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Argentina, tus niños mueren hundidos en el lodo de la pobreza

04 de octubre, 2020 - 11:49

El coronavirus que golpea despiadadamente al mundo, haciendo arrodillar con saña a todo ser humano ante su mortal paso, también llegó hace siete meses a estas tierras criollas con igual intensidad e inconsciente desprecio por la vida.

A diferencias de otros puntos del planeta, aquí se encontró que otro virus ya había arrasado con la vida de quienes habitan Argentina. 

Que lo único que aportaría sería profundizar los males de lo ya instalado y agilizar la muerte de muchos sectores en la más vil de las condiciones.

Desde una corroída estructura sanitaria hecha harapos, hasta condiciones infrahumanas inadmisibles en una tierra de gran producción de alimentos.

Pobreza e indigencia en constante crecimiento de la mano de hambre y desigualdades sociales, fertilizan la ignominia que impera sobre gran parte de la gente que vive aquí.

Todo con directa responsabilidad de un grueso de la dirigencia política que denomina el destino de 45 millones de argentinos. Que ocupan cargos en los poderes Ejecutivos y Legislativos para administrar fondos públicos y responder al crecimiento, la educación, la salud y el bienestar social de la población.

Aspecto que no es así, porque lisa y llanamente se transforma para muchos en la gran oportunidad de fortalecer su carrera política con fondos públicos y acrecentar el bienestar personal, con cero inversión y esfuerzo.

El coronavirus dejó definitivamente al descubierto pestilente orgía de lo que sucede con el manejo de la cosa pública en municipios, provincias, legislaturas, congreso y poder ejecutivo nacional.

Donde hacer negocios, ganar mucho dinero y tranzar con no menos oportunistas proveedores del estado, que lo único que les interesa es vender, sin el más mínimo detalle ético y moral, por lo que pagan jugosos retornos.

Donde obtener una banca en el Congreso Nacional es una presea que nadie en el submundo oscuro de la política argentina despreciaría.

Con el diputado nacional Emilio Ameri (el legislador besa tetas) quedó al descubierto lo que reciben los legisladores nacionales por mes. Cada uno obtiene $240.000 de dieta y la mayoría de ellos, que provienen del interior, les dan $ 20.000 de gastos de representación (¿?) y $ 34.000 por desarraigo (¿?).

Además, cada diputado cuenta con asesores, que ha ciencia cierta no se sabe cuántos son, pero con sueldos que pasan los $100.000.

Por lo que, si se hace una somera cuenta de un legislador y un mínimo de tres asesores, el país comprueba que la Cámara de Diputados de la Nación estaría abonando alrededor de $500.000 por cada diputado y alrededor de $ 128.500.000 por los 257 diputados que tiene el cuerpo.

Casi $130 millones que todos los meses reciben quienes representan cada provincia, cifra que es mucho más abultada si se agregan los 72 senadores nacionales, sus asesores y todos los conchabados en Congreso de nuestro país.

Y hablamos lo que legalmente se paga, porque si tenemos que referirnos a la corrupción imperante, caeríamos en la cuenta que los montos del Congreso de la Nación son un vuelto ante las millonarias cifras que se fugaron de la realidad del país en los últimos 20 años.

Con muchos responsables de diferentes sectores, que hoy viven muy bien, gozando de lo robado y con toda la impunidad que impera en la destartalada estructura institucional de la Nación.

Esta verdadera e inmerecida trompada que permanentemente recibe la gente tiene nefastos efectos que se muestran por estos días sin que nadie pareciera ser se conmueve.

El doloroso despegue del 40,9% de pobreza, es decir que hoy Argentina tiene más de 18 millones de sus ciudadanos sucumbidos en la pobreza y alrededor de 5 millones debajo de la indigencia.

Mientras que Mendoza se ha transformado en la provincia con más pobres de la región cuyana con el 41,5% y el 8,8% de indigentes.

Porcentajes de la provincia y el país que golpean una y otra vez en el rostro social, para el morbo y momentáneo espanto de algún sector y nada más.

En ese escenario del que nadie sale y todos llegan, aparece lo más duro de la realidad de la Argentina de estos tiempos, el brutal acrecentamiento de ese estado de pobreza en niños y adolescentes.

Es un 56,3 % de niños recién nacidos hasta adolescentes de 14 años que sus presente y futuro está muy comprometido en este estado de precaria vida de la que hoy, apenas sostienen junto a los adultos. Que según la organización internacional UNICEF Argentina, serían un poco más de 8 millones de chicas y chicos que sobreviven en este estado.

Cuando el COVID-19 llegó en forma arrolladora al país y todos nos dimos cuenta de que ninguna clase política, social, económica y religiosa no lo detendría en contagios y muertes, sin importar lo que se hiciese, se escucharon voces que no se habían escuchado antes, con un inesperado contenido.

La pseudo sensatez de la clase política con funciones en el estado anunció rebajas notables en los emolumentos que perciben mensualmente. Algo que no se sabe si realmente se cumplió, si fue una vez o continúa produciéndose.

Algo, que en realidad ya no importa ante un estado de situación realmente lamentable, donde el daño es profundo, con solo pensar que el estado de desnutrición que sufren esos millones de niños derivará en compromiso intelectual y de vida, que solo habla del país desolado que vendrá.