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Cuando el poder político mueve los oscuros hilos de la Justicia

Durante años se acumulan en los pasillos y despachos muchos episodios que nunca serán conocidos por la gente

02 de mayo, 2021 - 10:00

Mirando paredes de pasillos y despachos de emblemáticos edificios del poder político, el judicial provincial y el que contiene los tribunales federales, me pregunto cuántas voces, gritos, charlas y secretos habrán quedado para siempre impregnados, sin que nadie pueda decodificar.

Sobre todo, aquellos turbios movimientos que encierran mezquindades y malas acciones de los privilegiados del poder en la mano, utilizando aquellos otros que para sostenerse en el lugar que alcanzaron traicionan principios éticos de las instituciones a las que juraron representar.

Quienes son conocedores de esas “suciedades” han logrado interpretar un poco las verdades ocultas en los mudos testigos señalados, los pasillos y despachos.

Ellos traen a la memoria aquel gran movimiento que se habría hecho para sacar a un fiscal provincial, utilizando la muchas veces nombrada corporación política-judicial que, además, tuvo el aporte vital desde el costado federal.

La víctima señalada era poco maleable para los objetivos del político de turno, nada más y nada menos que tener el pie sobre el Poder Judicial.

El perverso mecanismo para sacarlo es el que comúnmente se utiliza para golpear lo más bajo y de la forma más arteramente sucia, con errores que solo se individualizan y conocen por modos espías dignos de películas del prestigioso cineasta Martin Scorsese.

Pero que en este caso fue una cruel realidad en la que los protagonistas fueron más malos y despiadados.

El primer paso que se habría dado fue mirar y escuchar al señalado en todo lo que hiciese. Para que eso se pudiera cumplir, la acción debía hacerse con personajes ligados al sector de un poder tal, que nadie ponga en discusión cada movimiento que se hizo.

Es ahí donde aparece la figura desde el costado federal y hace lo suyo, aportado inmediatamente sobre el hecho consumado.

Todo lo demás fue un trámite con el fuerte argumento de las leyes y la Constitución, que cayó con todo el peso para que el fiscal fuese destituido.

Las pruebas en su contra no ameritaban ningún comentario o agregado. Aunque muy lejos de decirle a la comunidad que esas pruebas fueron manipuladas y direccionadas para producir el turbio efecto que alcanzaron.

Una cuestión nada fácil, se diría imposible. ¿Cómo se le podía decir a la gente que ese funcionario fue víctima de una confabulación para favorecer los manejos de la justicia de un personaje sin escrúpulos, con pruebas reales, no inventadas?

El tiempo pasó rápidamente y todos los que participaron enaquel hecho de la corporación política-judicial siguieron con sus cosas.

Algunos, como el principal, siguió su camino siendo él y solo él, sin que hasta ahora nadie se interponga deteniendo su petulante marcha.

Otros, en cambio, están en la quietud de las comodidades que alcanzaron con lo que hicieron en su momento.

Mientras, los despachos y pasillos de los poderes siguen guardando cuestiones muy pestilentes con los que tomaron aquella acción.

Sobre todo en uno (el federal), que habría repetido movimientos non sanctos utilizando su puesto y eso lo habría llevado a ser investigado.

El tipo en cuestión, lejos de contraerse, echó mano a más poder sobre la clase política para que no le suceda lo mismo que a aquel fiscal al que él ayudó a destituir.

Los escasos conocedores de estos temas dividen sus opiniones sobre el destino final del hombre judicial.

Algunos sostienen que, como diría la jerga popular, “zafa”. Otros, en cambio, sostienen que no puede justificar su abultado patrimonio porque habría entrado en un lodo aún más putrefacto, por lo que es investigado.

Como que estaría bebiendo de la misma posición de la que sirvió para la destitución de aquel fiscal provincial.

Ejemplos de los muchos episodios que en años se acumulan en las paredes de pasillos y despachos, que nunca conocerán la luz del conocimiento real de la gente, pero que son parte de cuando el poder político mueve los oscuros hilos de la Justicia.