|28/01/20 07:16 PM

¡Gooool de Bochini!

Días pasados, el legendario Ricardo Enrique Bochini festejó su cumpleaños. El recuerdo de un fanático hincha del ‘Bocha’, que en 1978 celebró un inolvidable título ante Talleres de Córdoba

Por Redacción

28 de enero, 2020 - 20:14

A lo largo de casi cinco décadas, muchas, hice balances, que le llaman. Lo extraño es que siempre los hice ya arrancado el año, y que en realidad no es más que un repaso de los acontecimientos vividos durante los 365 ó 366 días pasados y de cómo nos ordenó la sonrisa, el ceño fruncido o la lágrima, durante ese tiempo. Rara vez hice un balance deportivo excepto tres veces; una en el secundario, luego en 2015 y curiosamente esta semana, a 21 días de empezar este 2020.

El balance no arrancó como tal, sino fue un recordatorio de imágenes cruzadas y epopeyas rojo sangre que se me vinieron a la mente, a través del incentivo de la lectura de una autobiografía, y mirá que se vinieron imágenes eh… La primera, de la que más quedará grabada en mi memoria para siempre, es la de una noche de enero del 78, la oreja pegada a la radio chica, a transistores, en la vieja casa de Aguado 847 del barrio Pellicier del querido departamento Las Heras, cuna y pasión globesna, pero de la buena, de la sana, no de la otra que no sirvió más que para dejar hambre y miseria; bueno la cosa fue que tipo 21 creo que era, mi viejo llegó de trabajar, en esa época lo hacía en la ya desaparecida Avícola Palmada; ponía esa radio para escuchar el partido porque en casa no había tele, además aquel encuentro tampoco lo televisaban en directo (este dato nunca me quedó muy claro), excepto para la ciudad de Córdoba y dos o tres ciudades más aledañas. En aquel entonces yo estaba pronto a cumplir 8 años, después mi viejo siempre decía “Independiente es el mejor equipo del mundo después de Colo Colo”. Yo en ese momento aseguraba que era de Boca porque le daba mucha bola a mi hermano mayor y él, mientras pateábamos en el patio del fondo de la casa, él era todos y cada uno de los jugadores, era Gatti, Pernía, Suñé, Mouzo, Pancho Sá (que ya había pasado a los bosteros) Mastrángelo, Carlitos Salinas, etcétera. Mi otro hermano era fan de Independiente y con él jugaban Rigante, Gay, Santoro, Trossero, Galván, Larrosa (no olviden estos últimos tres apellidos) Biondi, Outes, Pavoni, Magallanes, Pagnanini, el Japonés Pérez, Bertoni y por supuesto él, EL Bocha… yo no sabía de qué equipo hacerme hincha pero bueno sigamos con la historia; se jugaba el segundo partido final del viejo Nacional entre Talleres de esa ciudad e Independiente de Avellaneda (Rigante, Pagnanini, Villaverde, Trossero, Perez, Larrosa, Rubén Galván, Bochini, Brítez, Outes y Magallanes) la ida había terminado 1-1 en Avellaneda. Talleres era el equipo sensación (Guibaudo, Astudillo, Galván, Binello, Ocaño, Hacha Ludueña, Reinaldi, el talentosísimo José Daniel Valencia, Bocanelli, Bravo y Cherini) jugadores en la Selección y el primer equipo del interior que tenía la chance palpable de ser campeón de AFA sin ser afiliado directo, (dicen algunos testimonios que la mano asesina de Mario Benjamín Menéndez tuvo algo que ver en la llegada de la T a la final ya que era allegado a su presidente Nuccetelli) además de que jugaban un muy buen fútbol. El árbitro fue Roberto Barreiro (que después nunca más volvió a dirigir, ya sabrán…)

