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Quién nos vende en internet sabe más de nosotros que nosotros mismos

El avance tecnológico sin frenos ha revolucionado la relación entre publicidad y consumidor. El rol de la inteligencia artificial en las ventas.

Por Redacción

20 de junio, 2021 - 20:06

Nuestro paso por internet es menos consciente de lo que pensamos. Podría decirse que el balance entre lo que hacemos en línea o fuera, en el mundo real, es cada vez más difuso aunque ambas realidades tengan un punto importante en común, uno relacionado con la forma de comportarnos en la sociedad de consumo; somos sujetos constantemente apuntados y consecuentemente atraídos hacia la compra, ya sea de productos, servicios, experiencias, etc.

Claro está que no es lo mismo ir caminando al almacen o al supermercado que pasar una hora buscando reseñas de un electrodoméstico en Google y Mercado Libre, pero vamos de a poco.

Los métodos tradicionales de recopilación e interpretación de nuestros perfiles como consumidores tuvieron su momento de gloria. Las encuestas, el armado de focus groups, los llamados de telemarketers y otras insignias del marketing tradicional puestas al servicio de campañas en televisión, radio y medios gráficos fueron métodos exitosos en la tarea de convencer para vender, y en muchos casos lo siguen siendo. Sin embargo, hoy atravesamos una no mal llamada revolución tecnológica en la que se desarrollan estrategias con un grado de precisión y eficacia absolutamente superior.

Por un fenómeno en parte ligado a la influencia del cine y la literatura de ciencia ficción, muchas personas asocian el concepto de inteligencia artificial a un inminente apocalipsis de robots malvados que tomarán control de nuestro microondas para matarnos mientras dormimos, o algo así. Al mismo tiempo, y atendiendo a la versión realista del asunto, llevamos robotitos inteligentes en el bolsillo y en las manos durante horas: bloquear y desbloquear, iniciar sesión y abandonar página, enviar mensaje y abandonar chat, llenar el carrito y cerrar sesión, adentro y afuera del mundo digital en cuestión de segundos.

Así nos movemos, dejando huellas que son recopiladas y multiprocesadas a tal punto que quizá dicen más de lo que sabemos acerca de nosotros mismos.

Inteligencia artificial para vender: la dimensión del detalle

Cada vez que interactuamos con una página web, aplicación o casi cualquier plataforma de internet estamos dando señales. Quienes trabajan con sistemas que registran estos "movimientos" en línea tienen acceso a una versión resumida y simplificada de nuestro comportamiento al entrar a las tiendas de internet.

En el mundo real, sería algo como un montón de sensores que almacenan información sobre tu recorrido de, imaginemos, un local de ropa; cada expresión facial y movimiento de manos al levantar una prenda, cada pregunta al vendedor y cada segundo de duda entre un talle u otro, traducidos en información útil sobre tu perfil para que termines comprando o realizando una acción determinada.

Una mejor explicación es la que dio el analista de big data y fundador de la consultora publicitaria Colourtext, Jason Brownlee, quien estudia patrones de consumo en internet utilizando inteligencia artificial. En una entrevista a la BBC, explicó cómo funciona su método desarrollado para obtener datos del rastro que los usuarios dejan tras leer 100.000 (cien mil) artículos en línea: "Una vez que hacen clic en una página, comenzamos a ver un patrón emergente. No podemos hacer esto de ninguna otra manera que no sea usando IA y la nube, ¡estarías en tu tumba antes de terminar de leer todos esos artículos!"

Mecanismos como este son los que sientan las bases para elaborar publicidad personalizada con el potencial de convencernos lentamente de que necesitamos comprar algo, compartir cierta información, opinar acerca de algo o directamente votar a alguien.

Las cantidades inabarcables de información sobre el comportamiento humano que pueden ser almacenadas y procesadas por los sistemas de inteligencia artificial son el sueño jamás imaginado de la industria publicitaria. Hubo un tiempo en el que éramos presas del ingenio detrás de un cartel de calle, un jingle en la radio o una publicidad divertida en televisión. Hoy, tomar dimensión de que datos como la cantidad de tiempo que pasamos en un sitio web, los movimientos que hacemos con el cursor del mouse, a quién le ponemos me gusta y a quién eliminamos de nuestra red social o cuánto tiempo pasamos viendo videos, manifiestan nuestro comportamiento de una manera que ni siquiera podríamos empezar a entender, tiene un significado de verdadera complejidad. Y es que, guste o no, la voracidad publicitaria logró entrar a revisar nuestras cabezas.