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La teta legislativa, no es lo inmoral

Tras el escándalo del diputado nacional con maniobras íntimas con una mujer de su entorno legislativo, el aspecto sobresaliente sobre todo debate fue la moralidad

27 de septiembre, 2020 - 13:21

La imagen se repitió una y otra vez, tanto como el morbo, el asombro moralista recalcitrante, el aprovechamiento político que nunca falta y hasta las risotadas de una parte del país a la que le da lo mismo que pasen cosas, sin importar el cómo, cuándo ni de qué manera.

Total, era ver que el tipo exponía el seno de una mujer al que besaba apasionadamente.

Inmediatamente, la Nación se levantó para expedirse en forma desordenada, casi a los gritos y sin escucharse en ningún costado entre sí.

Como el primer gran tema para debatir y que pudo opacar, por unas horas, el informe diario de la letal pandemia de coronavirus que continúa su paso contagioso y mortal.

El aspecto sobresaliente sobre todo debate, tras el escándalo del diputado nacional con maniobras íntimas con una mujer de su entorno legislativo, fue la moralidad.

Desde los que la tienen con exacerbado e hipócrita acento, los que no la tienen porque dicen pertenecer a un estúpido libertinaje, hasta los que sacan provecho para llevar agua a su sectario molino político.

Y ninguno con la sensatez semejante para saber dónde está realmente el punto inmoral o moral de la Argentina de hoy.

Quizá, porque dilucidar lo moral, lo correcto, lo inmoral y lo incorrecto, es un horizonte perdido desde hace mucho tiempo en el país de los argentinos. De haber sido todo lo contrario, por estos días la nación estaría en otro cometido que resulte para mejorar aun más el nivel de vida de quienes habitan esta tierra.

Las expresiones observadas tras el desatino íntimo, que no fue íntimo, del diputado morbo, fueron más desacertadas, desubicadas e inmorales, que el hecho que señalan con saña.

Lo del legislador de la Nación no fue un acto inmoral, porque es parte de la inmoralidad en la que se ha tergiversado la vida institucional desde hacen muchos años.

El hombre, que no estaba concentrado en la importante labor legislativa en plena sesión del Congreso, actuó de acuerdo con todo un modo, en lo que se transformó el presente de Argentina.

Donde robar los dineros públicos, acrecentar la brecha de ricos y pobres, en la que éstos últimos son cada vez más sucumbidos en absoluta miseria y hambre. Donde los poderes de la Nación y sus instituciones han sido violentados. Donde cada vez mueren más niños por desnutrición.

Todo eso, no es inmoral y sí, que la intimidad hecha pública en un desacertado lugar de un legislador es lo inmoral que afecta al país.

El legislador besador de tetas se tuvo que ir, de lo contrario lo expulsaban.

Lejos de reconocer, renunciar y llamarse ha silencio, empapeló su huida intempestiva con el argumento de echar culpas a Mauricio Macri y lo que el expresidente le hizo al país.

Mientras, figuras de la política nacional, desde el presidente Alberto Fernández, hasta la titular del INADI porteño María Rachid, pusieron el acento en la defensa de diputado peronista. Preguntándose en forma intempestiva, ¿de verdad van a hacer tanto escándalo?

Y, aunque parezca increíble el interrogante, es esa clara demostración de la torcida realidad social argentina. Donde no se sabe qué es lo correcto y lo incorrecto, por lo que, de acuerdo con los defensores tener sexo oral entre las bancas legislativas y otros puntos íntimos, está bien y punto.

Eso, constituye la frutilla de un gran postre llamado Parlamento Argentino, donde la historia muestra senadores comprados para aprobar leyes, diputados truchos que ocupan indebida e ilegalmente bancas para aprobar leyes.

Sitio apropiado para ubicar mujeres y hombres que no trabajan y cobran importantes remuneraciones. Donde se hacen grandes negocios para cruzarse de vereda política, por lo que convergen millonarios montos del presupuesto nacional. Sin observar la inmoralidad de todos los sectores desvalidos de la Nación, como la salud, el trabajo y la educación de los argentinos.

Así las cosas, la porción de la Argentina coherente que aún queda, se pregunta acertadamente por dónde pasa el ultra pronunciado concepto de inmoralidad. A lo que inmediatamente surgen otros interrogantes que se pierden en el laberinto de las contradicciones de un insensato país: ¿es inmoral que hoy un hombre haya producido un hecho íntimo que todos hacemos?

¿Es inmoral que ese hombre haya sido elegido para ocupar una banca legislativa, sin la más mínima capacidad de responder a las supremas exigencias constitucionales de un país y que actúe en consecuencia, separando con consciencia su vida íntima de dicha función?

¿Qué es lo moral y lo inmoral en este país? ¿Es moral que la iglesia se llame a silencio ante tantas vejaciones que destrozaron la vida de cientos de niños debajo de las mugrientas sotanas de religiosos y religiosas?

¿Es moral que impere tanta corrupción sobre los fondos públicos y que se pise a la justicia para ocultar todo el robo y quienes lo cometieron?

Parece que es momento que el país abra las puertas que nos lleve a la sensatez. Nación que está tocando fondo, como nunca. Que esa sensatez no pase por lo moral e inmoral, conceptos trastocados a la conveniencia de unos pocos.

Como el episodio de estos días, en donde se quiere circunscribir la moralidad de la Nación a las tetas de una mujer. Patético e inaceptable.