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Una geopolítica para Mendoza (II): el modelo

Nuestra provincia podría imitar el ejemplo de Israel para solucionar viejos problemas mirando el futuro con ojos nuevos, porque cuenta con las condiciones tecnológicas y geográficas necesarias para aplicar una política innovadora

26 de julio, 2020 - 13:23

La concreción de todo gran proyecto exige de una causa final. Vale decir de un modelo, ya que lo primero en la intención será lo último en ser realizado. Como tal, un modelo es un paradigma, un ejemplo a seguir. Una representación conceptual que permite anticipar los resultados de un proceso que se está a punto de iniciarse o que ya está en desarrollo.

Todas las ciencias, casi sin excepción, usan los denominados modelos científicos. La Geopolítica no es la excepción. Es más, se podría argumentar que en el fondo muchos cultores de ella no hacen otra cosa que exponer y explicar modelos. Por ejemplo, se señala a las Islas Británicas como el mejor modelo de potencia naval o al Japón como el de una recuperación exitosa tras una guerra.

Llegado el caso de buscar un modelo de desarrollo para Mendoza hay que establecer ciertos límites geopolíticos.

 

A saber:

  • Es un territorio ubicado, mayormente, en una zona semidesértica, recostada sobre la porción más alta de la Cordillera de los Andes.
  • Dispone de varios ríos de montaña.
  • Está poco poblada, pero cuenta con una población relativamente bien educada.
  • Se encuentra a más de 1.000 kilómetros de su capital nacional con un gran puerto sobre el Océano Atlántico, pero solo a unos 300 de la capital de otro Estado, el que tiene puertos sobre el Océano Pacífico.
  • Su historia económica nos muestra que su eficiencia y eficacia económica ha sufrido una constante disminución desde varias décadas. Puestos a elegir un modelo de desarrollo para Mendoza, creemos que no es Cataluña como pretenden algunos, sino el joven Estado de Israel. Para justificar esta idea, veamos la tabla adjunta en esta nota, de la que surgen estas comparaciones:
  • Mendoza es entre 6 y 7 veces, más extensa que Cataluña y que Israel.
  • Israel, por su parte, tiene casi cinco veces la población de Mendoza y Cataluña, más del triple.
  • Israel es 17 veces más productiva que Mendoza y Cataluña, 12.
  • Los israelíes y los catalanes son casi 3,5 veces más ricos que los mendocinos.

 

Pero la principal razón para nuestra preferencia está en las mayores similitudes geográficas y del tipo de agricultura que ambos lugares desarrollan. Mientras que la catalana es de tipo secano, vale decir que le bastan las lluvias que reciben, la israelí, al igual que la mendocina, depende del riego artificial dada la insuficiencia de sus respectivos regímenes de lluvia.

 

Israel, el país de la innovación

"Occidente necesita innovación, Israel la tiene", escribieron Dan Senor y Saul Singer, del Consejo de Relaciones Exteriores, en su libro Israel: Start Up Nation, en el que relatan lo que consideran la historia del milagro israelí. Un país que pese a su reducida población y al hecho de estar rodeado de enemigos, ha producido más empresas nuevas per cápita que países tan innovadores como Japón y hasta la misma China.

Los autores del libro describen, mediante distintas historias y anécdotas, cómo varios inventores, inversores y empresarios israelíes trabajaron juntos y coordinadamente para recuperar al sector empresarial del país.

Senor y Singer sostienen en sus conclusiones que la innovación fue la clave del éxito económico israelí y explican que fue necesario que desde el gobierno se determinara previamente cuáles empresas debían tener un carácter estratégico prevalente.

Para ello, reconocieron que, tanto una inmigración calificada como un sistema educativo que produce más ingenieros que abogados, también, fueron dos factores de gran ayuda.

Pasando a lo concreto, el desarrollo de Israel giró en torno a tres ejes. A saber: una agricultura intensiva, empresas de alta tecnología y el buen uso de sus escasas fuentes de energía.

La agricultura de Israel representa el 2,3% de su PIB, pero emplea a casi un 10% de su población. Se trata de una actividad altamente especializada, ya que se basa en la producción y exportación de los denominados productos de efecto invernadero, vale decir que son cultivados en forma intensiva y bajo condiciones controladas. Eso implica una mucho más eficiente administración del agua, un elemento absolutamente crítico en el presente y en el futuro mendocino.

Por su parte, el sector científico tecnológico es uno de los más desarrollados del país. Estas actividades se encuentran concentradas en el denominado ‘Silicon Wadi’, el que se ha convertido en un área con una alta concentración de empresas de alta tecnología en la llanura costera de Israel.

Los orígenes de la floreciente industria se remontan a una iniciativa del gobierno, que en 1993 lanzó el programa Yozma (Iniciativa, en hebreo), por el que ofrecía incentivos fiscales a cualquier inversión de capital de riesgo, a la par de duplicar cualquier inversión con fondos estatales.

Como resultado, los desembolsos anuales de capital de riesgo en Israel, casi todos privados, aumentaron 60 veces. En un principio se trató de compañías fabricantes de hardware para computadores, como las famosas IBM y Hewlett Packard, pero con el tiempo fueron siendo reemplazadas por las mucho más rentables compañías unicornio dedicadas a la fabricación de software.

En forma paralela, los científicos, los ingenieros y los técnicos israelíes no solo contribuyeron con sus descubrimientos al avance de la computación, sino también lo han hecho con las ciencias naturales, como las ciencias agrícolas, la genética y la medicina.

Finalmente, en el campo de la energía, si bien en Israel la mayor parte proviene de los combustibles fósiles y depende, en gran medida, de las importaciones para satisfacer sus necesidades energéticas, tiene un muy interesante desarrollo de la energía solar hogareña, ya que en 1967 solo alrededor del 5% del agua de los hogares se calentaba con energía solar, mientras que tras la crisis del petróleo de 1970, este porcentaje trepó al 90% de los hogares israelíes.

Si en los hogares mendocinos se adoptara, por ejemplo, una tecnología similar, la que además está disponible localmente, se podría ahorrar hasta un 50% del consumo de energía domiciliaria, lo que representa una disminución de cerca del 70% de las importaciones de gas del año 2017.

Con una medida de esta naturaleza se lograrían varios beneficios. Por un lado, bajar el consumo de la energía domiciliaria, promover la fabricación local de sistemas de energía solar impulsando las industrias metalmecánicas y, por otro lado, disponer de un ahorro importante en la compra de energía.

Como vemos, la clave del éxito israelí ha estado en la innovación, vale decir en la búsqueda de soluciones novedosas. O en otras palabras, en la capacidad de mirar nuestros viejos problemas con ojos nuevos.

Tal como lo hizo la inmensa mayoría de nuestros abuelos, los que luego de bajar de un barco en el puerto de Buenos Aires no se quedaron allí, seguramente porque entre su escaso equipaje traían una ramita de vid o de olivo o, quizás, los martillos para una fragua. Pero por sobre todo, porque tenían en su mente un modelo, una idea de hacer un mundo nuevo.

Ha llegado el momento que retomemos ese espíritu.

En una próxima nota seguiremos desarrollando nuestra propuesta de desarrollo para nuestra provincia.

 

Emilio Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.