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Cifras que golpean con saña la osamenta de la gente

Millones de pobres sobreviven hacinados entre chapas de cartón, lodo, basura y marginados en la más absoluta de las insalubridades.

29 de agosto, 2021 - 09:24

Todos los días es una cifra artera y al corazón de la sociedad argentina. El podio lo ocupa la pandemia de coronavirus y desde allí, hasta caer la noche, llueven cascotes de datos que derrotan todo sueño de superación que pretenda imprimir quien habite Argentina.

Inmerecidas circunstancias a las que no se ve la luz al final de un túnel que ya se hizo demasiado oscuro y largo en nuestra historia.

A los penosos números de contagios y muertes por COVID-19, sobrevienen inmediatamente los porcentajes de pobreza y desocupación.

La primera con un dantesco salto de 32% al 42% que deja claro que lo único que crece en forma sostenida entre la gente que vive en Argentina, donde habitan casi 23 millones de personas.

Con sus pibes que se ubica en el 57,7% entre los recién nacidos hasta los que tienen 14 años, mientras, que para los que tienen 15 y 29 años ocupan el 49,2% de la porción de pobreza.

Millones de pobres que, amontonados, sobreviven hacinados entre chapas de cartón, lodo, basura y marginados en la más absoluta de las insalubridades.

Donde ven cómo sus hijos son consumidos por la mortal desnutrición que hipoteca su futuro y el futuro de toda la nación.

Con una desocupación que acumula el número que suma los que perdieron sus puestos de trabajo por cierre de campos, industrias y comercios, y los que no lo encuentran.

Ambos, con un mismo camino hacia un mismo horizonte: pobreza e indigencia.

Lo más grave en el destartalado campo laboral, es que allí quienes pueden mantener su trabajo viven por debajo de la línea de la pobreza, ya que sus salarios no superan los $62.000 mensuales.

Aspecto que es producto del lapidario pronunciamiento de la inflación que domina la vida social y económica de nuestro país, sin que nadie, fundamentalmente el Gobierno, pueda o quiera detener con un plan para hacerlo.

El hilo conductor de las cifras que golpean el asombro y la tristeza que carga la gente en su osamenta, sigue con la suba que no se detiene con chicos que abandonan la escuela.

Un tema que en la Argentina es tan grave que ni siquiera la pandemia detuvo y que en el caso de Mendoza se estima podría alcanzar a los 4 mil chicos.

Una cuestión que para los entendidos en materia educativa es de difícil resolución, tanto como el regreso de esos chicos al camino que por muchos motivos abandonaron.

Precisamente, porque el combo que provocó esto es la sumatoria de temas de Estado que, por arrastre, nadie se hace cargo y mucho menos se muestra una preocupación histórica por comenzar a solucionar.

Los datos del descaro continúan con los montos que por mantener el sistema democrático y republicano, el país va a las urnas por elecciones de medio tiempo.

Donde la Nación colocará mas de $300 millones solamente en las PASO del 12 de septiembre en la impresión de boletas que tendrá el electorado en el cuarto oscuro.

Que en el caso de nuestra provincia, por ejemplo, y desde ese monto global, el organismo electoral nacional colocará un poco más de $7.700.000 para el Frente Cambia Mendoza y el Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT).

Cifra que se agrega a los $100 millones que el Estado mendocino colocará para elegir entre los 1.950 precandidatos a concejales de los 18 departamentos y los 570 precandidatos a diputados y senadores.

Este es el escenario en el que vivimos y en el que muchos sobreviven.

Entre defendernos de un mal que hace un año y medio nos contagia y nos mata.

Una economía que está destrozada e inservible con importantes condimentos de recesión, devaluación y un proceso inflacionario que se ha instalado definitivamente como parte indeseable de esta tierra llena de contradicciones.

La imagen de un país partido en dos, sobresale en el contexto de las naciones. Donde la educación y la salud no son prioritarios, es más, parecen molestar.

En donde no se mueve el termómetro de las decisiones gubernamentales para terminar con tanta desigualdad social y económica y que la nación tenga posibilidades de un vivir mejor y no en el permanente abismo de las incoherencias donde brotan como púas las cifras que golpean con saña la osamenta de la gente.