Yo no entendía bien las cosas, pero sí entendí cuando mi viejo gritó el gol de Outes para poner el 0-1, luego un penal dudoso le dio el empate a la T a través de Cherini, al rato mi viejo escuchaba la radio y decía cosas como “noooo echaron a tres y cobraron el gol!!???”. Esos tres expulsados fueron Rubén Galván, Larrosa y Trossero (los tres que le dije que no se olvidaran), en ese orden y en un minuto. ¿Qué pasó? Córner de la derecha del ataque cordobés, Bocanelli que se eleva pero no llega y mete un manotazo tremendo para mandarla al fondo de la red, el árbitro convalida el gol y se vienen las protestas lógicas, resultado, tres expulsados y Taaaieres 2-1 arriba. Con once hombres era complicado para el Rojo, imagínense con ocho, los jugadores que se querían ir de la cancha y el Pato Pastoriza que no los deja, les dijo que siguieran jugando “sean hombres, quédense que lo ganamos”… Salen Magallanes y Brítez, entran Biondi y Bertoni, mi viejo decía “vamos... vamos que les ganamos”, supongo que la radio no le escuchaba pero bueno, cuando de repente el viejo grita : “GOOOOOOOOOOOLLLLLLLLL DE BOCHINI!!!”, grito que hizo trastabillar las paredes de adobe de aquel caserón de sopaipillas, sopita de pollo y un tinto de tanto en tanto y sobre todo cuando se armaban las guitarreadas “en lo del Moraga”, donde conocí el gustito por las peñas y las serenatas y por donde supieron pasar guitarras reconocidas del folclore cuyano. Y los pollos a la parrilla desfilaban como los milicos en las calles, pero mientras el pollito aplacaba el hambre, aquellos sembraban muerte y horror; bueno, sigamos, mientras todo sucedía mi viejo, en medio de su euforia, me iba explicando lo del gol con la mano y de que teníamos tres jugadores menos, por eso entendí cómo y por qué gritó el gol de esa manera, encima lo hizo Bochini, que a esa altura de su carrera ya era ídolo del Rojo, y me arriesgo a decir que ya era EL ídolo máximo del Rojo, respetado y querido por todos, sean del equipo que sea. Quizás el antepenúltimo 10 que dio este bendito y manipulado fútbol argentino, inolvidable esa radio, ese partido, esos gritos eufóricos de mi viejo, la felicidad de niño de mi hermano, mi vieja que decía “estos son locos” (por nosotros que saltábamos jubilosos). 

Ese día el Bocha cumplía 24 años, 25 de enero, ese tipo que nos dio la victoria ese día disfrazada de empate (Independiente gana por gol de visitante), un tipo que parecía cualquier cosa menos jugador de fútbol y que sin embargo, lo sabía todo: gambeta, lucidez, talento, precisión en corto y en velocidad y una soberbia sapiencia de cuándo meter la estocada para el compañero que fuese. Hizo goleadores a delanteros que no hubiesen jugado jamás en una primera división del fútbol argentino y los ejemplos sobran. El mejor pase-gol de la historia dicho por miles de especialistas y por todos los rivales que enfrentó, el tipo que veía todos los resquicios que el resto de los mortales no vemos ni veremos en dos vidas juntas, el de los pocos goles quizás pero que tenés que ponerte a verlos porque no tienen desperdicio, dicen que era magia, yo les puedo asegurar que lo era, aunque todavía le andan buscando la galera y el bastón, era tan mago que ni eso le vimos, ahora, conejos, dejó por cada cancha que pisó, un tipo que ganó once títulos con su club, más una copa del mundo en México 86 y todavía no me explico por qué no jugó el Mundial 78, en del 82 se lesionó un mes antes y además Menotti le dijo que no lo iba a llevar para ser suplente, porque el titular en ese equipo sería un tal Pelusa de Fiorito, no sé si le suena, el tipo que es ídolo de, quizá, el más grande todos, del Diego… el Bocha, el tipo que le fue fiel a una camiseta, de la cual no era hincha, pero que supo desde que llegó de Zárate a Avellaneda, que sería su eterna novia y que jamás traicionaría, Setecientos catorce partidos avalan este dicho, arrancó en 1972 y se retiró, por sutil pedido físico de un tal Pablo Erbín al que le decían Caballo, no hacen falta más palabras, en 1991…

Esa noche en Las Heras, oyendo el partido por la radio a transistores, en esa casona de paredes húmedas y cucarachas hospitalarias, viendo la felicidad de mi viejo, y cantando de alegría por como esos ocho tipos aguantaron como pudieron los embates cordobeses para ser campeones ante tanta adversidad, esa noche me hice hincha de Bochini y de Independiente, sí en ese orden, porque soy más hincha de Bochini que de Independiente. Agradezco a Dios ser hincha de Bochini, porque a partir de disfrutarlo puedo disfrutar del fútbol como expresión de arte-juego sea cual sea el equipo que lo desarrolle. Hay muchos que no entienden cómo más de una vez aplaudí goles y jugadas que hacían otros frente a Independiente, y eso se lo debo al Bocha. Desde aquel día de 1991; desde que el Bocha dejó de pisar el césped de una cancha de fútbol, con esa pinta de cajero de banco a punto de jubilarse, el fútbol ya no fue el mismo, NUNCA MÁS…

Feliz Cumpleaños Maestro. /Por Fernando Moraga