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Gritos vejados del Próvolo, en las puertas del Vaticano

17 de febrero, 2020 - 07:11

El tiempo impiadoso y con mucho dolor, solo aliviado por el martillo de la Justicia que juzga, ha dado espacio para que el mundo frío, sórdido e injusto escuche. Y a lugares de ese mundo se han dirigido aquellas víctimas y sus familias para gritar una vez más que fueron violados.

Que hace mucho tiempo que dejaron de ser niños, cuando su niñez fue destrozada por oscuros sujetos que invocaron con impunidad a Dios para arrancarles sus inocencias, de las formas más perversas.

Mientras el brazo ejecutor de la Justicia está en su tercer acto de juzgamiento a todos los involucrados en el denominado caso Próvolo, y cuando ya dictó sentencia a los artífices principales de las vejaciones sobre esos seres sordos e hipoacúsicos: el administrativo Jorge Bordón, el jardinero Armando Gómez y los curas Horacio Corbacho y Nicola Corradi.

Sus víctimas le gritan al mundo todo lo aberrante vivido para que no suceda nunca más en ninguna parte del planeta, con lobos vestidos de pastores.

También para que la Iglesia se pronuncie frontalmente, sin medias vueltas y poniéndole fin al andar silencioso de sotanas ensuciadas, una y otra vez, por las violaciones de cientos de miles de niños, niñas y adolescentes.

Muchos se preguntan cómo y cuándo serán los pronunciamientos de los Comités Contra la Tortura y de los Derechos del Niño, con su sede permanente en Ginebra (Suiza).

También las organizaciones que quieren poner fin a los abusos eclesiásticos en todo el mundo. Fundamentalmente el núcleo central de la Iglesia católica, con sede en el Vaticano.

Es un importante interrogante para saber hasta qué punto los chicos mendocinos y sus familias rompieron el muro impune internacional, creado para cubrir las sucias espaldas de los cuervos violadores.

La respuesta del Vaticano se transforma en una gran incógnita y de ella dependen los caminos que un grueso de la feligresía mendocina tome para los tiempos que vienen.

Muchos de ellos, al igual que el resto de la Argentina, se sienten confundidos por mensajes poco claros que emanan desde Roma.

Con un Papa que recibe al presidente Alberto Fernández, donde Francisco (Bergoglio) blanquea la sintonía política doctrinaria con el justicialismo.

Pero al mismo tiempo se llama a silencio cuando antes de salir el primer mandatario del territorio italiano, anuncia su inclinación para un proyecto de ley que legalice el aborto.

El antiguo dicho popular repica “todos los caminos conducen a Roma”. Quizá los caminos de las víctimas del Próvolo están signados a conducirse hasta allí, para aliviar en algo esa inmerecida carga que de por vida deberán portar.

Donde ya no solo caben señales, sino respuestas concretas del pedido de perdón universal por el daño infringido. Sobre todo, de medidas contundentes que acompañen el accionar de la Justicia mendocina.

Un acto concreto solo comparado con lo hecho con las vejaciones en Boston (Estados Unidos), donde el impecable y titánico trabajo de la prensa escrita jugó un papel esencial y determinante para que la Justicia juzgue.

Aun así, la Iglesia siguió ocultando curas y altos prelados en una actitud similar a la aberrante historia de Chile.

De allí que el accionar de los Poderes Legislativos y Judicial de Mendoza con el Caso Próvolo tomen relevancia jurídica internacional.

 

La justicia de los hombres está culminando su importante y trascendente tarea de juzgar todo lo que pasó en el desaparecido Instituto Antonio Próvolo. Ahora es el turno que la justicia divina, algo que inexorablemente llegará, más allá, mucho más allá de esa inaceptable postura tomada por quienes asumieron el compromiso pastoral de representar a Dios.