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El origen de la insatisfacción permanente

Todos en un momento u otro sentimos que nos falta algo, pero si se convierte en una constante, hay que buscar la fuente del malestar

Por Redacción

27 de julio, 2021 - 08:59

Algunas personas parece que no acaban de sentirse satisfechas con nada. Por más que la vida les sonría en muchos aspectos, nunca tienen bastante, siempre les falta o falla algo.

En vez de regocijarse con lo que han logrado, siguen pensando en el camino que les queda por recorrer y en lo que no tienen (o tienen los demás y ellos no).

Pueden fijarse objetivos inalcanzables y, con frecuencia, les cuesta poner límite a sus aspiraciones y aceptar que en esta vida no se puede tener todo. Son los eternos insatisfechos, los grandes inseguros.

Quienes viven a su lado sufren al verlos permanentemente amargados, atrapados por la envidia, por un sentimiento de incapacidad, por la búsqueda desesperada de aprecio o rabiando por lo mal que les trata la vida, a la que consideran, ante todo, injusta.

La razón por la que unas personas se contentan con lo que tienen mientras otras se bloquean sintiendo que les falla todo o se lanzan a una carrera sin fin en pos de altas metas tiene que ver, sobre todo, con la inseguridad.

La inseguridad hace perder la capacidad de disfrute e impide evaluar las aspiraciones de forma realista aceptando las limitaciones personales.

 

Necesidades sociales: logro, poder y afiliación

Más allá de la satisfacción de las necesidades fisiológicas y de protección y seguridad, todas las personas precisan la aceptación y valoración propias y de los demás.

Como parte de estas necesidades sociales, la psicología destaca tres importantes motivaciones humanas:

  • La motivación de logro tiene que ver con el afán de superación. Deseamos dar lo mejor de nosotros mismos en aquello que nos proponemos emprender; eso nos impulsa a enfrentarnos a retos, a mejorar personalmente y a intentar destacar en alguna faceta.
  • La motivación de poder representa la necesidad de dejar huella, de ejercer algún tipo de influencia sobre otras personas y el deseo de que las cosas se ajusten a los planes que uno ha trazado.
  • La motivación de afiliación es la necesidad de tener amigos, de pertenecer a algún grupo, de cooperar y compartir con otras personas, de establecer relaciones íntimas de calidad y de ser aceptados.

 

Cuando la necesidad es patológica

La motivación de logro incita a ponerse a prueba, a enfrentarse a desafíos y a perseverar en el empeño a pesar de las dificultades que puedan surgir.

La motivación de poder se expresa, muchas veces, a través de la búsqueda de prestigio, fama o estatus, del empeño por ejercer cierto liderazgo en grupos pequeños, de la búsqueda de puestos de responsabilidad o del afán por acumular bienes materiales.

La motivación de afiliación, por su parte, estimula a buscar, iniciar y mantener relaciones personales. 

La motivación de logro, llevada al extremo, suele derivar en ambición patológica; las necesidades exacerbadas de poder podrían convertir la frustración en agresividad, trastornos de ansiedad o estados depresivos; la búsqueda excesiva de afiliación y aprobación ajena podría estar en el origen de multitud de dependencias o de situaciones de abuso.

Cualquiera de esos caminos puede conducir a la insatisfacción crónica.

En la base de estas necesidades, cuando son más intensas de lo deseable, subyace la inseguridad en cualquiera de sus formas: perfeccionismo, necesidad excesiva de aprobación y reconocimiento, necesidad de control, duda patológica, falta de aceptación de los propios límites, inclinación a compararse constantemente con otras personas.

 

Qué diferencia el afán de superación de la ambición desmedida

  • El deseo de mejorar o lograr un objetivo impulsa y anima a seguir en momentos de duda o desánimo. No impide pensar en otras cosas ni dedicar esfuerzo a otros menesteres.
  • Los objetivos fijados son realistas. Y cada día, cada semana, se tiene la satisfacción de lograr alguna pequeña meta.
  • La ambición no entorpece las relaciones habituales con los compañeros de trabajo ni con los amigos o la familia.
  • El afán por lograr los objetivos trazados resulta perfectamente compatible con el disfrute y cuidado de otras facetas de la personalidad.
  • Se disfruta de los logros, de los retos superados y de lo que se vive en el momento presente.

 

Qué esconde la envidia

Superar la insatisfacción crónica requiere aprender a hallar el punto medio entre el afán de superación, influencia o afiliación y la ambición desmedida, el apego a la fama, el estatus, los bienes materiales o la búsqueda de aprobación a cualquier precio.

Nadie puede hacer suya la frase de Walt Whitman, “soy suficiente como soy", si no desarrolla una buena seguridad en sí mismo.

Eso implica aprender a valorarse, a aceptar los propios límites y a liberarse de trampas como la envidia, la duda patológica, el afán de control y el perfeccionismo.

Cuando una persona se infravalora, tiende a compararse de forma excesiva con las demás y a magnificar lo bueno que percibe o se imagina en ellas.

Cierto sentimiento de injusticia puede invadirla entonces: ¿por qué ellas sí y yo no? Ante esa situación, dejarse corroer por la envidia solo trae insatisfacción y amargura. Para no caer en esta trampa, es útil entender que no tiene sentido compararse con los demás.

Cada uno de nosotros es igualmente digno y único, y tiene el mismo derecho que los demás a ser igual en unos aspectos y distinto en otros.