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La insoportable ambigüedad del género

La decisión de que en el DNI exista la opción de salirse del esquema femenino o masculino ha revelado que la sociedad viene despojándose de prejuicios 

25 de julio, 2021 - 10:10

Hay hechos en el mundo que se empecinan en ponerse de manifiesto aunque durante toda una historia de la humanidad se las haya querido ocultar o soslayar.

No podemos afirmar con ninguna certeza que esta etapa de la vida humana en el planeta sea un escenario de cambios que nos depararán un mundo mejor. Creo que estamos muy lejos de eso, y hasta parece que el movimiento es en sentido opuesto.

Pero en algunos aspectos aparentemente nos encaminamos cada vez más a ver a las cosas como han sido dadas en la vida natural sin tener en cuenta nuestras percepciones y conflictos, producto de una cultura milenaria prolífica en sabiduría y también de ignorancia.

La reciente decisión de que en el DNI exista la opción de salirse del esquema femenino o masculino para quienes no se consideren dentro de ninguno de esos géneros ha revelado que la sociedad viene por una parte despojándose de prejuicios, y por otra, cerrando paulatinamente un círculo virtuoso que deja fuera injustas discriminaciones.

No es nuevo que la realidad siempre va por delante de las leyes y que es la presión de las evidencias lo que la mayoría de las veces presiona para que se establezcan normas de protección o de reconocimiento de derechos, siempre considerando que éstos son inherentes a la naturaleza humana y a todas sus circunstancias.

La ambigüedad con respecto a la autopercepción de género y a las opciones para desarrollar una vida sexual es algo que siempre estuvo presente en la condición humana, pero fue aborrecida en la mayoría de las sociedades de todas las épocas.

A ello se sumó la dominación del varón sobre la mujer, quizá a partir del establecimiento de la familia monogámica y patriarcal, institución surgida para asegurar la trasmisión de la propiedad.

Sostener durante milenios esta estructura requirió las más de las veces de la violencia, expresada de todas las formas de las que ha sido y es capaz el hombre.

Con la nueva legislación, que es necesario aclarar, aún es incompleta y tiene que transitar un largo camino, se abre un abanico de posibilidades y de descubrimientos.

Primero tomar conciencia que sí se había logrado imponer respeto al colectivo LGBTQ+, y que esa imposición iba calando hasta convertirse en un respeto natural.

También ahora visibilizamos a personas que no se consideran ni varón ni mujer y no quieren ser ninguna de las dos cosas aunque hayan nacido con las características externas de uno u otro sexo.

Esto nos hace entender que en muchos casos determinarse como hombre o mujer ha sido una construcción social y no lo que el individuo sentía, quería o le convenía.

Mucha gente se asusta ante este mundo que se va descubriendo y haciéndose un lugar en la sociedad. Las reacciones más frecuentes van desde la indiferencia forzada hasta el rechazo frontal, pasando por la mofa y la humillación.

Como todas las incertidumbres, ésta es muy difícil de aceptar por mucho tiempo por lo que se termina aceptando, que es lo bueno; poniéndose del lado del rechazo total, o desentendiéndose del tema.

El paso de tener un DNI es solo eso, un paso, las personas no binarias seguirán teniendo otro tipo de cuitas. Tal cual ha sucedido con las personas transgénero o con distinto género autopercibido, con el documento en mano tienen que seguir bregando para que se les dé un lugar, no por la imposición de una ley si no porque así debe ser sin importar otra condición que la capacidad y sus derechos.

Mientras se llega a esta situación, por ahora ideal, la sociedad y el Estado han tomado el camino de aceptar y reforzar derechos que ya se tenían, con el recurso de considerarlos una minoría desprotegida con la que hay que tener consideraciones especiales.

El día del triunfo de la justicia será aquel en el que no sean necesarias esas leyes, y que nadie se pregunte qué es o cómo se considera, y que el quién solo se responda con el nombre, con el número y qué es lo que sabe hacer bien, si eso fuera necesario.  

El cuestionamiento de la X en el DNI donde se requiere la condición de género, responde a que para muchas personas no binarias hay más de una tercera opción, y que las identidades de género o sexo son variadas y tal vez cambiantes. Por eso se sienten constreñidas a una letra que representa la incógnita y para ellos ser como son es algo preciso, como lo debe ser para todos los demás.

Vamos de a poco, pero sin detenerse ni volver atrás. Habrá que modificar todos los formularios trámites y requerimientos institucionales donde se pida la identificación de sexo, porque deben ser muy pocos los actos de la vida civil en los que se deba considerar alguna diferencia.

Va quedando pendiente el tema del lenguaje, algo que se modifica, al menos espontáneamente, con el uso y el devenir. La lengua española como todas las de origen latino, tiene desinencias de género, que pueden haber tenido un propósito de dominación al crear terminaciones genéricas que inducen a lo masculino, pero a nadie se le escapa lo que se quiere decir cuando se comprenden los dos géneros en una expresión.

Imponer su uso o prohibirlo lisa y llanamente, va en contra precisamente de la libertad con la que tiene que discurrir la evolución de una lengua. Pues nombrar la libertad no nos asegura que ésta se respete, otro tanto cambiar las palabras por imposición o por moda, no nos asegura que lo que se nombra sea verdadero.