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¿Por qué tenemos que cuidar nuestro aeroclub?

Ante versiones que pretenden poner en dudas el accionar del Aeroclub Mendoza, el experimentado piloto civil Lorenzo Lolo Azcárate explica la importancia de esta centenaria cuna de aviadores mendocinos

14 de julio, 2020 - 21:37

En mis más de 55 años como piloto profesional, pocas veces vi una irrealidad tan grande en materia aeronáutica, a excepción, claro, de la conocida mención del expresidente Menem de viajes de un punto a otro del planeta en poco tiempo pasando por la estratosfera.

Lamentablemente, esta vez un medio periodístico inescrupuloso, encabezando una nota con la foto de un poderoso birreactor, ideó un cuento para perjudicar a una centenaria y gloriosa institución de bien público como es el Aeroclub Mendoza (conocido como La Puntilla).

Es tan irreal lo que manifiestan, que un escritor de porte y no un pesado periodista de pacotilla haría una buena novela y hasta podría llevarla al cine.

Lorenzo Lolo Azcárate

Injuria de alto vuelo

Pero vamos al tema para que los lectores de El Ciudadano comprendan mejor.

Un medio de desinformación sostiene que en el Aeroclub La Puntilla los vecinos ven aterrizar jets privados para 6 y 12 pasajeros sin ningún tipo de control migratorio, ni de la policía, la Aduana, el Iscamen, sanitario, la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), etcétera, transformándose en un agujero negro sin protocolo por el COVID-19.

Luego se explayan en la nota en cuestiones sanitarias de temperatura, encapsulamiento de pasajeros que viajan con síntomas y una sartenada de cosas que parecen  inspiradas más en protocolos de un hospital de infecciosos que de un simple aeródromo.

Así las cosas, al final se deja entrever lo cuestionable del importante predio lujanino, que hace más de 60 años alberga la institución que es Escuela de Vuelo de los mendocinos. 

Párrafo aparte merecería la consideración de los buitres que querrían echar mano a los valiosos terrenos que pertenecen al pueblo de Luján, pero esa es otra historia.

A continuación voy a dejar bien en claro cuál es la realidad del tema. En principio, todo el argumento que desarrollan se desmorona con el largo de la pista: 1.100 metros, reducida en 500 por obstáculos, resultando así 600 metros. 

Para operar con un jet necesitaríamos entonces una catapulta, como tienen los portaviones (algo ridículo, ¿no?).

Atento a lo expuesto queda claro que pueden operar pequeños aviones de hélice, que durante los primeros 60 días de la cuarentena estuvieron inactivos y no voló ni una mosca.

Luego la ANAC, que es el ente rector, autorizó los vuelos de entrenamiento de pilotos con un máximo de dos tripulantes.

Cualquier vuelo fuera de la provincia debe ser autorizado expresamente por la autoridad en Buenos Aires y fiscalizado por el Aeropuerto de Mendoza. 

Cabe agregar que para realizar un vuelo hay que presentar Plan de Vuelo al Aeropuerto, comunicarse con la torre de control en frecuencia de VHF, recibir la aprobación del vuelo y un código de cuatro dígitos para activar el transpondedor que identificará la aeronave con el Radar de Vigilancia y Aproximación, cuya antena se encuentra dentro de la esfera grande que se observa al Norte de la terminal aérea de Mendoza.
Como si esto fuera poco, cualquier persona con un teléfono celular y mediante las aplicaciones Flightradar, Aviones en vivo y otras, puede, tocando el avioncito de su interés en cualquier lugar del planeta, obtener la trayectoria, el lugar y hora de despegue y arribo, el tipo de avión, la línea aérea, altura, velocidad y muchas cosas más.

El lector se preguntará cómo puede ser. Pues bien: resulta que el transpondedor antes mencionado, clase ADS B, mediante la combinación de GPS y enlace satelital informa permanentemente de qué aeronave se trata y dónde se encuentra.

Finalmente, destaco que el Aeroclub Mendoza se encuentra abierto a cualquier requisitoria de autoridades, periodistas y público en general, como lo hizo siempre en sus más de ciento cinco años de vida.

La entidad se fundó en 1915, y con la desaparición del Aeroclub Argentino, creado por el ingeniero Jorge Newbery, se transformó en la institución de vuelo más antigua de la República Argentina.

Debe quedar claro que el daño moral efectuado al Aeroclub Mendoza con este tipo de publicación, obliga a sus autoridades a actuar jurídicamente, en salvaguardia de la invalorable trayectoria de una institución que es un ejemplo en el mundo aeronáutico de nuestro país.

Lorenzo Azcárate es piloto comercial de Primera –Matricula N° 1411–, expiloto del Gobierno de Mendoza y  expresidente del Aeroclub Mendoza, con más de 55 años de actividad ininterrumpida.