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EE.UU. y Venezuela: de teorías y realidades

15 de abril, 2019 - 20:22

El 34º presidente de los EE.UU., Woodrow Wilson, puede ser recordado por varios logros notables, como sus 14 puntos que sirvieron de base para el Tratado de Versalles que puso fin a la 1ª GM y por ser el impulsor de la Sociedad de la Naciones, antecesora de la actual Naciones Unidas. Por estos logros, recibió el Premio Nobel de la Paz en 1919.

Detrás de estos éxitos subyace su conocida teoría del idealismo en las relaciones internacionales, o Wilsonianismo, como se lo denomina en su honor. Una teoría que podría resumirse con la idea central de que el natural caos de la política internacional puede ser solucionado acorde a dos ideas superadoras: las de la democracia liberal y la libertad de los mercados.

Según esta teoría, aquellos pueblos que abracen estos dos presupuestos no solo crecerán en prosperidad, sino lo que es más importante, lo harán en paz.

Esta teoría, como tantas otras podría haber terminado en los anaqueles de cualquier biblioteca especializada si no fuera por el hecho, poco común, de que se la ha intentado poner en práctica en repetidas oportunidades por parte de un poderoso país, vale decir los Estados Unidos de Norteamérica.

Como ya lo dijimos, fue la teoría subyacente de los 14 puntos. También, de la reconstrucción de los países vencidos tras la 2ª GM, un experimento liderado por los EE.UU. y su Plan Marshall para la reconstrucción de Europa. De él se podría afirmar que tuvo éxito, ya que tanto Alemania como Italia son, hoy, gobiernos democráticos. Aunque se deba aceptar, a priori, que la brecha que los separaba de un sistema democrático liberal no era tan grande.

Muy distinta ha sido la historia reciente de la aplicación de la teoría cuando pretendió ser impuesta en Irak, en Afganistán y en otros tantos países del Levante tras la denominada Primavera Árabe, donde ha fracasado estrepitosamente.

Al parecer, los EE.UU. desean, ahora, aplicarla en nuestra región mediante el cambio de régimen del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Un hecho que no pasaría de los análisis de mera posibilidad, si no fuera que el presidente del Brasil está dispuesto a otorgarle a tal empresa el apoyo regional que le falta. Y que los norteamericanos no siguieran insistiendo en ello.

Al parecer, todo se lo hace bajo el marco de otra vieja teoría, la Doctrina Monroe. Aquella que proclamara otro presidente norteamericano, el quinto, bajo el engañoso lema de “América para los americanos”.

Hoy, los EE.UU. vuelven a mentar los principios de la vieja Doctrina Monroe para denunciar la presencia rusa y china, dos potencias extracontinentales que han acudido en apoyo de la alicaída Venezuela de Nicolás Maduro.

Como hemos visto, poco antes habían anunciado sus exigencias de un cambio de régimen en ese mismo país, pero en nombre de otra de sus teorías, la de Wilson, que demanda que todo país de la tierra deba ser gobernado por principios democráticos.

Decimos engañoso, porque nosotros los argentinos lo vivimos en carne propia cuando la mencionada doctrina debió ser aplicada contra la fuerza de tareas británica que atacó nuestras Islas Malvinas en 1982, tras nuestra recuperación. Así lo exigía el Tratado de TIAR que establecía que si un país americano era atacado por una potencia extracontinental, los otros debían unirse en su defensa.

Sin embargo, EE.UU. prefirió seguir los criterios de las ideas de Wilson al decir que el gobierno argentino era una dictadura y decidió apoyar bélicamente a la Gran Bretaña, pese a su carácter de potencia extracontinental.

Nada nuevo bajo el sol, pues lo mismo nos ha venido ocurriendo desde el siglo XIX. Comenzando temprano con las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807, antes de ser independientes, y siguiendo con la captura de nuestras Islas Malvinas en 1833 por pedido de los EE.UU. y con los bloqueos Anglo-Franceses de 1845 y 1850.

Como realistas que somos, más allá de toda teoría, creemos que las acciones de los EE.UU. se basan en un único y viejo principio de las relaciones internacionales: “Está en los poderosos mandar y en los débiles obedecer”.

Es bueno que los argentinos lo tengamos bien presente y no nos dejemos engañar.