|19/07/20 09:32 AM

Preocupante crujido alrededor del Presidente

En Argentina hay sectores políticos que pretenden hacer de la investidura presidencial de Alberto Fernández trozos importantes de un árbol que comienza a mostrar lo que le cuesta mantenerse en pie

19 de julio, 2020 - 10:41

El jefe de Estado intenta que el país no se desmadre ante el fuerte crecimiento de la pandemia de un virus que se plantó ante la humanidad con postura apocalíptica.

Mientras, en los pagos de Argentina hay sectores políticos que pretenden sacar gran tajada y hacer de la investidura presidencial de Alberto Fernández trozos importantes de un árbol que comienza a mostrar lo que le cuesta mantenerse en pie.

Es cierto que el Presidente actuó de manera correcta para anticipar la llegada frontal del coronavirus a la vida de los argentinos y que eso salvó vidas, al mismo tiempo, en cierto sentido, para que el sistema de salud no colapsara.

Pero también es cierto que no tuvo y no tiene ningún plan para enfrentar lo peor de la pandemia.

Rigurosa planificación que no permita que la economía del país se derrumbe definitivamente, de manera tal que tarde años en recuperarse y en el camino siembre el triple de pobreza que hoy tiene la nación, con hambre y destrucción humana como jamás vivió la Argentina.

En su fuero íntimo, Fernández sabe que lo que viene es muy grave y que no tiene comparación con los difíciles momentos en que nos ha colocado el COVID 19.

Por eso, para los observadores de la política nacional, no se entiende que no muestre un camino para llevar a los argentinos a prepararse con un plan hacia la pospandemia.

Por lo que inmediatamente sobrevuela la pregunta: ¿esto es así porque no está capacitado, no le interesa, o no lo están dejando?

El buen pensamiento de la población, sobre todo la que lo votó en diciembre del año pasado, considera a Fernández con capacidades administrativas para sobrellevar el momento y no ven en él malas intenciones.

Sí cree, ese sector y los que no lo respaldaron electoralmente, que no lo están dejando hacer. Que sus manos presidenciales están comenzando a mostrar intencionales ataduras del sector que le hizo el interesado convite para que sea presidente.

El mandatario estrenó el mando presidencial con la cuarentena ante el coronavirus. Fuera de eso, su administración mostró fisuras con el Poder Judicial, que dejó en sus casas a todo funcionario “K” procesado o sentenciado de corrupción.

También un enfrentamiento con el campo argentino, tal cual lo hiciera su predecesora.

Además de lo dicho, cero proyecto social, económico y laboral para cuando se salga de esta emergencia sanitaria. Ante todo eso la oposición conformó un gran caldo de cultivo que la fortaleció para ir sobre el poder central del país y fisurarle el piso al Presidente.

El peor costado de Fernández es el kirchnerismo, que hoy silencioso con su jefa máxima, solo observa y espera el momento justo para tomar el protagonismo perdido y hasta eclipsado por la figura del Presidente.

Maquiavélicamente, saben que en sus manos tienen el poder de sacar el sostén que llevó a Fernández a la máxima magistratura de la Nación.

Algo que le hace mucho ruido, al punto del desprecio, y por eso no se contuvieron y salieron a mostrar la hilacha de la discordia con dos de sus oscuros voceros, Hebe de Bonafini y Víctor Hugo Morales.

Ambos, con sus tradicionales y pestilentes verborragias, salieron a cuestionar las decisiones presidenciales de los últimos tiempos, sobre todo que el jefe de Estado convoque y se rodee de todos los sectores de la Nación, tal cual se había comprometido en la campaña presidencial.

La oculta vicepresidenta no ha dicho hasta ahora ni una sola palabra de acompañamiento al Poder Ejecutivo ante la gravedad de la pandemia.

Solo mostró el impune sectarismo de siempre contra muchos sectores del país, sobre todo la prensa, además del no menos impune manejo del Senado nacional.

Bendice y aplaude, rodeada de su séquito, las enrostradas a Fernández por parte de la responsable del fraude millonario del programa habitacional 'Sueños Compartidos' y del mercenario de la comunicación deportiva, devenido a periodista de opinión.

Obviando, descaradamente, que se atenta contra la figura presidencial y las decisiones del jefe de Estado desde su propio espacio político.

El Presidente nota todo esto y por eso intenta rodearse del poder político de todos los gobernadores y sus funcionarios de máxima confianza.

Espacio que complementa el escenario de estos tiempos en la vida de Alberto Fernández. Del que muchos aseguran que la historia le está mostrando que no se puede hablar y mantener con liviandad una posición, para luego ocultarla y dar pasos a otras posturas para llegar hasta donde llegó, sin que esto tenga un alto costo.

El mismo que hoy produce un preocupante crujido a su alrededor.