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¿Qué llevará a la gente a votar el próximo domingo?

La elección nacional llega en tiempos difíciles para el vivir de los millones de personas que deberán expedirse en las urnas el próximo domingo.

05 de agosto, 2019 - 07:14

Las primarias del próximo domingo encierran toda una incógnita en el país real de los argentinos, independientemente de lo que tenga decidido la porción fanática del país. Incluso, de lo que hayan dicho todos los sondeos que se han llevado acabo, levantando efervescencia de unos y la preocupación de otros.

La elección nacional llega en tiempos difíciles para el vivir de los millones de personas que deberán expedirse en las urnas.

Por eso vendría bien que sea de voto real y no de fogueo. Aspecto que al kirchnerismo le vendría de parabienes para que no se le escape la vizcacha y esto va a que el desgaste de las últimas semanas lo ha instalado en un piso mínimo de 1,5%, teniendo en cuenta que había arrancado con casi un 7%.

No así al oficialismo, que está arrinconado con la precaria situación que atraviesa toda la estructura social, económica, laboral y productiva de la nación.

Pero volviendo al comportamiento de la gente, eso es todo un mundo que desborda de enojos, rencores y escasa indiferencia. Por esto último se diría que, a diferencia de otras elecciones, la imagen argentina de estos tiempos se muestra politizada.

Mientras que los enojos están ligados a todo lo que le ha pasado al país en los últimos 20 años y a las circunstancias difíciles de habitar la nación de hoy, los rencores están impregnados de los fanatismos que se abrevaron en la última década. Quizá, el principal generador de la promocionada grieta.

Dicen que el hambre y la precariedad por las que atraviesa la gente, hace que su decisión se pueda disparar hacia cualquier dirección ideológica. Poco se puede extraer y mucho menos exigir que esos ciudadanos piensen y planifiquen un país a largo plazo. Mucho menos pedirle que debe observar la transparencia de quienes administran el estado.

Ellos solo tienen frente a sí esa grotesca realidad de desocupación, un hábitat de mugre y chapas, sin agua, ni sanitarios. Con el hambre de sus hijos solo mitigado por la solidaridad de los abarrotados comedores comunitarios.

Está también esa clase media que tiene todavía un pequeño margen –aunque no tanto– para pensar y tomar determinaciones electorales. La que sabe que le afanaron descaradamente, sus sueños y los sueños de sus hijos por más de una década. Que ahora le dicen que vendrán a poner las cosas en orden y oportunidades. Los mismos que tiene frondosas causas judiciales.

Mientras, los otros, no han sido capaces de tirarle una soga para que no pase a engrosar los altos porcentajes de nuevos pobres que tiene el país. Todo el argumento del Gobierno se ha basado en pedir una y otra vez aguante, que ya se sale de la herencia recibida.

Mientras, los desaciertos económicos nos llevaron puestos a todos con inflación, tarifazos, devaluación, desinversión, desocupación y fuerte desgaste en sectores agroindustriales. Siendo la única presea el millonario acuerdo y multimillonario endeudamiento de Argentina con el FMI.

El polarizado circuito electoral 2019 se cierra con un 2020 de muchos miedos. Sobresale la cuestión económica, que se puede recuperar lentamente o se profundiza con el nuevo gobierno. Y una desgarradora lucha en el Congreso de la Nación por la reforma laboral. Algo poco difundido o debatido, sobre todo por aquellos que pretenden ser los paternalistas de los trabajadores.

Así las cosas, con este minado escenario argentino y con tiempo de descuento para saber qué llevará a la gente a votar el próximo domingo.