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El coronavirus será el blanco político del año electoral

El político, al que no se le escapa nada y está atento a todo lo que pueda sacar provecho en su camino, no tiene otra alternativa que hacer campamento de campaña en medio de una verdadera tragedia humana

10 de enero, 2021 - 09:18

Es increíble, pero muy cierto, que el virus que parieron los chinos esté en el escenario de la política argentina y se esté imponiendo ante otros puntos delicados que tiene el país para debatir, como el avasallamiento a la Justicia, la pobreza y la fuerte golpiza a la economía.

Con los talones dejando el difícil 2020 y pisando con ciertas esperanzas el 2021, la pandemia comienza a moldear con saña el tiempo que viene, arrinconando a todos porque se presenta aún más agresiva y dejando claro que nadie, todavía, venció al coronavirus.

A punto tal, que los que comenzaban a tener un poco de respiro, médicos y enfermeros, se vuelven a autoacuartelar esperando otros difíciles momentos como los que ya se vivieron, quizás más complicados.

Pero el político –siempre el político–, al que no se le escapa nada y está atento a todo lo que pueda sacar provecho en su camino, no tiene otra alternativa que hacer campamento de campaña en medio de esta verdadera tragedia humana.

Una jugada arriesgada para sus sectarios objetivos, si se parte de concepto lógico que “con la salud y la vida de la gente no se juega”.

Aunque, como decíamos, al político no se le escapa nada y es un hábil maestro en el arte de todo lo posible, hasta lo imposible.

Los que gobiernan municipios, provincias y la Nación especulaban con que el virus haría su contagiosa y mortal segunda aparición en los albores de marzo.

No contaron que estamos hablando de un bicho que, hasta ahora, nadie dobleg{o y que la porción de inconscientes que también habitan entre la gente apuraría los tiempos vertiginosamente.

Todo dirigente político que estructuró las denominadas estrategias de campaña decidió cajonearlas definitivamente y colocarse, sin proponérselo, en la oscura y espesa estela de contagios y muertes que vuelve a instalar la pandemia.

Ahí, son muy pocos lo que actúan con sensatez y muchos maquiavélicamente están llevando agua a su molino político. Los que hacen o comienzan a hacer algo porque administran la cosa pública, no le están ncontrando la vuelta a las medidas que se deben tomar, porque no aprendieron, porque no saben o porque no quieren.

Mientras, los que están en la vereda opositora por ahora lanzan dardos sobre las políticas de Estado de todo lo que se haga, preparándose con los misiles para más adelante, cuando sea conveniente dar el golpe de gracia.

Eso sí, estos últimos ni un ápice de ofrecerse para buscar respuestas a la gente que comenzó a sentir nuevamente el peso del virus.

En la trastienda de los políticos que ya están en campaña, es solo rosca y especulaciones de lo que conviene en las listas que deberán confeccionar y tener completas acorde al cronograma electoral.

Ahí se están cocinando las caripelas que hay que colocar en los estratégicos lugares de candidatos, los fondos de campaña en todo lo que se deba hacer para taladrar el campo atencional de la gente.

Salvo que ahora la cosa impone el redireccionamiento de esos fondos. Pero nadie, absolutamente, muestra que estamos en una emergencia por donde se está colando la vida miles de millones de seres humanos.

Salvo los que salen públicamente con el fuego cruzado de pegar por pegar en medio de la pandemia. Todo un grotesco escenario que solo alimenta la adversión de la gente a cierta dirigencia política y el desprestigio que ella ha ganado para una actividad que es uno de los pilares fundamentales de la democracia.

Hoy el combo electoral se mostrará de esa manera y quizá, por primera vez, los ciudadanos no tendrán dudas que algunos políticos también le encontraron la vuelta al coronavirus para incorporarlo a sus discursos de plataforma electoral.

Una vileza que no pasará desapercibida para ese importante lado pensante de una comunidad muy golpeada por todo lo que le pasa a la Nación y la pandemia que la sentencia a muerte cada vez con mayor potencia.

El show de las vacunas y las contradicciones en las medidas que se deben tomar, encierran ese lado oscuro de una política alejada o divorciada de un país que debería ser responsable en el momento más difícil en el que jamás habría estado la humanidad, el abismo mismo de la extinción.

Algo que, ignorado en esta parte de Sudamérica, solo deja traslucir la política criolla porfiada por instalar un vacío y estéril año electoral, teniendo como único blanco político ese coronavirus que enfermó y enferma, mató y sigue matando a ciudadanos para los cuales no hay de ningún costado político un mínimo de respeto y consideración.