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Atacar a la Legislatura es atacar la excelencia institucional

Si bien la Constitución mendocina necesita actualizaciones y modificaciones en muchos aspectos, es justo reconocer el equilibrio que le dio al poder que se ejerce sobre las instituciones

16 de agosto, 2020 - 10:27

Es cierto que el gasto político hace añicos a toda sociedad en tiempos en que ésta necesita señales claras y honestas del Estado. Todo un tema que da permanentes vueltas en la consciencia de la gente que habita un país como la Argentina, con serias lesiones producidas por el abuso de todo lo público para extraer dinero fácil y seguro, con el gran aditivo de los robos permanentes de una distintiva corrupción.

Si se focaliza en la vida institucional de Mendoza, es notable el ejemplo que la estructura del Estado deja ante los ojos del país. Su constitución es la que ha otorgado ese brillante marco legal por décadas, solo pisoteada, lamentablemente, por los gobiernos autoritarios, como ocurrió en el resto de la nación.

Si bien la Constitución mendocina necesita actualizaciones y modificaciones en muchos aspectos, es justo reconocer el equilibrio que le dio al poder que se ejerce sobre las instituciones.

Donde los partidos políticos tuvieron que mostrar calidad dirigencial ante la comunidad que los debía elegir para administrar Mendoza. Todo un ejercicio que se dio por años, en el que cada dirigente se exhibió con lo mejor ante un exigente ciudadano,

Que un gobernador tenga solo un período de cuatro años para administrar la provincia, fue y es uno de los emblemáticos ejemplos para el resto del país.

Para los mendocinos, detener el avance que todo dirigente político siempre tiene, indefectiblemente, en su denominada carrera política. A la vez exigir calidad en la gobernabilidad y en el manejo de la cosa pública.

La Carta Magna contiene, como se dijo, observados puntos que, si la gente quiere, los puede modificar con los mecanismos que la misma Constitución prevé para ser reformada.

Ya se extirpó de la misma las reelecciones indefinidas de los intendentes y ahora se proponen otros aspectos más complejos y profundos.

Por primera vez en la historia de la provincia se presenta la oportunidad de una importante modificación de su Constitución.

La base de la propuesta está pensada para atraer el respaldo electoral de la gente, que coloque constituyentes con mayoría tal, que se logre esa reforma.

La estrategia apunta a los cuestionados gastos de la política y hacia uno de los poderes más observados, el Legislativo.

Pocos entienden que proponer una sola Cámara legislativa, con notable reducción de miembros, no solo implicará dejar sin representación parlamentaria a zonas de la provincia, potenciando casi en forma indefinida a otras, sino que también es arribar a esa línea peligrosa de equiparación o centralización del poder.

Algo que ahora está equilibrado, porque más allá de las lógicas mayorías previstas, la representación de todos los sectores políticos hacen a una necesaria equiparación de fuerzas que se conjugan con los mecanismos técnicos legislativos.

Aspectos que pararon más de una vez la tentación de ciertos gobernadores de avanzar sobre la inadmisible concentración de poderes.

Es bonito para la visión y los oídos de la gente que se hable de transformar al Poder Legislativo de Mendoza en una sola Cámara con 45 integrantes.

Que con eso se bajará el costo de la política, con todo el dinero que se ahorrará en legisladores y asesores.

Lo cual es relativamente cierto, dicen muchos observadores de la política local y muestran inmediatamente las imponentes cifras que logró la administración de la exvicegobernadora Laura Montero.

La mujer hizo una verdadera revolución del presupuesto legislativo, obteniendo el apoyo de todo el arco opositor para ahorrar millonarios montos que fueron direccionados a refaccionar el edificio histórico parlamentario, dotar de un avanzado equipamiento de alta tecnología de informática y mejorar las condiciones edilicias donde trabaja el personal estable del Senado.

Además, terminó el conchabo de los punteros políticos que le costó demandas judiciales y distanciamientos de dirigentes políticos, hasta de su propio redil.

El punto magistral de lo que hizo Montero fue la construcción del edificio propio del Senado, con el detalle bien destacado de que lo hizo con todo lo ahorrado, sin pedir partidas extras, ni endeudar al Poder Legislativo.

En conclusión, si esto lo pudo hacer solo una administración, de solo una Cámara, ¿qué podrían hacer las dos Cámaras al unísono?

Sin lugar a dudas, el gran debate que sobrevendrá cuando la pospandemia del destructivo COVID-19 comience a aquietarse, será muy fuerte.

Primero, en aprobar la necesidad de la reforma constitucional que deberán tratar las dos Cámaras legislativas.

Si pasa esa instancia, la Convención Constituyente tratando cada punto a reformar, en la que la sinceridad de la dirigencia política mendocina estará a prueba por parte de un sector de la sociedad provincial que no digiere tan fácilmente posturas, tanto oficialistas como de la oposición.

A la que hará falta mucho más que los cantos de sirenas de ahorros para convencerla en apoyar el posicionamiento de algo que puede ser cambiado o puede ser mantenido, como la actual estructura del Poder Legislativo.

La cinchada de poder que se viene será muy fuerte, donde debe quedar en claro cómo se haga y por qué se haga, que atacar a la Legislatura es atacar la excelencia constitucional.

Que será necesario más que un discurso de ahorro para terminar la historia constitucional de un Poder para parir otro que supere ese fuerte bastión de equilibrio de fuerza que hoy tiene la herramienta legislativa de los mendocinos.