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Un "martes negro" que no lo fue

Tras los agoreros anuncios sobre un “martes negro” y una caída estrepitosa del país hacia la crisis más profunda, es necesario analizar quiénes apostaron por la debacle y quiénes por un futuro mejor. No todos los ciudadanos actuaron con el mismo patriotismo y otra vez la gente de a pie dio el ejemplo.

21 de mayo, 2018 - 18:24

Después del augurio de un martes negro que finalmente no llegó, quedó en evidencia quiénes son patriotas y le ponen el hombro al país y quiénes lamentablemente actúan como meros oportunistas.
Tras aventar los peligros y fantasmas que más espantan a los argentinos, como los zigzagueantes caminos de la economía, con suba del dólar, inflación alta –la peor enfermedad que sufren las naciones emergentes– y hasta anunciados corralitos bancarios, un análisis sincero y profundo permitiría concluir en que no todos los argentinos actuaron con el mismo patriotismo.

Es cierto que el panorama no es el mejor para la Argentina, apretada por la fuerza de problemas financieros que complican a casi todos los países del mundo. También lo es que algunos errores de apreciación por parte de funcionarios del Gobierno complicaron el panorama económico.

El mismo presidente de la UCR, Alfredo Cornejo, aseguró que “se pudo pilotear la crisis, pero los problemas subsisten”, y estimó que la administración de Cambiemos “está correctamente orientada a tratar de solucionarlos", aunque reclamó “trabajar en un acuerdo entre el Gobierno, la oposición razonable y el Fondo Monetario Internacional (FMI)" para “sacar adelante la economía del país".

Pero hay que decir que lamentablemente sigue habiendo en la Argentina políticos perversos, periodistas sectarios y grupos de poder egoístas que juegan su propio negocio bien lejos de defender los intereses de todos nosotros, jugueteando peligrosamente con la democracia que tanto nos costó conseguir.

Por eso, después de tantos nubarrones en el cielo y de espeluznantes malas noticias, se podría decir que los únicos que le pusieron el pecho a la adversidad fueron los ciudadanos que, sin distinción de clases ni partidos políticos, no se comieron la mentira falaz y hasta casi destituyente de algunos medios de comunicación y de una oposición egoísta y sin ideas.

De seguir por este camino, esta oposición que no aporta soluciones pero avala dichos como los del gremialista Pablo Micheli –quien irresponsablemente dijo que “el conflicto permanente en la Argentina es el  único medio para derrocar a Macri”–, seguramente continuará perdiendo elecciones a manos de los partidos y frentes que el pueblo considere que hacen mejor las cosas, en forma seria y comprometida.

Felicitaciones, entonces, a esa  gran mayoría de argentinos que día a día ponen el hombro en un esfuerzo titánico para sacar al país adelante, aún sin estar consustanciados con las políticas del Gobierno y a pesar de tantos oportunistas que tiran el carro para atrás.

Ellos encarnan al verdadero argentino que se la juega por nuestro país.

 

Apoyo a la democracia

Muchos se encolumnaron tras Mauricio Macri cuando decidieron votarlo para terminar con un populismo retrógrado y el gobierno más corrupto que nunca antes se haya visto, y avalaron la decisión de Cambiemos cuando decidió competir contra el Frente para la Victoria sin formar alianzas especuladoras, como hubiera sido mezclarse con Sergio Massa.

Creyeron sinceramente que este Gobierno proponía a funcionarios honestos, con antecedentes profesionales y académicos, más allá del mote de “Ceos” o “niños bien” con que el peronismo los quiso denostar.

La gente los votó convencida de que no venían a robar, aunque tal vez después pueda sentirse algo desilusionada, porque este Gobierno pecó de un exceso de voluntarismo en el deseo de terminar pronto con los problemas más agudos que sufría y sufre la sociedad, como la pobreza y la inflación.

