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Hasta qué punto lo oscuro de la política ensucia la vacunación

El costado más sucio de una parte de la sociedad afloró una vez más con el “me salvo porque se me da la gana y por sobre quien se me da la gana”

07 de marzo, 2021 - 19:11

Lejos de acallarse el fuerte encontronazo entre políticos oficialistas y opositores, el inaceptable caso de la 'vacunagate' o 'vacuna vip', como se lo quiera denominar, continúa creciendo a niveles que han sobrepasado largamente asombro y estupor de la gente.

No podía ser de otra manera, porque, cuando el río suena es porque trae piedras. Y el cimbronazo entre políticos no era ni es con munición de fogueo, es real. Porque existieron casos de escandalosos acomodos que, en el terreno de la lucha, acordaron acallar para que la honda expansiva no llegue más lejos.

“Si no dejás de arrojar acusaciones sensacionalistas, contaré cuántos funcionarios de tu gestión municipal están comprometidos con la vacunación vip. Hasta daremos el nombre del ese funcionario de primera línea que tuvo que presentar la denuncia, cuando ustedes se querían mostrar sacrosantos. Ni hablar de la presentadora de TV que fue vacunada por ustedes”.

Una expresión de alto nivel que fue dirigida entre las cabezas representativas de oficialistas y opositores. Dichos que no dejan dudas que la caradurez y los malos gestos provienen de segmentos políticos, sindicales, comunicacionales y sociales que se creen con derechos sobre todos los ciudadanos.

Para los observadores de la política local, el caso reviste una gravedad tal que no tiene precedentes.

Se hace más delicado porque estamos hablando de acomodos sobre una vacuna que podría salvar vidas de personas que necesitan ser inmunizados contra el COVID-19.

Con un dato que pone más turbiedad a lo sucedido: los privilegiados vacunados no están en grupos de riesgo, no pertenecen a actividades esenciales y gozan de muy buena salud.

Una postal que se ha replicado en todo el país, cuando el costado más sucio y putrefacto de una parte de la sociedad argentina afloró una vez más, no solo en el sálvese quien pueda, sino que “me salvo porque se me da la gana y por sobre quien se me da la gana”.

Un mensaje más que claro desde un halo negro que ya no tiene distingos políticos y que hace uso y abuso del transitorio poder que la gente otorgó ejerciendo las herramientas republicanas que alberga la democracia.

Mientras tanto, y cuando un grueso de la comunidad se ha relajado preocupantemente, mostrándose rebelde en todo lo que significa cuidarse, sin importar siquiera que muchos de ellos están en las puertas del contagio y otros contagiados, pelean palmo a palmo por no perder la vida.

Por lo que, inmediatamente, y como lógica reflexión, la sensatez de otro grueso de la comunidad se pregunta cómo se le puede exigir a esta gente que no baje la guardia ante un virus que sigue siendo letal, si desde el costado de nuestra representación política en el Estado todo se muestra egoístamente putrefacto e impresentable.

Es como que la moral del país ya tocó fondo, aunque algunos piensan que no y otros muchos consideran que nunca se tocará.

Porque estamos hablando de Argentina, esa nación que le ha dado cátedra al mundo de las múltiples facetas de la corrupción.

De una Mendoza que en muchos aspectos es ejemplo institucional, republicano y de instrumentos jurídicos, muchos de los cuales son únicos ante el país.

Sin embargo, también tiene esas caras, como esta, en la que la moral y la ética ciudadana no puede ser vulnerada por chanchuyos de ciertos políticos que no ponderan esa actividad vital de la democracia, correctas acciones de Estado que no vulneran derechos que le asisten a la gente.

Preocupa aún más que el escándalo está en plena acción y cuando todavía se está vacunando a médicos y todo personal de salud.

Han comenzado a inocularse a nuestros abuelos y al personal docente y se apresta a confeccionar un organigrama para vacunar al resto de la población sin que todavía exista certeza de cuándo el país contará con el lote de vacunas necesarias para toda la nación.

Aunque esto es un problema de los que viven debajo de la línea de privilegios, los que deberán esperar cuidándose como puedan y con lo que puedan para que el virus no los contagie, y en una de esas, no los mate.