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La corrupción fue el nefasto invento del periodismo

El proyecto de cinco legisladores ultra “K” en el Congreso de la Nación quiere imponer limitaciones a la prensa que investiga y expone la multiplicidad de causas por corrupción suscitadas durante el kirchnerismo

02 de marzo, 2020 - 07:10

Desde hace mucho tiempo que se venía mostrando esa orientación, cubrir el gran robo al país. Para ello se había apuntado con absoluta saña a los únicos sectores que lo habían señalado, el periodismo y parte de la Justicia.

El primero, en descubrirlo, analizarlo e informarlo. El segundo, en procesarlo y comenzar la etapa de juzgarlo.

Quienes lo cometieron son parte de una gigantesca organización delictual con ingredientes políticos, sindicales y sociales.

Sujetos muy pesados que tuvieron y manejaron todo lo público, a su antojo con el amparo de poderes del estado, esencialmente del ejecutivo, con complicidades de oscuros sectores de la Justicia.

Sin embargo el periodismo investigó por años lo que estas mafias del Estado asestaron a los fondos de la Nación y a todos los que pretendieron invertir o trabajar en cientos de obras públicas.

Antes de dejar el poder, el kirchnerismo había comenzado a tejer esa maraña de impunidad y para ello había que embestir con mayor virulencia el trabajo de todo periodista que tuvo la responsabilidad profesional de investigar lo que le hicieron a la Argentina

Actitud que no se apagó durante la administración de Cambiemos. Este último, en vez de fortalecer todo ese trabajo investigativo, esencialmente la inmensa tarea que llevan adelante jueces, como la que realizó hasta su muerte Claudio Bonadio, entraron con especulaciones políticas electorales.

Una cuestión reprochable, que más pareció a complicidad y ocultamiento hacia el poder “K”

La Conadep del Periodismo sugerida por artistas, políticos y hasta los denominados periodistas militantes, fue la clara señal de que se iría con toda metodología mafiosa sobre el periodismo.

La asunción del nuevo Gobierno nacional mostró la decisión que culminaría con la mugrienta tarea que hoy se analiza.

Clara demostración es el proyecto de cinco legisladores ultra “K” que impulsan desde el Congreso de la Nación limitaciones a la prensa que investiga y expone la multiplicidad de causas por corrupción suscitadas durante el kirchnerismo.

El avance sobre la Justicia del norte del país que está juzgando y por ende desbaratando la banda que regenteaba Milagro Sala, es muy grave desde el punto de vista institucional.

La mujer que tuvo a cargo una organización con el supuesto objetivo que construir viviendas y ayudar a humildes ciudadanos, está procesada por malversación de fondos públicos, desfalco y otras cusas que totalizan 60 en su contra.

Sin embargo se autotitula perseguida política (¿?) y quienes la secundan proponen que los poderes judiciales de esa parte del país sean intervenidos.

Ni hablar de Sueños Compartidos y la defraudación millonaria por casas no construidas, donde están involucrados los hermanos Sergio y Mauricio Schoklender,  Hebe de Bonafini y el ex ministro de Planificación Federal Julio de Vido, entre otros.

Causa que, como la anterior, va destino a ocultarse y cajonearse. Claras señales para toda la Justicia argentina de que se quiere limpiar con impunidad lo que pasó a la Nación.

Así las cosas, los periodistas argentinos somos inventores de la mayor mentira en la historia de la Nación.

Fuimos capaces de inventar, por ejemplo, las andanzas de un tal Héctor Capaccioli, exsuperintendente de Servicios de Salud de la Nación y recaudador de las campañas del kirchnerismo, con causas por asociación ilícita, defraudación a la administración y encubrimiento.

Otra invención del periodismo fueron los "cuadernos de la corrupción" y las millonarias cifras en dólares que involucran a políticos y empresarios que, por años, con intercambio acumulativo hicieron fortuna con la plata de los argentinos.

Y fuimos muy lejos con los inventos informativos, como cuando la dudosa empresa The Old Fund, que conformaban Amado Boudou, su socio Núñez Carmona y el testaferro Alejandro Vandenbroele, compró la máquina de hacer plata Ciccone Calcográfica y la falsa auditoría a la provincia de Formosa.

El otro infame invento periodístico es el  sujeto llamado Lázaro Báez, que de ser un simple empleado bancario fue capaz en cinco años aumentar su cero patrimonio personal 12 veces, adquiriendo 79 propiedades. En cifras que espantan, como los más de $66 millones. Algunos de los fondos que acumuló el hombre más beneficiado con la obra pública argentina.

Es cierto, y los periodistas debemos confesarlo, esto es parte de lo que fuimos capaces de inventar, mentir y difamar. Lo hicimos sobre el dolor de todo un país.

Sus ciudadanos, sus trabajadores, sus agricultores, sus obreros, sus docentes, sus médicos, sus pobres y todos a los que el país les duele.

Por eso es momento de reconocer que la corrupción fue el nefasto invento del periodismo, por lo que nos sometemos al juzgamiento de la gente, en cuya sana y para nada especulativa memoria ciudadana, está guardado lo que a la Argentina le pasó en sus últimos 25 años de vida de país.