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La pospandemia trae el pensamiento único e impune

Con la cuestionada reforma judicial apareció la certera puñalada al otro sector que el kirchnerismo detesta con la profunda convicción de los que ocultan el crimen más siniestro de la humanidad: la prensa

23 de agosto, 2020 - 12:24

Las vacaciones que tomó el arco duro del kirchnerismo desde finales del mes de marzo pasado, está llegando a su fin.

Tras resguardarse en sus madrigueras, mientras su mayordomo, con investidura presidencial, intenta manejar la difícil situación de la pandemia del COVID-19 que acosa al país, salen decididos a todo, para terminar esa ardua tarea de cerrar el peligro de ser juzgados.

Más allá que esto último ya lo hizo la sensata historia de los argentinos, ahora solo faltaba que lo hiciera efectivamente la Justicia del país.

Con la cuestionada reforma judicial, apurada en su tratamiento tras el 17 A, apareció la certera puñalada al otro sector que el kirchnerismo detesta con la profunda convicción de los que ocultan el crimen más siniestro de la humanidad, la prensa.

Con precisión de cirujanos, los “K” pusieron en el inciso E del artículo 72 de la propuesta reformista una solo palabra, “mediático”.

De tal manera que el párrafo reza: “Comunicar en forma inmediata al Consejo de la Magistratura de la Nación cualquier intento de influencia en sus decisiones por parte de poderes políticos, económicos o mediáticos, miembros del Poder Judicial, Ejecutivo o Legislativo, amistades o grupos de presión de cualquier índole, y solicitar las medidas necesarias para su resguardo”.

El aplauso seguido de socarronas risotadas de los incondicionales seguidores se escuchó en todo el país.

Fue la burlesca demostración que abre el camino esperado de la revancha que se pensó perdida tras la paliza electoral de diciembre de 2015. Tiempo en el que por primera y única vez sintieron la caricia de los miedos que endilgaban el camino de la cárcel como destino final de vida.

Hoy, todo séquito corrupto procesado o juzgado con sentencia firme, en sus confortables prisiones domiciliarias, estiran sus piernas, encienden un habano y entrecruzan las manos detrás de la nuca con la postura de desfachatados que solo esperan el desenlace.

Que, en su caso, es volver a caminar con la estirpe mafiosa que todo lo puede y nada se juzga, absolutamente nada.

Una cuestión casi asegurada por su líder con alto rango que la democracia, con esos complicados mecanismos, la envistió de vicepresidenta. Para encarar, sin anestesia, toda necesaria perforación de las instituciones de la Nación, con el fin último de exterminar lo bueno que queda de la Justicia argentina.

Ahora, con el agregado de golpear, hasta destruir, a la prensa que debía terminar de investigar y mostrar el gran robo al país.

Si hay dos males que rodean hasta asfixiar la existencia de Cristina Fernández de Kirchner y su banda, son la Justicia y la prensa.

La primera porque derribará su impunidad y terminará juzgando todos sus actos. La segunda porque fijará definitivamente ante ojos y oídos de la gente, con fuerte sentido para todos los tiempos, lo que ella fue, significó y encarnó en un tramo de la historia de la Argentina.

Es lógico entender que ahora que tienen el manejo del Poder Ejecutivo de la Nación, con fuerte influencia del Poder Legislativo, se practiquen maniobras que doblen el brazo bueno de la Justicia.

Con el invento de terminar con todo lobby comunicacional que, según ellos, presionan a los jueces para que investiguen o juzguen a dirigentes inocentes y perseguidos (¿?). Una iniciativa que podría chocar con instrumentos jurídicos sancionados en los últimos años, como la ley de acceso a la información pública. Que permite que cualquier ciudadano pida explicaciones, informes, balances y procedimientos a los poderes del Estado.

La pospandemia dejará al descubierto una superficie nacional, diezmada de problemas y minada de aspectos que introducirán al país en inmerecida crisis. Donde el derrumbe de la economía, la desinversión, la desocupación y la profundización de la pobreza, se acompasarán a la crisis de identidad que se avecina con un pensamiento único e impune.