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Mendoza, con mirada crítica hacia sus periodistas

Recientes expresiones de un colega radial despertaron tanto en la gente como en entidades gremiales y hasta instituciones universitarias, fuertes reclamos contra el periodista.

15 de noviembre, 2020 - 09:19

La provincia tiene otra característica que la hace especial ante la vida institucional de la nación: su periodismo y la gente que lo consume.

Muchos se interrogarán qué tiene eso de especial con respecto a lo que ocurre en el resto del país. La respuesta es: mucho, en todo aspecto y sentido.

Hay provincias en la Argentina donde increíblemente el pensamiento es único e impuesto por el gobierno de turno, que más que de turno es un feudo declarado desde el regreso de la democracia.

Una sola voz, sin críticas, análisis, investigaciones o noticias donde la gente sepa que pasa con la vida de su provincia y qué es lo que hace el régimen que la gobierna.

En Cuyo, en el Norte y en el Litoral sobran esos increíbles ejemplos donde las libertadas públicas son violentadas a punto tal que la libre expresión está totalmente bloqueada.

Poco importa lo que expresa la Constitución local, que de por sí ya está violentada. Mucho menos lo que indica en su rico contenido la Constitución Nacional.

Mendoza ha tenido emblemáticos casos en su historia de periodistas que han pasado a engrosar las páginas doradas de la prensa argentina ante la mirada del mundo.

Como así también aquellos personajes, que por todo lo repugnante que cometieron con la profesión al servicio de oscuros intereses, hasta entregar la vida de sus colegas, hoy ni siquiera están en la memoria mendocina, mucho menos en la galería de los horizontes que tengan ante sí los trabajadores de prensa.

El tiempo del derecho y libertades constitucionales hicieron que el periodismo avanzara y fortaleciera su voz en cada tarea que realiza.

Al mismo tiempo, la gente aprendió a ejercer ese derecho de expresión que deja muy en claro la Constitución de Mendoza. Mucho más ahora que la conectividad y el océano de las redes sociales le permiten a cada ciudadano decir lo suyo, sin tapujo alguno.

Recientes expresiones de un colega radial despertaron tanto en la gente como en entidades gremiales y hasta instituciones universitarias, fuertes reclamos contra el periodista.

Esto, no solo por sus dichos, sino porque pregonaban lo que en otros tiempos habría caído de parabienes, según pinten las circunstancias. La hoguera en el medioevo, los azotes en la época de Rosas o aquellas dolorosas acciones dictatoriales que desterramos para siempre.

Distintos puntos de nuestra historia, que no implica que estuvieran en las intenciones de quienes, con los derechos de libre expresión, se quejaron del colega.

Pero que bien deben ser tenido en cuenta como para notar todo lo que avanzamos como sociedad y lo mucho que todavía nos queda por alcanzar.

Muchos también preguntarán quiénes son los periodistas para decir lo que se les venga la gana. Y la respuesta es con otro interrogante: ¿por qué no?

Si de eso se trata nuestra profesión, hablar, investigar, analizar y preguntar, sin censura previa, como dice nuestra Constitución.

Y porque ejercer el periodismo es la pureza en la letra que inspira la Carta Magna y del sistema de vida democrático y republicano que los argentinos elegimos, cuando fija la libertad y a quienes les asiste.

Por eso, que sea bienvenida la libertad absoluta, inclusive con excesos. Porque es preferible que haya excesos y no silencios, de esos que en el pasado borraban la verdad del pueblo.

No es malo ese exceso, se diría que hasta es necesario, para que se hable de todo.

No hay que tener miedo a opinar. La gente tiene que aprender a convivir con esto y saber ejercer su derecho a opinar, que de hecho lo tiene y de hecho lo está ejerciendo, hoy más que nunca.

En el país tenemos ejemplos diametralmente opuestos: Jorge Lanata, Gustavo Silvestre, Víctor Hugo Morales y Alfredo Leuco, cada uno tiene lo suyo.

Unos defendidos y escuchados por sectores radicalizados, otros por un común de la gente muy crítica y despojada de pasiones políticas.

¿Todos son necesarios? Sí, y todos tienen el derecho a ejercer la profesión como la crean y bajo esa libertad de prensa que señala la Constitución, en un texto que no tiene ni señala dirección política alguna.

El debate que se presentó en Mendoza debe y tiene que ser saludable. El periodista tiene el derecho a ejercer la libertad de prensa y la gente tiene el mismo derecho de ejercer la libertad de expresión.

Pero cada uno debe también saber que la Constitución y las leyes que están en vigencia preservan otros aspectos cuando las personas se sienten lesionados en sus figuras ciudadanas. El juego de la democracia y las instituciones, que le dicen.

La libertad en si misma es un bien preciado que poseen aquellas sociedades que valoran y respetan el pensamiento ajeno. Todo lo contrario, es convivir en el oscuro encierro del pensamiento único y autoritario.