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Juan Larrea, el primer ladrón de guante blanco

En 1815, uno de los más conocidos personajes que participaron en la Revolución de Mayo fue enjuiciado y condenado por  hechos de corrupción cuando era ministro de Hacienda

07 de febrero, 2020 - 07:54

¿Se acuerdan de las autoridades de la Primera Junta de Gobierno, aquella que nació el 25 de mayo de 1810? Estaba compuesta por varios vocales y uno de estos patriotas, se llamaba Juan Larrea, a quien recordamos por ser el único que en su retrato tenía largas patillas.

En 1815, este político y comerciante fue ministro de Hacienda, juzgado y condenado por sustraer al Estado una gran suma de pesos fuertes.

Así se inició esta historia de negociados con fondos públicos, algo que en la actualidad sigue siendo una práctica muy frecuente.

El comerciante rebelde

Juan Larrea nació en la ciudad catalana de Matarós el 24 de julio de 1782, hijo del matrimonio de Martín Ramón Larrea y Tomasa Espeso.

Desde muy joven se radicó en Buenos Aires y se dedicó al comercio y a la navegación. Su actividad estaba basada en la compra-venta de cueros, vinos y otros productos, y en poco tiempo, y aprovechando el contrabando, incrementó sus ganancias y obtuvo una gran fortuna.

En la metrópoli del Río de la Plata se involucró con varios comerciantes, como Martín de Álzaga, el estadounidense Guillermo White (William Porter White) y los hermanos Rivadavia, entre otros.

Este grupo, encabezado por Álzaga, manejaba a pleno todo el comercio a través del contrabando, y su influencia fue muy importante a la hora de colocar autoridades en puestos funcionales a ellos.

En 1806, el acaudalado comerciante fue nombrado síndico en el  Consulado de Comercio del Virreinato, y durante las invasiones británicas formó con su dinero una compañía de milicias llamada Miñones de Cataluña, que actuó en diversos enfrentamientos.

El 1 de enero de 1809 se produjo en Buenos Aires una revolución contra el virrey Liniers por parte de Álzaga y secundado por Larrea. Aunque la sublevación fue sofocada por el virrey, dejó tambaleando a ese gobierno que tuvo sus días contados.

¿Vocal de un grupo económico?

Durante los hechos de 1810, Larrea participó activamente en cada una de las reuniones que fueron convocadas, y ocupó un lugar de prestigio durante la formación de la Junta Provisional Gubernativa de las Provincias Unidas del Río de la Plata –tal como se la llamó– y tuvo gran peso en las decisiones de aquella institución.

Las Primera Junta, en la que participó Larrea.

Posteriormente se plegó a una insurrección ocurrida el 5 de abril de 1811, tras la cual fue juzgado y desterrado a San Juan por conspirador. A pesar de todo lo ocurrido, las autoridades le otorgaron la amnistía y regresó meses más tarde a Buenos Aires. 

En la Asamblea del Año XIII, Larrea fue diputado por Córdoba. En ese periodo ocupó interinamente la presidencia, época en la que fue aprobada la Ley de Aduana, que favorecía a su grupo de comerciantes. Más tarde, ocupó un cargo en el Segundo Triunvirato antes de su disolución.

La actividad pública del comerciante catalán culminará con su designación en 1814 por el director supremo Gervasio de Posadas como secretario de Estado del Departamento de Hacienda. En ese puesto desarrolló una activa y corrupta acción en contra de la incipiente patria.

El Estado como negocio

En 1813 se creó una flota naval para atacar a su homónima realista en el Río de la Plata. La misma estaba comandada por Guillermo Brown y, según se cree, tanto Larrea  como White tuvieron una gran participación aportando parte de sus respectivas fortunas para el armado de la misma.

La escuadra naval que fue aportada por Larrea y White. Luego vino el negociado.

Finalizada la campaña, la escuadra fue disuelta y sus buques vendidos por el gobierno a un socio de estos dos comerciantes.

Como dijimos, Larrea era el ministro de Hacienda. Uno de los turbios negocios que manejó fue el sobreprecio de armas y demás pertrechos, como también el remate de los barcos a precios irrisorios y al mejor postor: su socio Guillermo White.

¡Será justicia!

En abril de 1815 se produjo la caída del director supremo Carlos de Alvear y asumió Álvarez Thomas como interino. Varios de los exfuncionarios mencionados intentaron fugarse o negar aquellos hechos de corrupción, pero el nuevo gobierno decidió juzgarlos y condenarlos a través de la Comisión Civil de Justicia.

La noticia de estos hechos de corrupción fue publicada por la Gazeta de Buenos Aires y causó la indignación del pueblo, que los días 15, 16 y 17 de ese mismo mes, salió a la calle para aprehender a estos funcionarios, los que fueron encarcelados por las autoridades.

El día 1 de mayo de 1815 quedaron procesados por administración fraudulenta el exdirector supremo Gervasio de Posadas, Agustín José Donado, Hipólito Vieytes (sí, el patriota de la jabonería), Bernardo de Monteagudo, Nicolás Herrera, Guillermo White y Juan Larrea, entre otros.

Varios de ellos se justificaron diciendo que era una maniobra política para acusarlos –lo que hoy llamaríamos “lawfare”– pero el tribunal, compuesto por respetados vecinos, había recogido cientos de documentos que probaban el negociado.

A mediados de julio de ese año, Posadas y los demás exministros fueron condenados y todos sus bienes confiscados por el gobierno. No así Larrea y White, quienes estaban más comprometidos en la causa, que inclusive, estuvo a punto de caer.

Pero la Comisión siguió firme al respecto y el día 9 de octubre de 1815 el patriota Juan Larrea fue condenado por ese tribunal, que dictaminó lo siguiente: “... y por lo que de ellos resulta, hallándose suficientemente probado, que D. Juan Larrea incurrir en los delitos de facción, abuso del poder, mala administración y deprecación del Tesoro nacional...”.

Todos los bienes de Juan Larrea fueron confiscados por el Estado y tuvo que pagar la suma de 82.310 pesos con 3 reales (actualmente serían varios millones de dólares) pero para ese tiempo ya era una fortuna con el equivalente a poder comprar ocho buques totalmente armados con cañones. 

Además de que el Estado recuperó ese dinero, el comerciante catalán fue expatriado a la capital uruguaya. 

Tiempo después Larrea se radicó en Burdeos, Francia, y fue perdonado por el gobierno de Pueyrredón, otorgándole el cargo de cónsul de las Provincias Unidas del Sud en ese país. Luego regresó a Buenos Aires, donde fue reconocido por el gobierno de Rosas. Falleció el 20 de junio de 1847.

Este fue el primer juicio por malversación de fondos contra el Estado en el que sus participantes fueron condenados por un tribunal popular. Así, nuestro querido patriota se transformó en el primer ladrón de guante blanco de nuestro país.