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El peor momento en el peor momento

14 de junio, 2020 - 12:17

Cada tardecita, cuando ya el frío se hace sentir, el ritual se repite. Los periodistas esperamos el reporte diario de COVID-19 del Ministerio de Salud de la Nación, y con minutos de diferencia el de su par mendocino.

En esa observación, la última semana ha sido desesperante. Lo que antes era una meseta, se transformó en una empinada curva hacia arriba, con récords diarios de contagios, superando la cifra de mil en los primeros días, y ya para el reporte de hoy también la de 1.500.

El pico de la pandemia parece acercarse. El peor momento llega, paradójicamente, en el peor momento. Encuentra a una sociedad angustiada, con vastos sectores que van perdiendo la confianza en el acierto de las decisiones. Lo muestran las encuestas, pero lo muestra el humor social.

Cuestionamientos que antes se hacían sotto vocce, ahora se proclaman a viva voz.

También aparece en un momento de arcas públicas exánimes, donde la caída de la recaudación ha dejado a las administraciones sin recursos para enfrentar sueldos, aguinaldos, gastos corrientes de funcionamiento, y renegociando deudas que pasan a pesar como el mundo en las espaldas de Atlas.

Una sociedad presa del desánimo es impredecible. Su escenario de expresión puede ser tanto rumiar la tristeza encerrados en sus casas como expresarlo en las calles, poniendo en riesgo el esfuerzo de 90 días que permitió no vivir las desesperantes condiciones de Brasil, de USA, de Chile.

El jueves, en esta Mendoza que parece transitar con mejor aire la cuestión sanitaria, tres movilizaciones tomaron las calles: un grupo de sindicatos, un partido político y un nucleamiento profesional protestaron por diversos reclamos, sin que afortunadamente se rompieran reglas básicas de autoprotección.

En el AMBA, donde la situación es mucho más complicada, las protestas también empiezan lentamente a ganar las calles, aunque más preocupación causan situaciones como las de los runners o las interminables colas en bancos y diversos servicios. Allá, con la circulación comunitaria del virus, el peligro se multiplica ad infinitum.

Para sumar preocupación, el contagio del intendente de Lomas de Zamora, que obligó a testeos en el Gabinete nacional y obligó a suspender visitas a provincias, mostró que desde el poder también el relajamiento es peligroso, que no son invulnerables y que verlos abrazarse y andar sin barbijo no es un buen ejemplo, cuando la prédica va en sentido contrario.

Tal vez desde el gobierno se debería volver a clarificar el mensaje, reforzar los pactos que permitieron el inicial equilibrio, pero con una convocatoria más amplia que la que se verifica cada semana.

Estamos habituados a la mesa donde se sientan y exponen Alberto Fernández, Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof.

¿Pero el país es solo eso? ¿Termina en el Camino de Cintura? ¿No valdría la pena sumar a esa mesa a gobernadores, por ejemplo, del Chaco, verdaderamente con números que asustan?

Sería bueno que desde la política signen un nuevo pacto para liderar la etapa más complicada. En el peor momento del peor momento se reabrió la grieta, se habla más de causas judiciales y de chicanas legislativas que de los problemas reales de una sociedad desanimada, frustrada, empobrecida y cansada de todo.

Si alguna vez hay un pacto para repensar y diseñar lo que viene, con consensos y largos plazos, tal vez el momento sea ahora.