|13/07/21 08:51 AM

Cómo se relacionan el estrés y la somatización

El cuerpo habla, pero a veces no hay nadie para escucharlo, porque andamos ocupados, ya que las preocupaciones son muchas y el tiempo para atendernos como merecemos es muy poco

Por Redacción

13 de julio, 2021 - 09:04

El dolor de cabeza que nos acompaña cada día termina agotando. Al igual que la molestia en la espalda, el dolor de estómago persistente o esa caída repentina del cabello que tanto nos asusta porque no conocemos la causa… Si todas estas realidades te son familiares, debés saber que la causa de ello reside en el estrés y somatización.

El cuerpo habla, pero a veces no hay nadie para escucharlo, porque andamos ocupados, ya que las preocupaciones son muchas y el tiempo para atendernos como merecemos es muy poco. Vamos de prisa, con la vista puesta en frente y nunca en el interior para ver qué duele, qué preocupa y cómo prestarnos la mejor ayuda para que la vida deje de doler tanto.

La somatización es ese estado en el que los factores psicológicos originan molestias y dolencias físicas o fisiológicas. Esta condición es muy común en los niños. Cuando tienen un problema y carecen de recursos para poder expresarlos en palabras o se sienten indefensos, empiezan a manifestar alteraciones como problemas de sueño, enuresis, vómitos…

El vínculo entre la mente y el cuerpo es muy estrecho, pero también complejo. No es fácil manejar estas situaciones. Lo analizamos en detalle.

 

Un problema muy común

La somatización duele, invalida y supone recibir durante mucho tiempo diagnósticos erróneos. Palpitaciones, problemas de digestión, mareos, dolor de cuello… Las pruebas de diagnóstico no revelan ningún problema orgánico y, sin embargo, la molestia está ahí, es real y aboca a la persona a una mala calidad de vida.

Lo llamativo de todo esto es que, tal y como nos explican estudios como los realizados en el Medical College en la India, son muchos los profesionales médicos que aún no dan la relevancia que merecen a los trastornos de somatización. Es una realidad más común de lo que pensamos, tanto que supone casi el 25% de las consultas en atención primaria.

 

¿Por qué ocurre?

Todos hemos experimentado alguna vez esta realidad. Estrés y somatización forman parte de nuestra vida más veces de las que pensamos. Tras esa discusión en el trabajo y esa desavenencia con los compañeros de trabajo, es muy común llegar a casa con dolor de estómago.

Asimismo, a veces basta tener un pequeño problema en nuestra relación de pareja para experimentar al instante malestar físico, dolor de cabeza, etcétera.

La causa que hay detrás de esta relación aún no está clara al 100%. Trabajos de investigación como los realizados en la Universidad de California nos señalan que necesitamos recabar más análisis genéticos, neuroconductuales y psiconeuroinmunológicos para poder llegar a conclusiones concretas.

Ahora bien, parece existir una correlación entre los estados de agotamiento asociados al estrés con un sistema nervioso central más hiperactivo.

Por otro lado, también parece que hay una relación entre el estrés postraumático y la somatización. Haber sufrido en el pasado una vivencia adversa y mantenida en el tiempo, nos puede hacer más vulnerables a esta realidad psicológica.

Estrés y somatización también se vinculan al factor angustia y a la preocupación por la propia salud. Por lo general, estamos ante personas que monitorizan mucho sus sintomatologías.

 

Estrés y somatización: síntomas asociados

Para que suframos los efectos de este vínculo es necesario que estemos (o hayamos estado) expuestos a una situación estresante durante un largo periodo de tiempo. Así, factores como el acoso laboral o mobbing, el acoso escolar, atravesar una mala relación familiar o afectiva correlacionan de manera directa con estrés y somatización.

Estos son los síntomas que suelen manifestarse:

  • Cansancio físico constante.
  • Dolor de cuello o espalda.
  • Cambios en la alimentación (más hambre o ausencia del apetito).
  • Mayor tendencia a sufrir infecciones debido a un sistema inmunitario débil.
  • Alteraciones digestivas o intestinales.
  • Mareos.
  • Taquicardias.
  • Dolor de cabeza.
  • Alteraciones del sueño.
  • Pérdida del cabello.

 

Medidas ante los estados de somatización asociados al estrés crónico

Cuando estrés y somatización se instalan en la vida de la persona de manera constante se puede llegar a estados muy invalidantes. El deterioro psicológico se agrava, sobre todo, porque suele pasar bastante tiempo hasta que obtienen una respuesta concluyente a lo que les está sucediendo.

Es común pasar largas épocas viendo cómo determinados enfoques médicos no tienen efecto. Los fármacos, someterse a nuevas pruebas para obtener diagnósticos más acertados o seguir determinadas terapias como la fisioterapia, etcétera, no siempre solucionan el problema. En muchos casos, el paciente se siente peor porque se incrementa aún más su experiencia de estrés.

Por otro lado, y como dato curioso, es común que los pacientes con trastorno de somatización sufran en mayor grado los efectos secundarios de los fármacos. Esto revela la necesidad de aplicar otro tipo de enfoques.