|27/12/20 08:51 AM

La triste muerte de una adolescente, metida en la arena política

Lejos de un profundo análisis sobre el aberrante crimen, nuestra clase política cerró el "Coliseo" cuyano y mandó a la arena a los gladiadores de todos los colores partidarios

27 de diciembre, 2020 - 08:55

Los duros momentos que semanas atrás vivieron los mendocinos con espanto, tristeza e impotencia ante la desaparición primero, y asesinato después, de una nena de apenas catorce años, desembocaron en una inadmisible pugna política.

Una cuestión que nadie en Mendoza y en su sano juicio hubiese esperado. Pero fue así, como para acrecentar con saña el dolor de toda una provincia que perdió uno de los estabones de su legado de vida.

El caso de Florencia hizo explotar el hecho de que las cosas no estaban bien o no andan como corresponden en un Estado que se ha jactado con sobrados argumentos que tiene una multiplicidad de instrumentos jurídicos e instituciones que funcionaban sincronizadamente en beneficio y protección de toda la comunidad.

A tal punto de comenzar a revisar las insuficiencias de las campañas públicas e institucionales contra el grooming y todo aquello oscuro que se zambulle en las redes sociales a la espera de alguna víctima, sin dejar de lado el rol de dos pilares fundamentales: la familia y la educación.

Fue darse cuenta de que todo lo que decía espontáneamente funcionar, no funcionaba.

Que la forma en que fue captada una niña y cómo terminó su vida, hizo poner a todo un Estado en alerta roja para rever el sistema familiar, social e institucional para que esto no vuelva a pasar.

Pero no para esperar que aparezca un nuevo caso y exista la reacción que no existió para evitar el inadmisible final de Florencia, sino además para intentar el gran desafío de prevenir. Comenzando a ganar el terreno a los imbéciles que están detrás de nuestros hijos e hijas con todo rigor y sin contemplaciones.

Todo esto debería ser el debate

Sin embargo, lejos de este profundo análisis de toda la comunidad mendocina, nuestra clase política, cuándo no, cerró el Coliseo cuyano y mandó a la arena a los gladiadores de todos los colores partidarios.

Ahí quieren dirimir todo el entorno de lo que había sucedido con una niña de solo 14 años y lejos del oportuno silencio social por esa inaceptable muerte, comenzaron una batalla dialéctica que muchos observadores de la política vieron inoportuna.

Para los mismos observadores se notan las grieteas de los que son gobierno para resolver aspectos puntuales de la seguridad y las vilezas de bastiones de la oposición.

Estos últimos con algunas ideologías cuyos únicos métodos para hacerse escuchar es la violencia, a punto tal de llegar hasta donde llegaron en la marcha que pidió justicia por la adolescente asesinada.

O los otros, que aprovechando la importante convocatoria de la concentración se pusieron a escarbar en el dolor generalizado de la gente para ser duros ante el oficialismo y pedir explicaciones por lo que ya no tiene explicación alguna.

Salvo que todos los que pasaron por el sillón de San Martín, hasta la administración anterior a Rodolfo Suarez, se hagan cargo de cómo se fueron achatando las estructuras del Estado que están para prevenir y responder ante todo lo que acecha a nuestros niñas, niños y adolescentes.

La falta de sinceridad de toda la clase política, esencialmente los que tuvieron y tienen responsabilidades de administrar la provincia, espanta y colma la insensatez.

Es inaceptable que el asesinato de Florencia termine solamente con el tema del 911, una mujer policía sumariada, expulsada y procesada judicialmente.

El terrible episodio contiene mucho más que eso, como la falta de seguimiento con mecanismos y supervisores sobre una herramienta que es vital para todo ciudadano.

Un mecanismo que esté sometido a la permanente vigilancia para que cumpla con el fundamental objetivo, pero que también sea parte de toda una política de Estado al servicio de la gente, especialmente mujeres y niños.

Esta y otras necesidades institucionales no se alcanzan con la soberbia política de los que circunstancialmente gobiernan por cuatro años la provincia.

Mucho menos haciendo caldo de cultivo de la muerte de un ser para posicionarse mejor ante el soberano.

De ninguna manera ambas sirven para el bienestar generalizado de la gente pero sí son ese deteriorado muestrario de una política que ya debería haber sido desterrada entre los mendocinos.

El año 2021 llegará con un aditamento a todos los problemas que heredará de este año, como coronavirus, pobreza, desocupación y graves inconvenientes económicos, elecciones.

Quizá será el momento en que la gente le responda con esa herramienta constitucional que todo político teme, cuida como a ninguna otra cuestión y la única que lo puede doblegar: el sufragio.

Sobre todo, porque se debe elegir a los que tienen que legislar en el lugar que fue atacado con mayor saña por los intolerantes de la política, aprovechando ese momento de desazón que vivió la gente que habita esta Mendoza donde metieron en la arena política la muerte de una adolescente. Algo patético e inaceptable.