicto, ninguno queda anulado.