Pero los argentinos estaban cansados de personajes corruptos, que se llevaban millones a sus bolsillos, como De Vido, Boudou, D'Elía, José López, Ricardo Jaime, el Caballo Suárez, Juan Pablo Schiavi, Ricardo Moreno, Roberto Baratta, Carlos Zannini, entre varios otros que nunca tuvieron en su mente la menor intención de trabajar para el bienestar del pueblo, sino todo lo contrario, usaron la política para enriquecerse de la peor manera, incluyendo en este grupo de corruptos también al matrimonio Kirchner.

Más allá de no apoyarlo en lo personal, sí lo hicieron en su rol de jefe democrático de los argentinos ante tanto avance agorero y sombrío que apostaba a su caída inminente y a una salida en helicóptero, como todavía hoy sueñan sin sustento algunos kirchneristas.

Y aquí hay que hacer una valoración distinta para los verdaderos peronistas que tienen un rol de poder en sus provincias y algunos legisladores que apuestan más a la democracia y no a la mezquindad de llevar agua a su propio molino.

Entre esos hombres que, aún con diferencias, apoyan la institucionalidad, están Miguel Ángel Pichetto y varios gobernadores, diputados y senadores justicialistas que trabajan para ser una oposición constructiva y responsable, pensando en construir un país mejor.

Otros argentinos se dieron cuenta de que los subsidios eran un cuento de hadas y comprendieron, no sin dolor, que eran imposibles de sostener y que no podían pagar menos por la luz que por el servicio del canal de cable, o tener una tarifa de gas muchísimo más baja que nuestros vecinos de Chile y Uruguay.

La gente nunca creyó en los cantos de sirena provenientes de la oposición, que en forma demagógica se unió para presentar un proyecto dirigido a ponerles fin a los aumentos de tarifas programados. La gente no es sonsa, sabe que aplicando esa demagogia, el país, de una u otra forma, explotaría por el aire.

Por eso hay que hacer un tributo a esa gran cantidad de argentinos, que más allá de simpatizar o no con el Gobierno, le puso la cuota de seriedad que varios periodistas, economistas y políticos no quisieron poner.

 

Comprensión ante todo

También comprendieron que al Gobierno, ante algunos errores, no le dio vergüenza por dar un viraje de timón y cambiar el rumbo en el momento indicado, algo a lo que los políticos ortodoxos no los tenían acostumbrados. Entonces, bienvenida sea la política de admitir un error, porque esos gestos hacen a los políticos más mortales y más cercanos a la gente.

Los argentinos también ven con buenos ojos, y como un hecho destacable que después de la tempestad, y tratando de evitar otro hecho parecido, el Gobierno llame a armar un consenso nacional, a un diálogo donde estén todos los sectores que conforman la política nacional –entre ellos la mesa ampliada del Frente Cambiemos (UCR, PRO y Coalición Cívica)– y los principales sectores de la oposición, políticos y dirigentes sociales.

 

Son y serán argentinos

Nadie quiere sentir miedo nunca más, porque más allá de apoyar o no al gobierno de Macri, la gente optó por defender al país. Porque ya no dejarán –en base a tristes experiencias vividas– que ningún presidente, ni ahora ni en el futuro, quede a la buena de Dios y a expensas de especuladores financieros, medios periodísticos cuasi desestabilizadores o políticos que priorizan sus propios intereses por sobre los de la ciudadanía.

Porque aún a sabiendas de las  debilidades de este Gobierno, la gente de a pie apoyó y sigue apostando a la credibilidad en las instituciones, y de ese modo sembrar un precedente para que nadie más intente venderle espejitos de colores, para no volver a cometer viejos errores como los vividos en su momento con gobiernos como los de don Arturo Illia en la década del 60, o cuando se forzó el alejamiento de Raúl Alfonsín de modo anticipado en 1989.

Se tenía que decir basta y el pueblo lo dijo, y allá atrás quedó ese anunciado “martes negro” que presagiaba días oscuros, como decían desde algunos canales nacionales llevando como panelistas a pseudos economistas que auguraban un gran terremoto económico.

Todo muy distinto a lo que realmente pasó, aunque con esos augurios asustaron a mucha gente y le hicieron un gran daño al país. Como pasó siempre en los hechos de la historia, hubo malos y buenos, pero cada uno sabe de qué lado estuvo.