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No mentemos al fascismo en vano

05 de noviembre, 2018 - 12:42

Que Trump o Bolsonaro son fascistas... Que el propio Perón lo fue... Veamos.

En principio, hay que reconocer que, efectivamente, existió un fascismo histórico. Y que como tal se desarrolló, fundamentalmente, en la Europa posterior a la primera postguerra. Especialmente en Italia, donde nació, aunque también tuvo manifestaciones importantes en España, Rumanía y Hungría, sin mencionar a otras menores, en lugares impensados como los EE.UU. y la Gran Bretaña.

La Argentina también tuvo su organización fascista, y fue la denominada Liga Patriótica Argentina, fundada en enero de 1919 por el dirigente de la UCR Manuel Carlés, que logró cierto apoyo en sectores conservadores.

Su doctrina, básicamente, surgió como un movimiento de masas, nacido en las luchas callejeras contra el marxismo de la época. Tras conquistar el poder en los lugares que lo hizo, procedió a una organización del Estado como un ente superior que pretendió abarcar a todas las actividades de la sociedad y por eso fue llamado “totalitario”. (Ernst Nolte)

Como tal, fue un movimiento antiliberal, antisocialista y nacionalista. Quiso erigirse como una verdadera religión política, entronizando el culto a los mártires, manifestado en la profusión de símbolos y ritos patrios. (Emilio Gentile)

Con la derrota de la Italia que permanecía leal al Eje, tras la Segunda Guerra Mundial, sus seguidores fueron perseguidos y excluidos de los circuitos políticos formales, quedando el término “fascista” reservado al uso peyorativo.

Ya en 1944, el reconocido novelista británico George Orwell escribió: “Parecería que, tal como se usa, la palabra 'fascismo' ha quedado casi totalmente desprovista de sentido. En las conversaciones, por supuesto, se usa casi más ampliamente que en prensa. La he oído aplicada a granjeros, tenderos, al Crédito Social, al castigo corporal, a la caza del zorro, a las corridas de toros, al Comité 1922, al Comité 1941, a Kipling, a Gandhi, a Chiang Kai-Shek, a la homosexualidad, a las transmisiones de Priestley, a los albergues juveniles, a la astrología, a las mujeres, a los perros y a no sé cuántas cosas más”.

Posteriormente, durante el Congreso de la IV Internacional Socialista (Ernest Mandel), se ordenó a todos los partidos comunistas del mundo que usaran el término 'fascismo' y 'fascista' para designar a todo aquel que se opusiera a la ideología del Partido.

Por eso, señora, señor, ahora que conoce la historia, no use los términos fascismo o fascista en vano.