La geopolítica de conocer el futuro

A lo largo de la historia, a través de distintas formas se ha tratado de saber de algún modo lo que pasará hacia adelante, aunque seguramente conocerlo dependerá de nuestra actitud frente a los métodos que se utilizan para responder lo que preguntamos

17 de mayo, 2020 - 18:43

Como todos sabemos, el futuro es algo que aún no existe y por lo tanto no puede haber un conocimiento cierto y científico sobre el mismo. Lo que no ha impedido, a lo largo de la historia humana, que se lo tratara de conocer de algún modo.

Esta natural necesidad la han sufrido desde gobernantes, hombres poderosos, comandantes de ejércitos o grandes empresarios, hasta humildes agricultores que querían saber cuándo llovería, o amantes frustrados por las negativas de su amado.

Esa necesidad de saber lo que, por definición, no se puede saber ha inspirado una diversidad de métodos para lograrlo. Vamos a hacer un breve resumen de los mismos antes de pasar a nuestras conclusiones.

1 - El chamanismo. Si bien el chamanismo como tal es un método ancestral propio de las sociedades tribales, hoy se encuentra activo en muchos lugares del mundo, especialmente en los que no han logrado salir del formato político de la tribu. 

Los métodos utilizados para hacerlo varían enormemente de una cultura a otra. Entre los más comunes están el baile, la oración, la soledad, el ayuno, las vigilias, la abstinencia sexual (o su opuesto, las orgías rituales), ejercicios de respiración, bebidas alcohólicas, drogas alucinógenas y muchos otros más.

2 - La interpretación de los sueños. Es una práctica que se remonta a la Biblia. Nos cuenta ella, por ejemplo, que José recibía en sueños señales y símbolos que no eran otra cosa que un mensaje divino que exigía una interpretación de un experto que lo enunciaba en forma de un vaticinio.

3 - La nigromancia. Consiste en un diálogo a través de un médium o persona con conexiones con el otro mundo.  Hay una conocida sociedad que se dedica a ello. 

4 - La astrología. Probablemente sea, junto con el chamanismo, el método más antiguo para tratar de mirar hacia el futuro. También comparte con éste una moderna popularidad, ya que se aprecia que hasta un tercio de las personas cree, de alguna forma, en ella. 

Sus raíces se remontan a la Babilonia de hace unos 3 mil años a. C. y se basa en la creencia de que el movimiento y la posición relativa de los cuerpos celestes regula el destino de las personas y hasta de las naciones. 

Quizás haya contribuido a su larga vigencia que sus conclusiones científicas respecto de los movimientos celestes sirvieron de base para el surgimiento y consolidación de la astronomía a partir del Siglo XVII. 

5 - La adivinación. Como lo afirmó Cicerón, ni los griegos ni los romanos tomaron una decisión importante sin tratar de adivinar sus consecuencias primero.

Al igual que la astrología, pero a diferencia del chamanismo, de los sueños y de la nigromancia, la adivinación es considerada un arte “racional" practicado fría y metódicamente por expertos que habían pasado años estudiándolo y perfeccionándolo. 

6 - La profecía. También conocida como revelación, tiene un origen en la Biblia en libros tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. De la lectura de ellos se deduce que la Historia ha tenido un principio y que, en consecuencia, tendrá un final, ya que su autor principal no es otro más que el mismísimo Dios. 

Los textos bíblicos se expresan en un mensaje simbólico que es difícil de interpretar aún para los expertos. Pero para el hombre de fe es una clara hoja de ruta de lo que le depara el destino. 
Hasta aquí hemos enumerado los métodos no racionales. Vamos, ahora, a mencionar los considerados racionales. 

Historia: Siempre ha existido la teoría de que hay patrones históricos que se repiten y que la historia misma se mueve en ciclos. Más modernamente, fue la introducción de la teoría de las “tendencias", un término que se usó por primera vez a fines del Siglo XIX, y que desde entonces se ha convertido en una de las palabras de moda de nuestra época.

Las tendencias son las que hacen  posible la extrapolación. Un buen ejemplo es la Ley de Moore, que predijo que la velocidad de la computadora se duplicaría cada dieciocho meses.

Otra teoría útil fue enunciada por el filósofo alemán del siglo XIX Georg Hegel, luego retomada por Karl Marx, quien creía que cualquier tendencia histórica contenía una tesis, la que necesariamente daba lugar a su opuesto, o sea a una antítesis, y que de su choque dialéctico surgía una síntesis, lo que hacía posible la predicción del futuro.

Los modelos: Esencialmente consiste en construir modelos para comprender cómo varios factores que dan forma a la realidad y que están relacionados, interactúan entre sí. Por definición, los modelos se basan en cálculos matemáticos, ergo, cuanto más precisos sean éstos, mejor será el modelo. 

Hasta la llegada de las computadoras, primero, y de las supercomputadoras, ahora, su aplicación práctica era escasa, ya que se carecía de la capacidad de cálculo necesaria para procesar los complejos algoritmos descubiertos por Isaac Newton en el Siglo XVII.

Hoy, el método es aplicado a casi todas las realidades que nos rodean, y algunos van tan lejos como para predecir desarrollos que tendrán lugar en millones e incluso miles de millones de años.

En realidad, no se trata de nada nuevo, ya que los intentos de extender el modelado matemático del futuro nacieron con la astronomía y se remontan al Renacimiento, cuando se crearon las primeras empresas especializadas en cálculo de riesgos, como subsidiarias de las compañías aseguradoras. 

Luego todo se vio confirmado por el establecimiento de la ciencia estadística desde el Siglo XIX y su uso no ha dejado de aumentar. 

¿Qué vendrá después?

Como dijimos, la introducción de las supercomputadoras ha hecho posible el procesamiento de una inmensa cantidad de datos a una velocidad enorme, lo que ha logrado que la confianza depositada en ellos creciera exponencialmente. 

Es más, cualquiera que por estos días no use o pretenda no usar computadoras para la predicción, probablemente será considerado un tonto.

Sin embargo, mal que les pese a los tecnócratas que creen en ello, no hay pruebas de que incluso los métodos más “racionales", utilizados con o sin la ayuda de supercomputadoras, obtengan mejores resultados que el resto de las metodologías enumeradas en esta nota.

Es más, en términos generales, cuanto menos arraigado en lo cuantificable sea el futuro que estamos tratando de prever, más cierto será esto. 

Seguramente el problema no esté en los métodos sino en nuestra actitud frente a ellos. O dicho en otras palabras, en las preguntas que nos queremos que nos respondan.

Al respecto, y antes de consultar a un chamán, a una vidente o pagarle a una consultora por una costosa estadística, debemos reconocer algunas cuestiones básicas. A saber:

1º) Existe lo que sabemos que sabemos. No lo deberíamos preguntar.

2º) Está lo que sabemos que no sabemos y probablemente será lo que le preguntaremos.

3º) Pero también está lo que no sabemos que no sabemos. Y con certeza, será lo que no preguntaremos y lo que termine finalmente ocurriendo.

El Doctor Emilio Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.