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Juan Manuel Ferrari, el escultor uruguayo que dejó en Mendoza una obra monumental

El artista oriental mostró su talento en el Cerro de la Gloria, además de la estatua en honor a Fray Luis Beltrán ubicada en nuestra Alameda, que quedó inconclusa por su muerte a temprana edad

31 de agosto, 2020 - 10:51

Pasó a la inmortalidad a través de sus obras en Mendoza, que trascendieron el tiempo. Hoy son dignas de la admiración de miles de personas que visitan nuestra provincia y que coronan el cerro que se denomina de la Gloria.

Otra escultura centenaria pero de menor tamaño dedicada a la memoria de héroe Fray Luis Beltrán existe en la Alameda pero actualmente pasa desapercibida.

El destacado artista que esculpió ese bronce era uruguayo y se llamaba Juan Manuel Ferrari.

El gen del cincel y el mazo

El reconocido escultor nació en Montevideo, República Oriental del Uruguay, el 21 de mayo de 1874. Era hijo del italiano Juan A. Ferrari (1838-1918), también escultor, quien en 1860 acompañó a Giuseppe Garibaldi en la expedición de los Mil –también llamada de los ‘Camisas Rojas’– para la reunificación de Italia.

Posteriormente, su progenitor viajó a Sudamérica y se radicó en la capital uruguaya para destacarse en la erección del monumento emplazado en la ciudad de Florida, de ese país, en conmemoración de la independencia nacional en 1879.

Juan Manuel Ferrari.

Entre sus trabajos también se puede apreciar la fuente en la actual plaza Constitución (antigua Matriz) en pleno centro montevideano.

Mientras tanto, con 16 años de edad, Juan Manuel inició sus estudios de artes plásticas en Montevideo y los continuó en Buenos Aires. En 1890 obtuvo una beca del gobierno de Uruguay para estudiar en Europa. Se radicó en Roma, donde fue discípulo de los renombrados escultores Ettore Ferrari y Ercole Rosa, en el Real Instituto de Bellas Artes de aquella ciudad, instituto en el que fue premiado con la máxima distinción.

Desde Italia, el joven artista envió a su país natal las primeras obras, llamadas ‘Artigas’, ‘Pugilista romano’ y ‘Prometeo encadenado’.

Luego de residir seis años en ese país, volvió a América del Sur y se radicó en Montevideo, donde estableció su taller de arte. Entre sus actividades catedráticas, fue creador del curso de Plástica en la Facultad de Matemáticas, en la que se dedicó a la docencia durante varios años.

Pero su labor se extendió a la otra orilla del Río de la Plata, y se radicó en Buenos Aires, donde instaló su atelier. Allí fue galardonado con el segundo premio en el concurso organizado para erigir un monumento a la Independencia argentina.

A mediados de 1898, fue invitado por Uruguay a participar con un boceto para la realización de un monumento a José Artigas.

En 1914, y después de ejecutar el trabajo al Ejército de los Andes en Mendoza, Ferrari partió hacia la capital italiana para seguir con otras especializaciones. Regresó un año después a su país para realizar el monumento a Garibaldi, debido al fallecimiento del escultor español Querol, quien había sido ganador del respectivo concurso. Este fue el último trabajo en su tierra.

Entre sus labores artísticas se puede citar el monumento a Juan Antonio Lavalleja, el de la Batalla de Las Piedras, inaugurado en la ciudad del mismo nombre en 1911.

También se destacó en la creación de varios monumentos funerarios en el Cementerio Central de Montevideo.

Un desafío monumental

Según la ley de la Nación número 6286, la Comisión Nacional del Centenario acordó la erección de un monumento en la ciudad de Mendoza que conmemorara la gesta emancipadora de América del Sur por el Ejército de los Andes.

Ante este pedido, en 1911, fue convocado para presidir esta comisión el reconocido científico Francisco P. Moreno, quien fue encargado y enviado especialmente a nuestra provincia para el levantamiento de esa obra conmemorativa. A pesar de algunas diferencias entre las distintas comisiones para poner la piedra fundamental en el cerro del Pilar, esta se estableció en aquel lugar.

Maqueta original del monumento en el Cerro de la Gloria.

Sobre una base de piedra cordillerana, se erigió un conjunto escultórico realizado en bronce cuya fundición se realizó en el entonces arsenal de guerra de la Nación.

Se cree que el escultor uruguayo Ferrari se basó en una de las estrofas de Nido de cóndores, del poeta Olegario Andrade, que sirvió de musa al artista permitiéndose crear, dentro de aquel espléndido cuadro imaginativo, los grandes rasgos y finísimos detalles de aquella sublime obra.

El grupo escultórico del Cerro de la Gloria fue inaugurado a principios de 1914.

A principios de mayo de 1910, el escultor oriental llegó a nuestra provincia para profundizar sus conocimientos sobre los acontecimientos de la gesta sanmartiniana. Tres años después regresó a Mendoza, esta vez para trabajar en los detalles de la obra ya montada en el llamado cerro del Pilar.

Algunos artistas trabajando con Ferrari en Buenos Aires en la fundición en bronce la monumental escultura.

Entre sus colaboradores y amigos se encontraba el sacerdote y escultor salesiano Quintino Piana, quien había nacido en Italia en 1879. Su íntegra formación artística fue realizada en ese país con grandes maestros de la escultura.

Para la composición de la obra fue muy importante el aporte de este religioso, que falleció en Buenos Aires en 1950. El 12 de febrero de 1914 el monumento fue inaugurado con la presencia de autoridades nacionales y provinciales.

Súbita muerte y obra inconclusa

Otro de los encargos que se le hicieron a Ferrari a través de Francisco P. Moreno, y por una iniciativa de la Sociedad Santa Cecilia, fue la erección de un monumento en memoria de Fray Luis Beltrán en 1916.

El escultor trabajó hasta sus últimos días para dejar listo aquel encargo, que fue concluido en arcilla, ya que repentinamente, el 31 de octubre de ese año, el artista plástico falleció en la ciudad de Buenos Aires a la edad de 42 años.

El monumento a Fray Luis Beltrán en la Alameda, obra inconclusa de Ferrari.

Su cuerpo fue incinerado y posteriormente sus cenizas fueron trasladadas al Cementerio Norte de Montevideo, en Uruguay. Tiempo después, y gracias a la intervención de Francisco P. Moreno, la estatua de Fray Luis Beltrán fue fundida en bronce y trasladada a nuestra provincia, y el 12 de febrero de 1917 fue inaugurada en la Alameda.

La relación de Ferrari con Mendoza quedó sellada para siempre a través de su viuda, quien tuvo la oportunidad de visitar esta ciudad para rendirle tributo a su esposo.

Con el paso del tiempo el gran artista fue olvidado, y recién a principios de este siglo legisladores de su país tomaron la iniciativa de erigir un monumento en su honor.