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El voto inexplicable de lo explicable

19 de agosto, 2019 - 07:14

La noche del domingo 11 de agosto pasado exhibió rostros impetuosos y caras desencajadas. Algo que no cambiaría hasta altas horas de ese día y casi sin pausa alguna, de esa manera amanecería.

Esto último en el desembarco de un lunes que les mostraría a los argentinos que los peligros que los acechan son invisiblemente letales.

De paso y en el medio de la hecatombe de la angustiante jornada, darse cuenta que hay un poder con todo el poder para desestabilizar a la Nación y sus habitantes tantas veces se le dé la gana. Tanto que los contrincantes políticos de las primarias, con sus huestes, se paralizan con su arrasador paso.

La elección con votos de fogueo fue suficiente para que, si habían dudas, constatar que la Argentina está habitada por personas que hace cuatro años vienen remándola y a las que se les pide más y más esfuerzo para que la Nación se levante. Con la única contrapartida de una alarmante desocupación, más pobreza, incontrolable inflación, servicios con costos inalcanzables, desinversión, cierres de campos, fábricas y comercios.

Todo un doloroso porrazo que impactó sin clemencia alguna sobre la osamenta de la clase media y en la de esos pobres estructurales, a  los que hundió aún más en el fango de la indigencia.

La imagen del domingo que se proyectó una y otra vez durante la semana, se parecía aquel documental en las costas patagónicas, donde ante la presencia de un puñado de hombres, una comunidad de lobos marinos se arrojaba al mar a sabiendas que estaba minado de ballenas horcas que los devorarían.

Eso es lo que un alto porcentaje de ciudadanos hizo: alejarse de un gobierno autista y sin programa para ellos, entregándose a un régimen político severamente cuestionado y observado por la Justicia.

Una oferta política que, más allá de lo expresen muchos de sus dirigentes, está integrada por un alto porcentaje de imputados por robar multimillonarios montos del Estado nacional.

A pesar de todo lo dicho, la gente ha expresado en el muestreo que significaron las PASO, que se dirige hacia esa ola a la que le había dado la espalda a finales del 2015.

El mismo bastión político al que le dijeron en ese entonces por medio de las urnas que se habían hartado del atropello a las instituciones de la Nación, al autoritarismo gubernamental y a la corrupción enquistada, sin miramiento alguno, en toda estructura del Estado.

Aun así, con los De Vido, López, Boudou, Milagro Salas, Pata Medina o Caballo Suárez, apenas una pequeña parte de una larga lista que ha formado verdaderas montañas de expedientes que la Justicia tardará su tiempo para procesar y juzgar.

Con todo eso, la gente mostró que inclinaría la balanza electoral hacia ese costado. Algo que para muchos observadores de aquí y del mundo se confirmaría en la elección general del próximo mes de octubre.

Dicen que el gobierno de Cambiemos es absolutamente responsable de la actitud del elector. Por cómo precarizó la vida del país en solo cuatro años, sin ningún gesto hacia esa gente que los votó esperanzada en que bajaría la pobreza, aumentaría las inversiones y por consiguiente, las fuentes de trabajo.

Todo lo contrario, puso despiadadamente presión impositiva, altos costos de servicios y un Impuesto a las Ganancias que esquilmó mucho más los alicaídos salarios, cuando había prometido a los trabajadores, en la campaña del 2015, que se los sacaría.

Esto último, ahora, con manotazos de ahogo electoral, trata de alejarlo de ese sueldo que la inflación hizo añicos, elevando el mínimo no imponible a sueldos que están por arriba de los ejecutivos.

¿Qué esperaba de los argentinos Mauricio Macri y su gobierno? ¿Que lo siguieran apoyando desde ese lodo de la pobreza a donde los envió? ¿Se le puede reprochar a ese ciudadano, que no tiene memoria de lo que le ha pasado al país en los últimos años, cuando millones de personas viven en la absoluta precariedad con sus hijos, sin trabajo y expulsados por un sistema que no los tiene en cuenta?

Las personas no pueden tener esa altruista mirada del Estado y lo que a ese Estado les hizo en los últimos 15 años, con la panza vacía, con la cruel desnutrición de sus hijos y con una dolorosa desesperanza que ha calado hasta en sus convicciones.

Un ciudadano que está en un callejón sin salida y que solo atina a buscar la puerta de escape más cercana a su vida, aunque no sea la correcta.

Como para entender el voto inexplicable de lo explicable.