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Con Máximo procesado, ¿desaparecerá La Cámpora?

El diputado nacional Máximo Kirchner vivió toda su vida al amparo del poder de sus padres, pero ahora está punto de ir a parar por un buen tiempo a la cárcel.

15 de octubre, 2018 - 07:19

Las causas Hotesur, Los Sauces y el pago de coimas que testimonian la causa de los cuadernos, han colocado al primigenio de los Kirchner en un callejón sin salida. Algo impensado antes de la muerte de su padre y mucho menos después del fallecimiento del extinto presidente el 27 de octubre de 2010. Momento en el que, paulatinamente, el poder gobernante lo fue llevando hacia el escenario de las decisiones que debía tomar en el poderoso e inexpugnable establishment político cuyo eje era su madre, por entonces cumpliendo su primer mandato presidencial.

A partir de ahí y por ser el heredero político, Máximo Kirchner se transformó en la cabeza indiscutible del brazo político llamado La Cámpora.

La historia de la agrupación también tiene sus luces y sombras. Cuando el kirchnerismo llegó al poder bajo la presidencia de Néstor, tras ese duro momento de la historia política, económica y social de Argentina, llamada crisis del 2001. El mandatario llegó de la mano y bendiciones de Eduardo Duhalde.

Algo que debía estratégicamente despegarse y comenzar armar poder y tropa propios. Sabía que las buenas condiciones económicas con las que recibía el país y la desarticulación de los partidos políticos con el “que se vallan todos”, lo colocaba en un campo propicio para alcanzar ese afianzamiento que logró por más de una década.

Lo otro que debía sacar provecho era la confusión interna de su partido, que también quería desprenderse para siempre de los diez años del menemismo. Néstor supo también mirar esa base social virgen y alejada de toda participación de la vida de la nación, los jóvenes. Realidad mucho más palpable en el peronismo. Hacía allí se dirige, se mete estratégicamente entre los jóvenes y crea la agrupación política La Cámpora.

La Cámpora fue una denominación artera para comenzar a despegarse del cono directriz que dejó el creador del peronismo, Juan Domingo Perón. Néstor Kirchner reivindicaba aquel presidente de pobre y transitoria gestión llamado Héctor J. Cámpora . Dirigente que solo sirvió para el regreso de Perón del exilio y luego quedar en el olvido de la historia del país.

Pero la reivindicación del kirchnerismo tuvo el escondido objetivo de olvidar al peronismo. Sin embargo y con el tiempo, La Cámpora se transformaría en una poderosa fuerza de choque interna y externa que nadie pudo detener y a la que solo respondió a Néstor y Cristina Kirchner.

La agrupación política no estuvo ajena al oscuro accionar de los últimos ocho años de gobierno kirchnerista. Además de copar todo el poder real, también habría participado de la fiesta del robo al país. Esto, de acuerdo a la mira de la Justicia, habría sido bajo las directivas de Andrés Cuervo Larroque, José Ottavis, Eduardo Wado de Pedro y Máximo Kirchner. Por eso las investigaciones arrancan con la figura de asociación ilícita.

El mérito más trascendente de Máximo Kirchner es haber sido el hijo de un gobernador reelegido en la provincia de Santa Cruz y luego Presidente de la Nación. Una madre senadora en un momento y diputada de la Nación en otro. También presidenta de la nación. Lo otro destacable es haberse hecho cargo de una línea interna creada por su padre, sin siquiera haber militado junto al extinto primer mandatario.

De él no se conoce ningún estudio o actividad laboral destacable. Solo se sabe que comparte una riqueza mal habida y la impunidad que dio en su momento su familia presidencial. Por eso, quizá, lo cubrieron con la investidura de diputado de la Nación, para que los fueros sean su escudo protector ante la Justicia.

Hoy, eso, ya es vulnerable. El monje negro de los Kirchner, Julio de Vido, es el ejemplo que los hace temblar a todos, en particular a Máximo. El hombre fue legislador, tuvo fueros y a hora, sin nada de eso, está en la cárcel, procesado y cumpliendo sentencia de cinco años y ocho meses de presión por la tragedia de once. A la espera para ser juzgado en once causas más.

Muchos observadores consideran que Máximo Kirchner está muy comprometido. Su vínculo familiar lo condena por acción u omisión. Es increíble que un niño, un adolescente, un joven y ahora un hombre que toda su vida solo vivió al amparo del poder de sus padres. Alguien sin perspectivas de vuelo propio, de un proyecto personal educativo, profesional o laboral, que heredado el poder de un ala interna muy fuerte de un partido político de trascendencia en la historia Argentina de los últimos 70 años.

Hoy la Justicia lo investiga como cualquier sujeto que haya delinquido. El que, para muchos, ni siquiera sirvió para eso, sin embargo está punto de ir a parar por un buen tiempo a la cárcel. Aspecto con reales posibilidades de concretarse, junto a otras cabezas de la agrupación política creada por Néstor. Punto que significará preguntarse también si implica la desaparición de La Cámpora. Interrogante que suena con angustia en el interior de un kirchnerismo que hoy pelea la tempestad política de vivir o morir, junto a un clan que va derecho a los estrados judiciales.