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La noche de fantasía en la que Noam Zur deleitó a los mendocinos

Auspiciado por el Encuentro + B y con el título Fiestas y Fantasía, se presentó la Orquesta Sinfónica de la UNCuyo, dirigida por el destacado maestro israelí Noam Zur y con la participación del trombonista venezolano Miguel Cedeño Rivas, radicado en Mendoza.

20 de septiembre, 2019 - 08:57

De a poco, el teatro de la Nave UNCuyo se fue llenando de amantes de la música clásica; de músicos, de algunas familias y muchos jóvenes que cubrieron todos los espacios.

Auspiciado por el Encuentro + B y con el título Fiestas y Fantasía, se presentó la Orquesta Sinfónica de la UNCuyo, dirigida por el destacado maestro israelí Noam Zur y con la participación del trombonista venezolano Miguel Cedeño Rivas, radicado en Mendoza.

El programa de la noche se inició con la obertura Carnaval romano Op. 9 de Héctor Berlioz, obra compuesta en 1844. Además incluía otras tres obras: Concierto para trombón alto, de J. G. Albrechtsberger, interpretado por Miguel Cedeño como solista; y los poemas sinfónicos El cazador maldito, obra de César Franck de 1882, y El aprendiz de brujo, la más importante obra del compositor francés Paul Dukas, quien en 1940 se basó en el popular caricaturista Walt Disney en su película animada Fantasía.

La entrada del director Noam Zur fue aplaudida por los asistentes, muchos de los cuales conocieron a Zur cuando visitó Mendoza por primera vez en 2015.

Inmediatamente el maestro se instaló en su sitio, tomó la batuta y entonces sobrevino la magia: un discurrir armonioso en la introducción de la obra de vientos y cuerdas, guiados por una sutil marcación de su director, se hicieron eco en el segundo momento de la obra para finalizar con una brillante coda en donde Zur y su orquesta pusieron toda su pasión.

Un breve intervalo y el espectáculo continuó con Concierto para trombón alto. Al entrar al escenario, el trombonista Miguel Cedeño y el maestro Zur fueron aplaudidos por la audiencia.

Después, se produjo un silencio en el auditorio y comenzó la obra  del magníficio Albrechtsberger. El trombón de Cedeño, durante los tres movimientos que tiene la obra, se destacó por su perfección en cada nota ejecutada con gran maestría, manejando los tiempos con gran exactitud, acompañado magistralmente por una parte de la orquesta que fue elegida para eso.

Al finalizar, ambos se llevaron la ovación de los presentes.

El concierto continuó con el poema sinfónico de Franck El cazador maldito, a la que se reincorporó todo el elenco de la orquesta. Allí, en cada pasaje de esta obra, el director Zur hizo relucir toda la fuerza de cada uno de los instrumentos, sin estridencia, jugando con sutiles matices en los movimientos de la obra.

Al finalizar, fue calurosamente aplaudida por el público, para luego culminar con otro poema sinfónico de Paul Dukas, El aprendiz de brujo.

En esta obra, el maestro Zur y su orquesta, produjo al espectador desde su introducción la sensación de insertarse en el misterioso mundo del esoterismo.

Noam Zur manejó cada uno de los movimientos al iniciarse el scherzo propiamente dicho –en donde la escoba encantada por el aprendiz inicia su marcha–, allí las notas comenzaron a jugar se juntaban y caían vertiginosamente, concluyendo en un fortissimo con gran solidez, manejando a la perfección los silencios en su conjunto.

En los momentos finales de la obra, los interpretó con gran maestría.

El resto fue el ardor del público mendocino, el grito de cientos de manos que entregaron al director y a su orquesta en una noche inolvidable.