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Aislarnos nos vuelve cada vez más solitarios

La soledad prolongada en el tiempo puede causar serios daños a nuestra salud física y psicológica, y es uno de los principales factores de riesgo en muchos trastornos mentales

Por Redacción

11 de noviembre, 2020 - 07:37

Cuando pensás en un plan perfecto, ¿nada te resulta más apetecible que quedarte en casa a solas con un buen libro? ¿Sos de quienes aman, disfrutan y atesoran su soledad como un valioso regalo? Esto es completamente válido y comprensible ya que los nivel de sociabilidad y extraversión de cada persona son diferentes. Sin embargo, es importante que vigiles este patrón y cuides que no se vuelva excesivo, pues aislarnos nos vuelve cada vez más solitarios.

Son muchas las razones que pueden llevar a una persona a aislarse de los demás, algunas de ellas son voluntarias y otras no tanto. En cualquier caso, la soledad puede resultar un lugar tan seguro, un refugio tan agradable, que la tendencia al aislamiento puede crecer sin que nos demos cuenta. Y esto es algo peligroso en tanto que las relaciones sociales significativas son imprescindibles para un correcto funcionamiento físico y mental.

 

Aislamiento y soledad

En primer lugar, es necesario tener clara la diferencia entre varios conceptos. El aislamiento consiste en estar separado física o emocionalmente de los demás, implica no estar en contacto, no estar conectado a otros. Esto es algo que muchas veces llevamos a cabo por propia elección. Las personas introvertidas tienden a aislarse durante cortos periodos de tiempo para recargar la energía que han gastado socializando, y esto les beneficia en gran medida.

Sin embargo, todas las personas necesitamos ciertos espacios de aislamiento en momentos determinados de nuestras vidas. Tras una discusión, ante la pérdida de un ser querido o cuando nos enfrentamos a una decisión importante solemos replegarnos sobre nosotros mismos para calmar y aquietar la mente, reordenar nuestras ideas y pensar con mayor claridad.

Por su parte, la soledad hace referencia a una sensación subjetiva, angustiosa y desagradable de no tener a nadie con quien contar. Experimentamos la soledad cuando sentimos que nadie nos comprende, que nadie se interesa por nuestro bienestar. En definitiva, cuando no tenemos disponible el soporte social y emocional que necesitamos.

Entonces, podemos estar aislados sin sentirnos solos. Del mismo modo, podemos sufrir el peso de la soledad mientras nos encontramos rodeados de gente.

 

Aislarnos nos vuelve cada vez más solitarios

Sin embargo, aunque se trate de conceptos distintos, ciertos estudios han encontrado que ambos se retroalimentan mutuamente. En otras palabras: aislarnos nos vuelve cada vez más solitarios. Esto sucede por varios motivos.

Si padecés cierto grado de fobia social, aislarte te permite evadir las situaciones temidas y evitar la ansiedad que te producen. Sin embargo, la evitación es el principal motivo por el que las fobias se perpetúan y permanecen en el tiempo. Si no te exponés al estímulo ansiógeno, te privás de la oportunidad de comprobar que realmente no es tan terrible como creías y que, finalmente, sí podías con ello. 

El organismo humano tiene una gran capacidad de adaptación y si nos aislamos, nos acostumbraremos a este modo de vida. Esto no solo quiere decir que cada vez nos resultará menos incómodo y más placentero estar a solas, sino que además puede que perdamos parte de nuestras habilidades sociales. Así, cuando vayamos a enfrentarnos al mundo social tras un largo tiempo aislados, no solo lo percibiremos como más peligroso, negativo y amenazador, sino que además seremos socialmente más torpes y obtendremos interacciones menos satisfactorias. Un panorama que solo nos llevará a desear aislarnos de nuevo.

Las relaciones sociales hay que cultivarlas y cuidarlas para que se mantengan. Si nos acostumbramos a estar excesivamente aislados, si descuidamos la conexión con nuestros seres queridos, esta puede deteriorarse. De este modo, cuando deseemos volver a la vida social nos topemos con que hemos quemado los caminos más fáciles.

 

Buscá un equilibrio

La soledad severa y prolongada en el tiempo puede causar serios daños a nuestra salud física y psicológica, y es que es uno de los principales factores de riesgo en muchos trastornos mentales. Por ello, tanto si sos introvertido como si estás pasando por un periodo de aislamiento voluntario debido a cualquier otro motivo, trata de ser equilibrado.

Sin embargo, todas las personas necesitamos ciertos espacios de aislamiento en momentos determinados de nuestras vidas. Tras una discusión, ante la pérdida de un ser querido o cuando nos enfrentamos a una decisión importante solemos replegarnos sobre nosotros mismos para calmar y aquietar la mente, reordenar nuestras ideas y pensar con mayor claridad.

Por su parte, la soledad hace referencia a una sensación subjetiva, angustiosa y desagradable de no tener a nadie con quien contar. Experimentamos la soledad cuando sentimos que nadie nos comprende, que nadie se interesa por nuestro bienestar. En definitiva, cuando no tenemos disponible el soporte social y emocional que necesitamos.

Entonces, podemos estar aislados sin sentirnos solos. Del mismo modo, podemos sufrir el peso de la soledad mientras nos encontramos rodeados de gente.